Los resultados electorales son, entre otras cosas, un reflejo de la situación política y social del país donde se convoca a las urnas. Las elecciones italianas, recientemente celebradas, no tienen por qué ser una excepción.
Los cuatro partidos y coaliciones que se han presentado a ellas tienen unos rasgos muy peculiares, que responden a las características políticas de la segunda década del siglo XXI y que podrían trasladarse con cierta facilidad a otros países europeos como España.
El Partido Democrático (PD), vencedor por escaso margen de las elecciones, es un partido de izquierda progresista clásica, sólido y honesto que hunde sus raíces en el antiguo PCI. Es en definitiva un partido serio y responsable.
El Polo de la Libertad (PDL) de Berlusconi es un partido de derechas liberal, que está dirigido por un personaje impresentable, acusado de múltiples delitos económicos y sexuales, que se ha refugiado en su condición de aforado para eludir los juicios y que ha legislado mucho en beneficio propio. Fue apartado del poder en la legislatura anterior por presiones de la Unión Europea y parecía que había llegado a su final político. Sin embargo ha resucitado con fuerza y ha obtenido prácticamente un empate en votos que va a dificultar mucho la formación de un gobierno estable por su peso en el senado.
El Movimiento cinco estrellas (M5S) tiene unas características similares de alguna manera a nuestro 15M, aunque con alguna experiencia política mayor pues ya se ha presentado con un cierto éxito a algunas elecciones regionales en 2010 y 2012 y municipales en 2012. Se trata por tanto de un movimiento asambleario de protesta y un tanto anarcoide que refleja el hartazgo y la indignación de una buena parte de la sociedad italiana, especialmente los jóvenes.
Por último tenemos la lista Monti, formada por pequeños partidos de centro derecha que apoyan al presidente impuesto por Alemania y la Comisión Europea, que no se presenta formalmente pues prefirió mantener su escaño de senador vitalicio. El hecho de ser un candidato que no da la cara y que pretende ganar desde la grada, sin bajar al campo, no es un buen planteamiento que recordaba cuando se presentó a la antigua operación Roca de la España de los ochenta. Pero, seguramente lo que le ha costado más caro, es haber sido un candidato impuesto por la Comisión Europea que ha llegado a ser primer ministro sin que nadie en Italia lo eligiera.
Tenemos, por tanto un partido de izquierdas, votado por los electores progresistas, un movimiento tipo asambleario también de carácter progresista, apoyado por electores que han dejado de creer en la sociedad democrática tradicional y buscan otras vías y dos partidos de derechas, apoyados por los votantes conservadores y moderados.
Los partidos progresistas han alcanzado el 54,4% de los votos emitidos mientras que la derecha ha llegado solo al 41,2 %, 13 puntos porcentuales de diferencia.
En estas condiciones debería formarse, sin mayor dificultad, un gobierno progresista pues existe mayoría suficiente en ambas cámaras.
¿Que razones hay para no hacerlo?
El M5S ha manifestado reiteradamente que no está dispuesto a pactar con nadie. Su carácter asambleario y utópico parece que es, en principio, incompatible con cualquier pacto.
Sin embargo este tipo de movimientos asamblearios y reivindicativos están acostumbrados a predicar en las calles poniendo de manifiesto en muchas ocasiones problemas reales, pero son incapaces la mayoría de ellas de proponer soluciones viables que se puedan aplicar.
Como se dice en ingeniería el papel lo aguanta todo pero luego las cosas tienen que funcionar, del mismo modo, las soluciones que se plantean desde la calle difícilmente tienen la oportunidad de ser contrastadas con la realidad. Después del brillante resultado obtenido en las elecciones por el M5S, será el momento de comprobar la viabilidad de sus planteamientos.
Si la lista de Monti hubiera obtenido un respaldo algo mayor, el PD podría haber encontrado en ella los apoyos que necesitaba en el Senado y el M5S podría haberse dedicado a pontificar desde el parlamento mientras la realidad se le colaba por las costuras. En definitiva podrían haber tenido un "training on the job" eficiente desde la primera fila, que les hubiera facilitado su maduración política. Al no ser así tendrán que enfrentarse directamente con la realidad política, o resignarse a mantener su utopía sin aportar nada positivo mientras Italia se sigue hundiendo.
La segunda pregunta de estas elecciones es ¿Por qué Berlusconi ha obtenido casi un empate electoral después de las barbaridades políticas y personales que ha protagonizado en los últimos años?
Si se considera que la lista Monti fue impuesta por instituciones no italianas, y favorece los intereses de Alemania, a la derecha solo le queda una opción para votar, por impresentable que sea, Berlusconi. Esa es la única razón posible, además de su enorme influencia mediática, para que una lista de esas características haya obtenido un resultado tan alto. El batacazo de Monti no ha dejado otra opción a la derecha.
Siendo optimista, a medio plazo hay que esperar un gobierno progresista en Italia, que junto con Hollande en Francia, equilibre el poder de Merkel y facilite la salida de Europa de la crisis