Han pasado dos meses desde la celebración de las elecciones italianas, que dieron un triunfo por escaso margen al PD encabezado por P.L. Bersani.
En este período han sucedido diversos acontecimientos políticos hasta que, finalmente, se ha constituido un gobierno de coalición de amplio espectro encabezado por Enrico Letta del Partido Democrático.
El primer acto, elección de los presidentes de las cámaras acabó con buenas perspectivas para la izquierda, pues algunos representantes del Movimiento cinco estrellas, acabaron rompiendo la disciplina de voto y apoyando a los candidatos del PD, para evitar el triunfo de los candidatos de Berlusconi.
El segundo acto, elección del primer ministro, no pudo culminarse con el mismo éxito porque el líder del PD, P.L.Bersani, coherente con sus ideas, no quiso saber nada del ofrecimiento que le hizo Berlusconi, sospechando que estaba envenenado y no encontró suficientes apoyos en el Movimiento 5 estrellas (M5S), para su elección como presidente del gobierno.
En estas condiciones parecía cada vez más claro que era casi inevitable la convocatoria de nuevas elecciones generales, lo que no era posible con un presidente de la República en el último período de su mandato. Se decidió entonces adelantar la elección del presidente, que según la constitución italiana. se realiza por un cuerpo electoral de 1.007 miembros, formado por diputados, senadores y un grupo de delegados de las regiones.
Dada la actitud de bloqueo permanente del M5S, Bersani tuvo que intentar un pacto con Berlusconi, pues la figura del presidente, aunque fundamental para la estabilidad del país, es mucho menos crítica que la del primer ministro. El PD no aceptó el pacto y el candidato de consenso (Marini) no pudo ser elegido.
El segundo candidato propuesto para la presidencia fue Romano Prodi, miembro también del PD y no del gusto de Berlusconi. Para garantizar su elección, Bersani lo sometió a la aprobación de los electos del PD. La candidatura de Prodi fue aceptada, y era suficiente con la mayoría absoluta, pues era la tercera votación y al PD le faltaban solamente ocho votos para ella. No obstante, en un acto de clara indisciplina, un centenar de representantes de la izquierda rompieron la unidad y se negaron a apoyar a Prodi, votando al candidato del M5S.
En estas condiciones y ante la falta de apoyo en sus propias filas, Bersani se vio obligado a desistir de su candidatura a primer ministro.
Para cubrir el puesto de presidente de la República, y salir del atasco institucional, hubo que pedir al anciano presidente Napolitano de 87 años, que se presentará a la reelección, lo que finalmente tuvo el apoyo de todos excepto del inevitable M5S que sigue yendo a lo suyo, sin que nadie pueda explicar a estas alturas que es lo que pretenden.
Todo este culebrón ha desembocado ya, como única solución posible en un gobierno de coalición de todo el arco parlamentario, con el inevitable M5S votando en contra y planteando no se sabe qué.
¿Quién ha ganado finalmente estas elecciones en Italia?
A primera vista puede considerarse que ha habido un cierto empate entre las cuatro opciones que concurrieron a ellas, pues cada una ha conseguido parcialmente alguno de sus objetivos. Aunque, para ver los resultados reales en la sociedad italiana, habrá que esperar al menos algunos meses.
Algunos elementos significativos son los siguientes:
- El Polo de la Libertad de Berlusconi, ha logrado mantener el tipo participando en el gobierno de coalición, gracias al fuerte apoyo popular que ha tenido a pesar de sus actuaciones pasadas.
- El Partido Democrático vuelve a presidir un gobierno. Aunque tuvo un triunfo electoral menor que el que esperaba debido en parte a las perversiones de la ley electoral que en su momento diseñó Berlusconi.
- El M5S mantiene su virginidad política por el procedimiento de negarse a cualquier tipo de acuerdo
- La "lista Monti", que obtuvo un resultado electoral muy malo, ha conseguido una participación en el gobierno muy superior a su fuerza.
- Italia finalmente tiene un gobierno que tiene que tener la suficiente estabilidad para abordar, en primera instancia, sus problemas internos como la promulgación de una ley electoral que no sea una trampa que impida la gobernabilidad.
Por otro lado, sería deseable que el nuevo gobierno tuviera una participación más activa en Europa, ya que es necesario que Italia juegue el papel que le corresponde como país mediterráneo y contribuya a proponer y apoyar políticas europeas que acaben de una vez con el "austericidio" económico que se está imponiendo desde Alemania.
Otras consecuencias que podrían derivarse de la nueva situación serían que la lista Monti utilizase la influencia alcanzada para aumentar su peso en la derecha italiana, que ahora está totalmente dominada por Berlusconi. La desaparición de Berlusconi de la vida política sería un alivio para Italia y para toda Europa.
El M5S ha demostrado hasta ahora una esterilidad política absoluta. Siendo optimista cabría admitir la posibilidad de que una parte, al menos, de este colectivo tomase conciencia de la realidad política y evolucionase hacia una actitud más positiva, poniendo en valor los millones de votos obtenidos.
Una última reflexión, Bersani, candidato de la izquierda a las elecciones, fue elegido en primarias abiertas, lo que no fue impedimento para que sus compañeros del PD, propiciaran su caída cuando votaron en contra de Prodi en la elección para presidente de la República.
Las primarias no son, como algunos compañeros parecen querer hacer ver en España, el ungüento amarillo que todo lo cura. En los partidos, hace falta, además, disciplina y dejar aparcadas las rencillas internas. Si no se hubiera provocado la caída de Bersani, cabría la posibilidad de que el gobierno italiano fuera hoy progresista.
El gobierno de concentración no solo ha sido provocado por las maniobras y argucias de Berlusconi y la irresponsabilidad genética del M5S, también por la incoherencia y falta de unidad del PD.
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