Después de las elecciones del 26J, repetición de las del 20D, el electorado ha clarificado su mandato a los partidos políticos.
En síntesis, el esquema básico de fraccionamiento del escenario se mantiene muy similar al 30D, pero con algunas variantes que se reflejaban en el balance publicado hace dos días.
- Hay que evitar convocar nuevas elecciones.
- La derecha ha concentrado una buena parte de su voto en el PP.
- La izquierda ha castigado con fuerza a Unidos Podemos pero no ha trasladado su apoyo al PSOE.
Con estos datos básicos se puede interpretar que el electorado ha considerado que el PP debe formar un gobierno que, en ningún caso, puede tener las características del formado en 2011 con patente de corso para seguir sus criterios sin contar con nadie.
Los restantes partidos deben asumir esta situación y colaborar, sin traicionar sus programas y su ideología, en la gobernanza del país. Este escenario tiene soluciones, siempre que cada uno sepa interpretar su papel correctamente.
El PP debe rectificar algunas de las aristas mas afiladas de su programa político, económico y social y a alguno de sus talibanes más notorios.
Cs, como partido más cercano al PP, tiene que desarrollar sus dotes de bisagra, y de forma similar a como lo hizo en las autonómicas de Andalucía y Madrid, facilitar el gobierno a cambio, en primer lugar de una limpieza profunda del PP, en segundo de que modere algunas de sus políticas económicas y sociales.
Para que este esquema funcione, es imprescindible, que haya un acuerdo básico PP-Cs que sumaría 169 diputados, que necesitaría ser complementado con otros apoyos.
Los partidos nacionalistas, todos ellos menos Bildu y ERC en el campo del centroderecha, podrían tener ese papel complementario. En total suman 25 diputados, 14 de ellos de centro derecha.
Si excluimos de cualquier colaboración, por razones obvias, a los ocho diputados de Convergencia de Cataluña, quedarían cinco del PNV y dos canarios, uno de ellos en las listas del PSOE, que podrían completar mayorías. Un acuerdo de estas características sumaría los 176 diputados de la mayoría necesaria.
El PSOE debe liderar la oposición de forma constructiva, como lo ha hecho en muchas ocasiones, pero favoreciendo pactos de Estado o de menor rango, donde y cuando sea necesario, para acometer, al menos, alguna de las profundas reformas que España necesita.
Si no fuera posible que el PP y Cs sumasen a los nacionalistas, y se dieran algunos requisitos mínimos, el PSOE podría prestar las abstenciones necesarias para, sin salirse un ápice de su papel de liderar la oposición, permitir que hubiera un gobierno.
Por último queda UnPo, que tendrán que decidir que hacer con sus diputados, una vez se hayan lamido las heridas del batacazo. Pueden optar por "echarse al monte" y "batasunizar" su acción política, disparando a todo lo que se mueve y clamando contra tirios y troyanos, o centrar su discurso de forma positiva y aportar ideas desde la izquierda que representan. Espacio va a haber para ello.
UnPo es una coalición muy variopinta, con gentes de diversas procedencias que pueden actuar de formas diferentes. En la legislatura que acaba de terminar ya se vieron algunas de ellas, especialmente con Compromis Valenciano, que se fue al grupo mixto a las primeras de cambio para mantener una cierta personalidad, que hizo valer, de forma positiva, en los intentos de pacto que se sucedieron. Hay que esperar que Compromis, IU, alguna otra confluencia, o incluso sectores del núcleo central de Podemos reflexionen y tomen decisiones positivas.
Es previsible una legislatura de transición corta que aclare posiciones y permita un gobierno mas definido antes de que pasen los cuatro años, pero la duración de una legislatura nunca se sabe.