La ocurrencia de la cantante Marta Sánchez de cerrar un recital interpretando una versión del himno nacional, con una letra escrita por ella misma, ha levantado muchos comentarios, la mayoría de ellos favorables a la idea.
Mas allá del probable interés publicitario de la cantante, la letra propuesta pretende llenar un hueco existente en los símbolos patrios.
En algunos acontecimientos deportivos, es usual que los participantes y los espectadores canten sus himnos nacionales, lo que deja a los deportistas españoles en una situación un tanto desairada al no tener himno que entonar. En ese sentido vendría bien que el himno tuviera una letra pero ¿que letra?
El asunto es delicado pues somos muchos los españoles de una cierta edad que no "sentimos" como propios los símbolos nacionales bandera e himno, los aceptamos intelectualmente pues no tiene sentido provocar enfrentamientos por ellos, pero nuestros sentimientos están más con la bandera tricolor y el himno de Riego. Es solo cuestión de tiempo que los símbolos nacionales sean aceptados por todos pero es inevitable que nos recuerden que, durante muchos años han sido utilizados de forma abusiva por el franquismo.
Muchos de los himnos actuales, de distintos países, tienen letras del siglo XIX con contenidos triunfalistas y guerreros que no corresponde con los tiempos actuales.
Si se decidiera escribir una letra del himno nacional tendría que hacerse con una redacción distinta y con el máximo acuerdo para que una inmensa mayoría de españoles podamos sentir el himno como propio.
La propuesta de Marta Sánchez tiene la ventaja de que no incluye ninguna referencia épica guerrera e imperial, pero tiene un carácter sentimental y un tanto cursi que tampoco parece el más adecuado.
Una letra escrita en el siglo XXI debería tener un contenido acorde con la constitución en la que se glosen los valores fundamentales de la misma: democracia, libertad y justicia, entre otros.
Aunque no es una cuestión urgente y tiene una importancia relativa hay que tener en cuenta que los símbolos los carga el diablo y una mala decisión en su contenido, podría provocar enfrentamientos esteriles y perfectamente evitables si se actúa con suficiente prudencia y se evitan exaltaciones nacionalistas como las que han empezado a vislumbrarse con la letra presentada por M. Sánchez.
En algunos acontecimientos deportivos, es usual que los participantes y los espectadores canten sus himnos nacionales, lo que deja a los deportistas españoles en una situación un tanto desairada al no tener himno que entonar. En ese sentido vendría bien que el himno tuviera una letra pero ¿que letra?
El asunto es delicado pues somos muchos los españoles de una cierta edad que no "sentimos" como propios los símbolos nacionales bandera e himno, los aceptamos intelectualmente pues no tiene sentido provocar enfrentamientos por ellos, pero nuestros sentimientos están más con la bandera tricolor y el himno de Riego. Es solo cuestión de tiempo que los símbolos nacionales sean aceptados por todos pero es inevitable que nos recuerden que, durante muchos años han sido utilizados de forma abusiva por el franquismo.
Muchos de los himnos actuales, de distintos países, tienen letras del siglo XIX con contenidos triunfalistas y guerreros que no corresponde con los tiempos actuales.
Si se decidiera escribir una letra del himno nacional tendría que hacerse con una redacción distinta y con el máximo acuerdo para que una inmensa mayoría de españoles podamos sentir el himno como propio.
La propuesta de Marta Sánchez tiene la ventaja de que no incluye ninguna referencia épica guerrera e imperial, pero tiene un carácter sentimental y un tanto cursi que tampoco parece el más adecuado.
Una letra escrita en el siglo XXI debería tener un contenido acorde con la constitución en la que se glosen los valores fundamentales de la misma: democracia, libertad y justicia, entre otros.
Aunque no es una cuestión urgente y tiene una importancia relativa hay que tener en cuenta que los símbolos los carga el diablo y una mala decisión en su contenido, podría provocar enfrentamientos esteriles y perfectamente evitables si se actúa con suficiente prudencia y se evitan exaltaciones nacionalistas como las que han empezado a vislumbrarse con la letra presentada por M. Sánchez.
Cuando alguna vez tengo que manifestar ante extranjeros motivos de satisfacción por ser español (no de orgullo, porque para mí el orgullo se refiere a méritos propios, pero esto es otra historia) los dos primeros que me vienen son que las mujeres no pierden el apellido al casarse, y que el himno no tiene letra. Las letras de los himnos nacionales son por todas partes una colección de ripios entre sangrientos, cursis y patrioteros, y veo muy difícil poder evitarlo, teniendo en cuenta que la pluralidad de cualquier sociedad no puede verse reflejada en una sola expresión por muy bienintencionada que se pretenda. De hecho aquí ya tenemos el precedente del Himno de Riego que tampoco llegó a oficializar una letra (a pesar de que en principio sí tenía). Prefiero que si alguien quiere cantarlos lo haga con la letra que le plazca (como siempre hemos hecho, con el de Riego o con éste), y en cuanto a nuestros bravos deportistas siempre será más impresionante verlos dignos y respetuosos en silencio mejor que desafinando con letras estrepitosas.
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