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07 mayo 2018

Presupuestos y pensiones

El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), creado en 1978 a raíz de los pactos de la Moncloa  es el organismo encargado de la la administración del sistema de pensiones.

Sus fuentes de ingresos fundamentales son dos, la principal, las cotizaciones de empresarios y trabajadores,  corresponden  al concepto de salarios diferidos de los trabajadores. En segundo lugar están las aportaciones del Estado, dedicadas a complementos de mínimos y a pensiones no contributivas.

Este esquema implica que los ingresos de los pensionistas son sufragados exclusivamente con las cuotas de los trabajadores activos, en un modelo de solidaridad intergenaracional. A causa de la disminución relativa del número de cotizantes sobre el número de pensionistas, este modelo está llegando a sus limites. El incremento del paro por un lado y el aumento de la esperanza de vida por otro,  contribuyen también al agotamiento del modelo. Por último, la precarización de los salarios y los contratos abusivos disminuyen todavía mas esta relación.

Para evitar el agotamiento del sistema de financiación hay dos salidas, una  reducir la cuantía de las pensiones, que es la que el gobierno adoptó en 2013 modificando los parámetros de revalorización de las pensiones de forma que es prácticamente imposible que se sobrepase el mínimo del 0,25 % anual, y reduciendo la cuantía de las nuevas pensiones, introduciendo el llamado factor de sostenibilidad en el método de calculo que es una forma de reducir su cuantía a largo plazo.

La segunda salida es mantener la revalorización de las pensiones complementando su financiación con recursos obtenidos de los presupuestos del Estado, como se hace en otros países avanzados de la Unión Europea. No es obligatorio que las pensiones contributivas se financien exclusivamente con las cotizaciones.

Si durante los años anteriores la reducción de las pensiones ha sido relativamente poco significativa debido a la baja inflación, este último año, con el inicio de la recuperación económica, la inflación ha subido y el deterioro de las pensiones empieza  a ser apreciable.

Las fuertes movilizaciones de los pensionistas han conseguido cambiar la actitud del gobierno, en una primera fase intentaron subir solo a viudas y pensiones mínimas, con la clara intención de dividir a los jubilados y reducir sus movilizaciones. Finalmente el PNV fue sensible a la presión y condicionó su  imprescindible apoyo a los PGE a que se subiesen las pensiones de acuerdo con el IPC en los años 2018 y 2019 y se aplazase la puesta en marcha del factor  de sostenibilidad hasta el año 2023. Esta solución responde a corto plazo, al 100 por 100 de las principales reivindicaciones de los pensionistas, pero deja el interrogante sobre el modelo futuro del sistema de pensiones.

A largo plazo sigue todavía la espada de Damocles de las siguientes revisiones y del factor de sostenibilidad. Es necesario garantizar para el futuro las revisiones según el IPC y anular el factor de sostenibilidad  y para conseguirlo, la herramienta que hay que utilizar no es otra que el Pacto de Toledo que lleva demasiado tiempo desactivado.

Un sector del movimiento de pensionistas se ha venido arriba con este triunfo, y aprovecha la coyuntura para pedir que los valores mínimos de las pensiones alcancen valores superiores incluso  en casi  un 50% al SMI. Desconfían también del Pacto de Toledo como cauce para asegurar el futuro de las pensiones.

Esta posición puede llegar a ser poco realista, los pensionistas hemos ganado una batalla muy importante y la siguiente es  consolidar para el futuro lo que hemos ganado para estos dos años. Una huida hacia adelante puede estallarnos en la cara y hacernos perder apoyo social.

Por otro lado, muchos pensionistas están teniendo que soportar cargas económicas de sus familiares que, en rigor, no les corresponden pues los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores tendrían que mejorar a corto plazo para que sean suficientes para poder afrontar de forma completa todas sus necesidades sin necesidad de tener que pedir apoyo a sus abuelos. La batalla social que ya están empezando a librar los sindicatos de clase deben tener como resultado una subida generalizada de salarios y una mejora de la negociación colectiva, que, de rebote, aliviara la presión económica osbre los pensionistas.

Desde un punto de vista político, los pensionistas tendríamos que analizar los planteamientos sociales de los partidos de la derecha española. El PP intentando engañarnos y dividirnos y Ciudadanos ignorando totalmente nuestras reivindicaciones.

Entre los partidos que finalmente van a apoyar los presupuestos,  solo el PNV  ha estado a la altura de las circunstancias siendo sensible a las movilizaciones. Confío en que se respeten los pactos y que la actualización de las pensiones llegue finalmente a buen puerto con los presupuestos.


3 comentarios:

  1. Jaime de Majadshonda.9 de mayo de 2018, 19:57

    En abril de 2017, el CIS dio al PSOE un 20%; en el mes de julio, tras ser elegido Pedro Sánchez el PSOE subió al 24,9, y desde entonces el PSOE baja y baja hasta el 22 de ahora, incapaz de quitsrle un voto a un PP hundido de corrupción y por políticas de dedigualdad.
    No hay proyecto ni claridad; nadie reconoce al PSOE, wue tiene una verdadera autopista para desarrollar la socialdemocracia de siempre.

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    1. Soy Jaime Benavides, y no tengo nada que ver con el tal Jaime de Majadshonda, que hace el comentario anterior, agradeciéndole que se identificase de alguna forma mas clara o poniendo una fotografía, para que no haya errores como alguno que ya me han comentado, Muchas gracias

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  2. En efecto, las movilizaciones de los pensionistas han tenido éxito. Son muchos votos los que se juega Rajoy y el PNV. Pero ahora hace falta un pacto que garantice que las pensiones no van a bajar.

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