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31 agosto 2013

De Iraq a Siria, pasando por Libia

En la última década,  las intervenciones de la comunidad internacional en Oriente medio han sido múltiples. Aunque todas tienen algunos rasgos comunes, existen también claras diferencias entre ellas.

PRIMERO IRAQ en 2003

La 2ª guerra de Iraq fue una continuación de la guerra del golfo desencadenada por "G. Bush I" en 1991. Al finalizar esta, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 687 para poner fin a los programas de desarrollo iraquí de armas químicas, biológicas, nucleares y de misiles y para ello nombró a una serie de inspectores que comprobaron el desmantelamiento de muchas de estas instalaciones hasta que salieron de Iraq en 1998 a raiz de los bombardeos de la aviación de EE.UU. y del Reino Unido en 1998. 

En Noviembre  de 2002 el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba la Resolución 1.441 para que los inspectores vuelvan a Iraq a comprobar si todavía quedan "armas de destrucción masiva".

Los inspectores de la AIEA dirigidos por Mohamed El Baradei, buscan infructuosamente durante varios meses sin encontrar nada, a pesar de los infructuosos intentos de EE.UU. que llegaron hasta el ridículo, con unos camiones que supuestamente transportaban armas biológicas, según informaciones de sus servicios de "inteligencia".

A pesar de que todas las informaciones disponibles negaban la existencia de armas de destrucción masiva, el segundo miembro de la dinastía Bush, con el apoyo entusiástico de nuestro presidente Aznar, decidió invadir Iraq.

LUEGO LIBIA en 2011


La guerra de Libia comenzó por la dura represión, incluyendo el uso de la aviación, con que el régimen de Gadaffi intentó controlar las manifestaciones y protestas, originadas por la versión Libia de la primavera árabe, iniciada después de las de Túnez y Egipto.

Las actuación del gobierno libio para recuperar el control del país atentaban contra los derechos civiles y la seguridad de la población civil y específicamente los bombardeos indiscriminados contra la población rebelde de Bengassi, provocó  la aprobación, en Marzo de 2011, de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaba la intervención militar en Libia para proteger ala población civil. Esta resolución contó con la abstención de China y Rusia, que no ejercieron su derecho al veto.

La intervención militar debería limitarse a proteger a la población civil, que estaba siendo bombardeada por Gadafi, estableciendo una zona de exclusión aérea, mediante el bombardeo y destrucción de efectivos militares.

La resolución excluye además, explícitamente, la realización de cualquier operación terrestre en territorio libio, pues el fin último es proteger a la población civil, no derrocar militarmente al dictador. La intervención no sólo tuvo el beneplácito de Naciones Unidas, sino que también fue respaldada por la Liga Árabe.

El Consejo de Seguridad de la ONU anuló por unanimidad la resolución 1973 el 31 de octubre de 2011, debido a la derrota final de Gadafi.

Las diferencias entre Iraq y Libia son notorias.

En ambos países se actuó contra un dictador, pero mientras en Iraq no había ninguna situación de violencia en el momento de la intervención,  en Libia se estaba bombardeando a la población civil.

La ONU se negó a apoyar en diversas ocasiones las propuestas de Bush que actúo por su cuenta, basándose en falsos informes. En Libia hubo un acuerdo del Consejo de Seguridad por lo que la intervención fue legal, aunque algunos países consideraron que la intervención había ido más allá de la autorización concedida.

Por último Iraq fue literalmente invadida mientras que en Libia, las fuerzas internacionales  se limitaron a bombardeos desde barcos y aviones y al control del espacio aéreo, una intervención limitada, siempre en términos relativos.


La población mundial entendió perfectamente las diferencias y las grandes manifestaciones de protesta que hubo en 2003, no se repitieron en 2011.



AHORA SIRIA en 2013 

La situación de partida en Siria se asemeja mucho más a  la de Libia que a la de Iraq.

Existe una situación de guerra civil en la que todo indica, incluyendo informes de gran fiabilidad como los de Médicos sin Fronteras, que se han utilizado armas químicas contra la población civil, violando la Convención sobre armas químicas de 1993, que  Siria no ha firmado.


Si las inspecciones de NN.UU. actualmente en marcha acaban confirmando que se han utilizado armas químicas, el Consejo de Seguridad tendría argumentos  suficientes para autorizar la intervención.

Sin embargo el previsible veto de Rusia y China seguramente impedirá esa resolución.

Por otra parte una intervención en Siria podría desencadenar un conflicto de enormes proporciones en los que muy probablemente intervendrían Iran, Israel, Líbano,  con fácil contagio a Palestina y puede que a Egipto dada su actual inestabilidad.

Todo aconseja actuar con la máxima prudencia y, a pesar de todo dar una oportunidad al proceso de negociación de Ginebra II como apuntaba Javier Solana en una  tribuna libre, en Junio de 2013. Sin embargo, el fracaso de esta conferencia hace que  el propio Javier Solana esté muy pesimista según otro análisis publicado el 28 de agosto.

No obstante algunas otras voces de la propia ONU todavía abogaban por la negociación.

Si finalmente EE.UU. decide intervenir apoyándose en su convicción moral, al considerar imposible una resolución legal de la ONU, se pondría  una vez más en cuestión los mecanismos de utilización de veto que regulan las decisiones del Consejo de Seguridad que cada vez parece más necesario modificar.

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