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10 marzo 2017

Libertad de expresión

Que la libertad de expresión es un derecho fundamental en democracia, es una afirmación que no se puede cuestionar en el siglo XXI. 

Hace unos años, cuando no existían redes sociales, la libertad de expresión era básicamente un derecho de los profesionales de la prensa, mientras que los simples ciudadanos solo nos quedaba la opción de elegir que medio escrito o audiovisual, queríamos utilizar para informarnos.

En los últimos años, el auge que ha adquirido internet y sobre todo, las redes sociales, han modificado la aplicación del concepto de libertad de expresión. Ahora los ciudadanos tenemos opción de expresar y difundir nuestras opiniones y buscar la información que necesitamos en sus propias fuentes, sin necesidad de la intermediación de los medios de comunicación tradicionales, que, de este modo, están perdiendo fuerza e influencia. 

Esta reflexión viene a cuento por la ridícula nota de la Asociación de la prensa de Madrid (APM), o mas bien su sector más conservador, rasgándose las vestiduras porque dicen que Podemos presiona a la prensa y, con la iglesia hemos topao, los dueños del micrófono han sido criticados y no lo pueden tolerar. 

La relación entre partidos políticos y medios de comunicación ha tenido siempre un cierto grado de enfrentamiento, pues los partidos buscan evitar informaciones perjudiciales o conseguir publicidad a sus planteamientos y los grandes medios tienen muchas veces tentaciones políticas sin necesidad de pasar por las urnas. 

No tengo ninguna intención de defender a los podemitas y soy plenamente consciente del abuso que hacen en las redes sociales de lanzar regimientos de troles, multiplicados por el numero de nicks que tenga cada uno, para crucificar a quien les parezca, sea periodista, representante político de otro partido o cualquier otro ciudadano que les contradiga, pero la libertad de expresión está por encima de esas consideraciones. El abuso que hacen en las redes, y no solo ellos, forma parte del coste de la libertad de expresión y aunque no nos guste, en terminos generales, no es un delito.

En cuanto a otro tipo de presiones, algunas han sido directas tipo matón de barrio como hace Trump, enfrentándose en público con la prensa y otras, según dicen aunque no especifican de otras características mas privadas que, en todo caso, deberían denunciar si así lo consideran.

Presiones políticas de mayor entidad son las que hacen algunos políticos desde el poder condicionando la financiación via publicidad de la prensa, cuando no le gustan lo que publican.

Injerencia de la prensa en los partidos es lo que algunos grupos mediáticos, como PRISA o la Sexta, nos están haciendo a los socialistas que apoyamos a Pedro Sanchez, ignorando su campaña e incluso editorializando en su contra de forma directa.

Por otra parte, Podemos ha tenido desde su nacimiento un apoyo mediático desproporcionado, habiendo momentos en que en todas las tertulias de todas las cadenas de TV había un podemita dando su opinión, tampoco pasa nada porque ahora baje el souflé y reciban algunas críticas como nos pasa a los demás partidos. También deberían controlar sus agresivas respuestas en las redes sociales, pues acabaran siendo contraproducentes para ellos, de momentos solo son molestas como una china en el zapato.



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