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03 agosto 2014

Gaza


En 1947, la ONU accedió a las pretensiones del sionismo internacional y les concedió parte del territorio palestino para la instauración del Estado de Israel, despreciando con ello los legítimos derechos de los habitantes naturales de la zona: El pueblo palestino.

El origen de esta pretensión se remonta a la declaración Balfour de 1917, por la que el gobierno británico reconoció los "derechos" de los judíos a su "Tierra prometida"


Estimado Lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,

En los 67 años transcurridos desde la decisión de la ONU, los continuos conflictos militares han hecho evolucionar el mapa de la zona (ver figura) de forma muy significativa. Los israelíes parecen querer ir todavía más lejos y su intención es dejar reducido el Estado Palestino a unas cuantas zonas aisladas y desconectadas entre sí.

El bombardeo sistemático y el posterior ataque terrestre de estos días (Julio- Agosto de 2014) a la franja de Gaza, no es más que la continuación de las intervenciones realizadas en años anteriores, aunque esta vez con mayor dureza y duración, orientadas a destruir las escasas infraestructuras militares y civiles que puedan tener los palestinos e impedir con ello cualquier posibilidad de que salgan de la situación de semiesclavitud en la que se encuentran desde 1947.

Si el sionismo internacional fue determinante en su momento para la creación del estado de Israel, basado en el absurdo argumento bíblico de una tierra prometida hace más de tres mil años, lo sigue siendo actualmente para su mantenimiento por la fuerza económica y política que sigue teniendo el lobby judío en todo el mundo, que complementa de forma muy eficaz las enormes limitaciones que tiene la ONU de intervenir políticamente en un conflicto en el que está implicado alguna de las grandes potencias mundiales, especialmente si son EE.UU. o Rusia.

Si la ONU no interviene, Rusia se calla, EE.UU. sigue apoyando política, militar y económicamente a Israel limitándose, en el mejor de los casos, a declaraciones en las que equilibra las culpas entre palestinos e israelies. Si los países árabes andan enredados en sus propias y eternas crisis y Europa mantiene su “dontancredismo habitual”.

¿Que apoyos le  quedan a los palestinos?

Más pronto o más tarde, esperemos que antes de que se extienda el conflicto a Cisjordania, se conseguirá un alto el fuego en Gaza que, si no se producen cambios sustanciales en las posiciones de los actores principales, solo servirá para empezar a abordar de forma urgente la reconstrucción de Gaza y volver una vez más al punto cero del ciclo.

Cuando, dentro de unos cuantos años, Palestina haya alcanzado otra vez un nivel mínimo de desarrollo, Israel considerará que ha llegado el momento de volver a empezar, y tendremos una situación similar a la actual.

Es imprescindible que se convoque una conferencia de paz sobre Palestina en la que ese impliquen la ONU y las principales potencias mundiales. En esta conferencia tendrían que crearse las condiciones políticas y económicas, un “plan Marshal”, necesarias para que Palestina pueda ser un Estado viable, y todo ello, bajo el control de tropas internacionales, cascos azules, que eviten los incidentes continuos entre Palestinos e Israelies.

Una vez termine el enfrentamiento actual, el asunto está en saber si las organizaciones internacionales y las potencias dominantes, están interesadas en buscar soluciones reales o, como en tantas ocasiones, van a agachar la cabeza ante el sionismo y se van a limitar a grandes declaraciones de escaso valor, para que, finalmente, todo se quede igual.

En esta desigual lucha entre el David Palestino y el Goliat Israeli, es necesario que David encuentre el punto débil Goliat para hacerle reflexionar y obligarle a buscar soluciones políticas. Esta debilidad la pueden encontrar en la propia retaguardia israelí.

Un país moderno como Israel es muy sensible a que se produzcan bajas entre sus soldados y más aun, que afecten a su población civil.

Las 65 bajas israelíes son mínimas comparadas con los más de mil quinientos palestinos muertos, con un alto porcentaje de victimas civiles, niños incluidos; pero son bastante mayores que las que han tenido en conflictos anteriores y esa situación empieza a afectar directamente a la población que puede empezar a ver que su habitual inmunidad todopoderosa empieza a resquebrajarse.

Un segundo factor que incide en esta línea, es la mejora del alcance de los cohetes lanzados por los palestinos, capaces de alcanzar hasta 150 kilómetros y llegar a ciudades israelíes muy alejadas de Gaza, afectando a la población civil y a infraestructuras básicas como el aeropuerto internacional de Tel Aviv, que ha tenido que suspender sus operaciones durante varios días.

Hay que esperar también que las voces que se están levantando en Israel y Palestina en favor de soluciones estables, tengan una influencia creciente en las poblaciones de ambos países. A titulo ilustrativo, el diario El País publicaba a finales de Julio varios artículos de opinión firmados por destacadas personalidades israelíes y palestinas:
   Pedir acuerdos no es sabotear la victoria(Edgar Keret escritor Israelí)
   La trampa de Gaza (Sholomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos exteriores de Israel y vicepresidente del Centro Internacional para la Paz de Toledo)
   Por favor no caigan en la tentación (Yamila Fakhouri profesora de derecho penal internacional y escritora palestina)
Por último, pero no menos importante, está la presión moral que podemos y debemos hacer todas las organizaciones y ciudadanos progresistas, mediante manifestaciones, escritos y otros actos para pedir que se acabe con esta situación impropia del siglo XXI.

El conflicto de Palestina es una de esas situaciones mundiales, no la única, que avergüenza a toda la comunidad internacional y a la que hay que dar una salida positiva cuanto antes.

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