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02 octubre 2013

Empiezan a caer los caciques


Hoy, después de más de diez años de instrucción, empieza el juicio contra el gran cacique de Castellón, Carlos Fabra, eterno presidente de su diputación, gran hacedor de favores de todo tipo, y asiduo acertante de la lotería con fines de blanqueo, además de impulsor de un aeropuerto, que todavía no ha tenido un solo vuelo.

Para instruir el sumario han hecho falta nueve jueces y cuatro fiscales, pues este personaje ha hecho siempre todo lo posible para promover cambios en el juzgado de Nules que retrasaran su procesamiento.
Fabra es uno de los muchos caciques de la Comunidad Valenciana que es, junto con Madrid, uno de los centros más emblemáticos de los chanchullos del Partido Popular.

El procesamiento de Fabra, que hay que esperar acabe en condena, sigue al anterior de Camps, por el caso de los trajes, aunque para el antiguo presidente del gobierno valenciano no será el último. Todavía puede ser procesado y condenado por alguno de los asuntos que tiene pendientes.



En la misma fecha que empieza el juicio de Fabra, se produce la caída del gran cacique de la política europea: Silvio Berlusconi.
Berlusconi ha sido condenado a cuatro años de carcel por el fraude fiscal de Mediaset (Telecinco) uno de los múltiples procesos que tiene abiertos el político italiano. Por peculiaridades de la justicia italiana, ampliamente manipulada por este personaje durante muchos años, esta condena no lleva necesariamente asociada la de inhabilitación de cargo público, aunque existe la posibilidad de que el Senado pueda expulsarle de su escaño y quitarle de una vez la inmunidad parlamentaria.
Al lado de Berlusconi, Carlos Fabra es un principiante. El dirigente de la derecha italiana tiene abiertos procesos por casi todo, desde corrupción de menores e incitación a la prostitución, hasta delitos económicos de todo tipo, y ha hecho toda clase de maniobras políticas para librarse de la condena.
La última operación ha sido poner en riesgo el precario gobierno italiano, fruto de un sistema electoral imposible, que el mismo impulsó para perpetuar su poder, que dificulta enormemente la solución lógica que serían las elecciones anticipadas.
La moción de confianza, presentada por el Primer Ministro italiano Enrico Letta, ha triunfado finalmente y ha contado hasta con los votos del Cavallieri que ha tenido que dar marcha atrás en su boicot, ante las deserciones que había en su propio grupo.

Lamentablemente el M5S, versión italiana del 15M, se ha vuelto a estrellar votando en contra de la moción de confianza, como si la cosa no fuera con ellos.


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