En 1947, la ONU accedió a las pretensiones del sionismo internacional y les concedió parte del territorio palestino para la instauración del Estado de Israel, despreciando con ello los legítimos derechos de los habitantes naturales de la
zona: El pueblo palestino.
El origen de esta pretensión se remonta a la declaración Balfour de 1917, por la
que el gobierno británico reconoció los "derechos" de los judíos a su "Tierra
prometida"
2 de noviembre de 1917.
Estimado Lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
En los 67 años transcurridos
desde la decisión de la ONU, los continuos conflictos militares han hecho
evolucionar el mapa de la zona (ver figura) de forma muy significativa. Los
israelíes parecen querer ir todavía más lejos y su intención es dejar reducido
el Estado Palestino a unas cuantas zonas aisladas y desconectadas entre sí.
El bombardeo sistemático y el
posterior ataque terrestre de estos días (Julio- Agosto de 2014) a la franja de
Gaza, no es más que la continuación de las intervenciones realizadas en años
anteriores, aunque esta vez con mayor dureza y duración, orientadas a destruir
las escasas infraestructuras militares y civiles que puedan tener los
palestinos e impedir con ello cualquier posibilidad de que salgan de la
situación de semiesclavitud en la que se encuentran desde 1947.
Si el sionismo internacional
fue determinante en su momento para la creación del estado de Israel, basado en
el absurdo argumento bíblico de una tierra prometida hace más de tres mil años,
lo sigue siendo actualmente para su mantenimiento por la fuerza económica y
política que sigue teniendo el lobby judío en todo el mundo, que complementa de
forma muy eficaz las enormes limitaciones que tiene la ONU de intervenir
políticamente en un conflicto en el que está implicado alguna de las grandes
potencias mundiales, especialmente si son EE.UU. o Rusia.
Si la ONU no interviene, Rusia
se calla, EE.UU. sigue apoyando política, militar y económicamente a Israel
limitándose, en el mejor de los casos, a declaraciones en las que equilibra las
culpas entre palestinos e israelies. Si los países árabes andan enredados en
sus propias y eternas crisis y Europa mantiene su “dontancredismo habitual”.
¿Que apoyos le quedan a los palestinos?
Más pronto o más tarde,
esperemos que antes de que se extienda el conflicto a Cisjordania, se
conseguirá un alto el fuego en Gaza que, si no se producen cambios sustanciales
en las posiciones de los actores principales, solo servirá para empezar a
abordar de forma urgente la reconstrucción de Gaza y volver una vez más al
punto cero del ciclo.
Cuando, dentro de unos cuantos
años, Palestina haya alcanzado otra vez un nivel mínimo de desarrollo, Israel
considerará que ha llegado el momento de volver a empezar, y tendremos una
situación similar a la actual.
Es imprescindible que se
convoque una conferencia de paz sobre Palestina en la que ese impliquen la ONU
y las principales potencias mundiales. En esta conferencia tendrían que crearse
las condiciones políticas y económicas, un “plan Marshal”, necesarias para que
Palestina pueda ser un Estado viable, y todo ello, bajo el control de tropas
internacionales, cascos azules, que eviten los incidentes continuos entre
Palestinos e Israelies.
Una vez termine el
enfrentamiento actual, el asunto está en saber si las organizaciones
internacionales y las potencias dominantes, están interesadas en buscar
soluciones reales o, como en tantas ocasiones, van a agachar la cabeza ante el
sionismo y se van a limitar a grandes declaraciones de escaso valor, para que,
finalmente, todo se quede igual.
En esta desigual lucha entre el
David Palestino y el Goliat Israeli, es necesario que David encuentre el punto
débil Goliat para hacerle reflexionar y obligarle a buscar soluciones
políticas. Esta debilidad la pueden encontrar en la propia retaguardia israelí.
Un país moderno como Israel es
muy sensible a que se produzcan bajas entre sus soldados y más aun, que afecten
a su población civil.
Las 65 bajas israelíes son
mínimas comparadas con los más de mil quinientos palestinos muertos, con un
alto porcentaje de victimas civiles, niños incluidos; pero son bastante mayores
que las que han tenido en conflictos anteriores y esa situación empieza a
afectar directamente a la población que puede empezar a ver que su habitual
inmunidad todopoderosa empieza a resquebrajarse.
Un segundo factor que incide en
esta línea, es la mejora del alcance de los cohetes lanzados por los
palestinos, capaces de alcanzar hasta 150 kilómetros y llegar a ciudades
israelíes muy alejadas de Gaza, afectando a la población civil y a
infraestructuras básicas como el aeropuerto internacional de Tel Aviv, que ha
tenido que suspender sus operaciones durante varios días.
Hay que esperar también que las
voces que se están levantando en Israel y Palestina en favor de soluciones
estables, tengan una influencia creciente en las poblaciones de ambos países. A
titulo ilustrativo, el diario El País publicaba a finales de Julio varios
artículos de opinión firmados por destacadas personalidades israelíes y
palestinas:
• Pedir
acuerdos no es sabotear la victoria(Edgar Keret escritor Israelí)
• La trampa
de Gaza (Sholomo Ben Ami, ex
ministro de Asuntos exteriores de Israel y vicepresidente del Centro
Internacional para la Paz de Toledo)
• Por favor
no caigan en la tentación (Yamila Fakhouri profesora de derecho penal internacional y
escritora palestina)
Por último, pero no menos
importante, está la presión moral que podemos y debemos hacer todas las
organizaciones y ciudadanos progresistas, mediante manifestaciones, escritos y
otros actos para pedir que se acabe con esta situación impropia del siglo XXI.
El conflicto de Palestina es
una de esas situaciones mundiales, no la única, que avergüenza a toda la
comunidad internacional y a la que hay que dar una salida positiva cuanto
antes.
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