Páginas

18 septiembre 2013

Triunfa la posición de Obama en el conflicto de Siria


Los acuerdos de Ginebra, que tendrán que ser ratificados  próximamente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, suponen un gran triunfo de las posiciones defendidas por el presidente norteamericano Barack Obama, aunque muchos medios de comunicación y observadores políticos estén siendo muy poco generosos en sus juicios sobre el Presidente norteamericano y hablen incluso de su derrota y de triunfo de la posición rusa.

Hace pocos días, la intervención militar en Siria de una coalición internacional liderada por EE.UU. parecía inevitable. Obama había conseguido una declaración de apoyo en el G20, a la que finalmente se sumó hasta Alemania que en estos temas, y más en período electoral, suele mirar al tendido. Con los países de la Unión Europea, Turquía, un grupo de países árabes y algunas otras adhesiones, parecía que se formaba la masa crítica suficiente para dar apariencia de legalidad a la intervención.

Finalmente el fantasma de la intervención empezó a alejarse, una sugerencia lanzada por el secretario de estado J. Kerry, fue cogida al vuelo por los rusos que la hicieron suya, y después de varios contactos, se llegó a un principio de acuerdo sobre el desmantelamiento total del arsenal químico de Siria, si la resolución del Consejo de Seguridad no incluía la amenaza de intervención en caso de incumplimiento.

Con estas condiciones el proceso de negociación avanza lentamente, pero avanza, los inspectores de NN.UU. han entregado su informe que confirma lo que ya se sabía: En Siria se ha utilizado gas sarín. Queda por confirmar, por parte de estos inspectores, la autoría del ataque químico, aunque parece bastante claro que ha sido el gobierno sirio, sin perjuicio de que las fuerzas de la oposición también hayan podido utilizar armas químicas en otras ocasiones.

En esta crisis, el presidente Obama ha actuado con responsabilidad y valor además de con mucha inteligencia política.

Responsabilidad porque puede conseguir que, de forma pacífica, se destruya el arsenal químico de Siria haciendo así cumplir el tratado de prohibición de armas químicas.

Valor porque ha sabido cumplir con esta obligación en un ambiente de opinión pública y publicada que, por miedo a una intervención militar similar a la de Iraq, parece dispuesta a mirar para otro lado y dejar sin sanción un flagrante incumplimiento de los tratados internacionales.

Para conseguir este objetivo ha tenido que amenazar con una intervención militar, fuera del paraguas de Naciones Unidas, pues los derechos de veto, existentes en el Consejo de Seguridad, hacen muy difícil sancionar legalmente a un país con "padrinos" que le apoyen.

Dado que la única legalidad internacional es la que marca el Consejo de Seguridad, es necesario cada vez con más urgencia, que desaparezca el derecho de veto, que impide que se actúe con rapidez y eficacia, y que impulsa a buscar otras vías de apariencia más o menos legal.

Una última reflexión sobre esta crisis. Sorprende leer comentarios negativos sobre la actitud de Obama, preguntándose porque no se ha intervenido en ocasiones anteriores relativas a otros países o a otras circunstancias también graves.

La comunidad internacional ha sido capaz, a lo largo de la historia reciente, de suscribir algunos acuerdos, como el de la prohibición de armas químicas y biológicas pero no ha avanzado lo suficiente para condenar de forma legal todas las formas de dictadura y opresión a los ciudadanos que existen en el mundo. El principio de no injerencia siempre ha sido dominante y no existen herramientas de intervención mas allá de la denuncia moral.

Por eso es importante que los pocos tratados que protegen las vidas y los derechos de los ciudadanos del mundo y facilitan la convivencia internacional, se cumplan y no se amparen en la pasividad del pasado para justificar la del futuro.

Naciones Unidas debería progresivamente ir incrementando sus capacidades de intervención con nuevos tratados para tener herramientas para resolver con eficacia y prontitud un mayor número de conflictos.

Por otro lado, parece evidente que en el Consejo de Seguridad no se pueda aplicar directamente el principio de un país un voto, pues el peso de cada Estado miembro es muy diferente. Es pues inevitable y necesario, que la Carta de Naciones Unidas recoja el derecho de los países más fuertes y poblados de tener más peso en las decisiones relativas a la seguridad mundial y eso justifica la existencia de miembros permanentes y que su voto tenga más valor, pero mantener el derecho al veto es excesivo en estos tiempos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario