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18 febrero 2019

Concilium interruptus y elecciones anticipadas

La brusca interrupción de la legislatura (concilium interruptus) por el rechazo  a los presupuestos  presentados por el gobierno socialista, deja la misma sensación que un  coitus interruptus: se ha cortado en el mejor momento.

Después de casi nueve meses, el gobierno socialista apoyado por solo 85 diputados fijos más la adhesión, muchas veces problemática de otros grupos parlamentarios, ha avanzado mucho más que el gobierno de Rajoy en cinco años. El rechazo presupuestario, apoyado por las derechas y por los separatistas catalanes, en este caso por sus propias razones independentistas, ha dejado una sensación  de que las cosas se han quedado a medias y no se han podido culminar.

Durante estos meses, las derechas han ido poniendo continuamente palos en las ruedas utilizando su control de la mesa del parlamento y del Senado para bloquear iniciativas del gobierno, entre ellas las económicas como la aprobación de una nueva senda de déficit que hubiera permitido disponer de más recursos económicos. La votación en contra del mejor presupuesto de los últimos, años ha sido la guinda del pastel que ha culminado una lamentable actuación política.

Después de el rechazo  a los presupuestos el gobierno tenía básicamente dos opciones, adelantar como ha hecho la convocatoria o aguantar hasta el otoño intentando apurar la legislatura aprobando algunas medidas más. Una tercera opción hubiera sido el "super domingo electoral" pero la concentración excesiva de  de procesos electorales hace que se confundan los planteamientos generales con los locales y autonómicos, dificultando que candidatos a alcaldes y a presidentes autonómicos puedan hacer sus planteamientos con claridad.

El proceso interrumpido debiera tener continuidad después del 28 de abril con un gobierno progresista con unos apoyos similares a los habidos en la legislatura que termina pero mucho más potentes pues los partidos progresistas deben mejorar sus resultados.

Casi todas las encuestas, incluidas las tipo "Señorita Pepis" sin ficha técnica, dan la victoria al PSOE aunque reflejan también un empate técnico entre los bloques de la derecha "trifálica", en afortunado lapsus de la ministra de justicia y el bloque de la moción de censura. (PSOE+ Podemos+ Nacionalistas vascos y catalanes). Creo sin embargo que la encuesta que ofrece mayor confianza es la del CIS, a pesar de todas las criticas, muchas de ellas interesadas. En el último barómetro, Enero de 2019, el CIS daba los siguientes datos, sobre un voto decidido del 68,6%:


Bloque de la moción de censura


  • PSOE                               20,5%
  • Podemos + Confluencias     8,8%
  • Nacionalistas catalanes       3.9%
  • Nacionalistas Vascos           1,7%
Total Bloque                            34,5%


Bloque Trifálico

  • Ciudadanos                        12,1%
  • PP                                     10,7%
  • Vox                                     4,5%
Total Bloque                             26,3%

Estos datos NO implican intención de voto, pues hay un 31,4% de encuestados que no se ha pronunciado y que, seguramente, decidirá su voto en los últimos días.

Hay que considerar también que tanto los partidos nacionalistas, como las confluencias de Podemos, tienen concentrado su ámbito de actuación solo en algunas circunscripciones (Euskadi, Cataluña, Valencia o Galicia), por lo que la traducción de votos en escaños es mucho más favorable.

Por otro lado, una derecha dividida en tres partes, tendrá muchas dificultades en traducir sus votos a representantes en las provincias de menor población.

Desde una apreciación más subjetiva, no debería ser difícil derrotar a una derecha dividida en tres, con unos comportamientos zafios y mentirosos y que tiene como principal estrategia considerar a Cataluña como país enemigo intentando doblegarla con la aplicación dura del 155, sin necesidad de justificación. Cataluña es una parte de España y es imprescindible, a pesar de las dificultades existentes, que no son pocas, buscar cauces de negociación que faciliten la convivencia en la propia Cataluña y entre catalanes y el resto de  españoles.

Si la izquierda es capaz de movilizarse, si asume con entusiasmo el reto de desarrollar el programa que ha quedado inconcluso por el rechazo a los presupuestos, es casi seguro que recuperaremos el gobierno.

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