Finalmente, y de forma inevitable, el gobierno tuvo que recurrir al articulo 155 de la Constitución para restaurar la legalidad en la Generalitat.
Los intentos de que el Govern volviera a la normalidad por sus propios medios, convocando elecciones autonómicas, no dieron frutos. El president Puigdemont, que está resultando ser un personaje muy pintoresco y muy poco serio, amagó con la convocatoria para, a continuación, convocar un pleno extraordinario, en el que se dio por proclamada la República Catalana, en el prologo expresamente no votado de una resolución, que se votó de forma secreta para evitar las responsabilidades penales de los diputados secesionistas.
Las bufonadas del final del procés no han acabado todavía, después de las esperables denuncias penales de la fiscalía, el president desparece y aparece de forma sorpresiva en Bruselas con medio gobierno, no se sabe si para hacer una rueda de prensa porque en España no hay libertades para ello. El president ha sido citado en la Audiencia Nacional para el próximo jueves, no sería de estrañar que se quedase en Bruselas para provocar su detención y encarcelamiento y luego volver al victimismo de los presos políticos.
Dejando aparte estas grotescas historias, que espero pasen a segundo plano, la realidad es que la autonomía catalana se ha intervenido con prudencia y acierto y el procés va dar paso a una campaña electoral en la que los ciudadanos catalanes eligiran un nuevo gobierno.
Los resultados de estas elecciones son bastante inciertos. Probablemente se presentaran los mismos partidos aunque con distinta configuración, los independentistas que han formado la candidatura JxS es muy probable que no repitan coalición y vaya cada uno por su lado, y sería posible y deseable que cambiasen sus planteamientos para alcanzar la independencia, evitando intentar una nueva edición del procés. En el caso del PDCAT el viraje podría ser profundo si la candidatura pasa a estar formada por nacionalistas moderados. De no ser así sería posible que se formara una candidatura diferente del sector moderado de los nacionalistas.
Los partidos constitucionales no es previsible que cambien sus planteamientos, aunque un gobierno sin nacionalistas, dada la correlación de fuerzas, no parece factible.
La CUP, si finalmente se presenta, que parece lo más probable, mantendrá con toda probabilidad sus planteamientos independentista radicales.
Queda finalmente el confuso mundo de Podemos, Cataluña en Común, ICV , etc, que se ha pasado estos años en una equidistancia absurda, intentando ser el fiel de la balanza y disparando a todo lo que se mueve. Esta actitud deliberadamente ambigua con grandes aspavientos es muy posible que les produzca un fuerte revés electoral en Cataluña y en el resto del Estado.