Hay otras catástrofes humanitarias de las que no podemos echarle la culpa a la naturaleza, son responsabilidad exclusiva nuestra, de los seres humanos, sea por acción u omisión.
Tanto la situación económica en muchos países terceros, como las crueles guerras que se están librando en ellos o la intransigencia racial y religiosa, están dando lugar a grandes migraciones que cruzan los mares utilizando frágiles embarcaciones, en busca de un futuro mejor.
Hasta hace unos años el problema parecía estar centrado en el estrecho de Gibraltar donde, con mucha frecuencia, inmigrantes norteafricanos y subsaharianos, se aventuraban en frágiles pateras buscando las costas españolas. El flujo de emigrantes por el estrecho es variable, depende mucho de la actitud de Marruecos, que ejerce mayor o menor control según sean las circunstancias políticas, no obstante el dispositivo combinado de vigilancia de fronteras, salvamento marítimo y cruz roja, ha conseguido una eficacia notable en el rescate de los inmigrantes. Hace tiempo que prácticamente ninguna patera llega por su cuenta a las costas españolas, casi todas son interceptadas y los inmigrantes rescatados. El número de victimas en el mar de estas migraciones ha descendido de forma muy considerable.
En España tuvimos hace poco menos de una década la llamada crisis de los cayucos, pequeñas embarcaciones de fondo plano que cruzaban el atlántico desde el golfo de Guinea hasta las islas Canarias, esta travesía mucho mas peligros que la del estrecho por hacerse en mar abierto y ser la distancia mucho mayor, tuvo bastante incidencia en Agosto de 2006. A partir de ese momento, la combinación de medidas de acuerdo de vigilancia de fronteras, formación profesional y algunas inversiones, coordinadas por el entonces ministro del interior A. P. Rubalcaba, consiguió en el año 2009 acabar con el tráfico de cayucos.
La guerra de Libia y Siria, junto con las ofensivas de el Estado Islámico en el Sahel, han generado una nueva ola de refugiados, con origen principalmente en las costas de Libia, donde mafias organizadas los embarcan por centenares en viejas barcazas, abandonándolos luego a su suerte. Los dispositivos, más de vigilancia que de rescate, puestos en marcha por la Unión Europea no han sido suficientes y ha habido grandes naufragios con centenares de victimas. La extensión y la falta de control de las costas de Libia, la separación con las costas italianas, y las habituales dificultades de la U.E. en llegar a acuerdos satisfactorios para todos, hace que la búsqueda de soluciones eficaces a esta situación se retrase considerablemente.
Un problema no resuelto es que hacer con los inmigrantes rescatados. Hasta ahora se les mantiene una temporada en centros de internamiento específicos, algunos de ellos casi prisiones, para luego repatriarlos o en el mejor de los casos, convertirlos en "sin papeles" sin derechos, es decir en NO ciudadanos, que vagan por nuestras ciudades mendigando o buscándose la vida como pueden.
La Comisión de la U.E. ha reaccionado, con una propuesta vinculante que define cuotas por países para acoger inmigrantes demandantes de asilo, tanto los que ya han llegado a Europa como en sus países de origen o de transito.
La iniciativa que, como es habitual en Europa, ya está siendo cuestionada por algunos Estados, es un paso imprescindible, aunque seguramente insuficiente, pero que esperemos, una vez superada la fase de dimes y diretes habituales entre estados, consiga alcanzar un acuerdo minimamente satisfactorio.
Mucho mas grave es la situación de los refugiados de Birmania y Bangladesh, en el golfo de Bengala, que son directamente rechazados y devueltos al mar, sin agua ni alimentos, por las autoridades de Tailandia, Malasia e Indonesia. Cerca de diez mil refugiados demandantes de asilo vagan hacinados en barcazas en condiciones muy precarias. La ONU a través de ACNUR y con el apoyo de organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y otras, ha hecho un llamamiento a los países citados y a la comunidad internacional, para que colaboren en la búsqueda de soluciones urgentes a esta situación.
Ante la inmensidad de estos problemas, a los ciudadanos de a pie no nos queda más que colaborar con las organizaciones humanitarias que están trabajando en estos temas y presionar para que se aceleren las gestiones necesarias.
He encontrado dos iniciativas en Change.org que pueden ser útiles:
- La primera, que lleva ya un cierto tiempo, No mas muertes en el Mediterraneo, está dirigida a las autoridades europeas.
- La segunda más reciente, Salvar la vida a casi 10.000 personas en la Bahia de Bengala, está dirigida a ACNUR.
Si no podemos evitar las catástrofes naturales si tendríamos que hacer imposible en el siglo XXI las crisis humanitarias derivadas de guerras, pobreza e intolerancia.