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07 diciembre 2015

Multipartidismo

La próxima convocatoria electoral, casi coincidente con el aniversario de la aprobación de la constitución, se produce en un escenario muy diferente al existente en los 37 años anteriores. Durante este período ha habido dos partidos claramente dominantes, UCD primero y PP después, y PSOE, que se han alternado en el gobierno, contando a veces con el apoyo externo de otros grupos más pequeños de carácter nacionalista.

Este modelo ha permitido mantener gobiernos estables y fuertes, pues los apoyos políticos complementarios se han orientado preferentemente, a obtener como contrapartida avances en los desarrollos autonómicos de Euskadi y Catalunya, que posteriormente se han generalizado a otras CC.AA.

Este procedimiento ha tenido como efecto secundario, mas beneficioso que perjudicial, la configuración cuasi federal que tenemos actualmente en España. 

En el lado negativo, este duopolio del poder estatal ha favorecido algunos abusos, que han tenido en los procesos de corrupción su expresión más negativa.

Este bipartidismo fáctico no es fruto de ninguna conspiración, como argumentan algunos de los nuevos partidos, sino el resultado de las enormes diferencias en votos que han tenido los dos grandes partidos sobre el tercero. En 2011, por ejemplo, el PP obtuvo 6,5 más votos que el tercer partido IU y el PSOE, 4 veces más.

El sistema electoral español es básicamente proporcional aunque tenga algunas distorsiones derivadas del desigual tamaño de las provincias. Hoy, en 2015, pueden proponerse circunscripciones electorales autonómicas, que favorecerían una mayor proporcionalidad, pero en 1978 no había  más división  territorial que las provincias. El blindaje del sistema electoral en la constitución tiene también toda la lógica del mundo visto desde la perspectiva de 1978.

Las encuestas publicadas últimamente, muestran con claridad que el sistema electoral no es en absoluto bipartidista y permite esquemas pluripartidistas, siempre que los electores, como parece que pasará el 20D, otorguen votos suficientes a otros partidos.

Un modelo con cuatro grandes partidos, más algunos otros pequeños, no es mejor ni peor que un modelo con solo dos, pero tiene unas características muy diferentes. Dependiendo de como se administre aparecerán sus fortalezas o sus debilidades.

Este nuevo modelo va a requerir el acuerdo de dos partidos, y posiblemente de algun complemento adicional, para conseguir mayorías de gobierno. No habrá un partido vencedor que obtenga el derecho a gobernar, la proclama de Rajoy de que tiene que gobernar el partido más votado, cuando todas las encuestas le dan muy por debajo del 30%, no es más que una "boutade".

Las elecciones darán como resultado, dependiendo de la aritmética, un gobierno de derechas (apoyado por PP y Cs), de centro izquierda (PSOE y Cs) o de izquierdas (PSOE y Podemos), cualquier otra combinación no sería políticamente posible ni deseable.

En este sentido, la campaña electoral no está ofreciendo buenas perspectivas pues las descalificaciones a cuatro bandas son continuas, sobresaliendo en esta practica, de formas sorprendente, los nuevos partidos que se consideran a si mismo regeneracionistas.

La cultura del pacto está muy poco arraigada en España y la descalificación permanente del adversario no es la mejor manera de fomentarla.


1 comentario:

  1. Yo pienso que va a haber un Gobierno C's - PSOE con el apoyo en la investidura de Podemos. Es un mal menor. Lo horrible sería otro Gobierno de Rajoy.
    La población no quiere otra mayoría absoluta.
    Y quiere probar otra cosa distinta del bipartidismo.
    ¿Durará 4 años ese Gobierno? Es muy difícil. En dos años otras elecciones generales.
    ¿Y qué pasará con el PP si pierde el poder? Pues a lo mejor se disuelve como un azucarillo.

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