España, junto con otros países de la OTAN y de la U.E., forma parte de la retaguardia de Ucrania pues estamos suministrando ayuda humanitaria y armamento, colaborando en las acciones militares de segunda línea y participando en las sanciones económicas a Rusia. También estamos sufriendo las consecuencias de la guerra, principalmente la alta inflación y las limitaciones del suministro de gas y petróleo.
El frente bélico está estabilizado desde hace bastante tiempo en una línea de 1.300 Km. en el este y sur de Ucrania que ninguno de los dos bandos parece capaz de romper, mientras se mantienen las presiones comerciales de occidente y las limitaciones del suministro de gas por parte de Rusia. Las conversaciones de paz no existen, solo hubo algunos intentos rusos al principio del conflicto proponiendo la rendición de Ucrania que no fueron aceptados, y los acuerdos parciales impulsados por la ONU y Turquía para facilitar la exportación de grano y para proteger la central nuclear de Zaporiyia, están teniendo muchas dificultades. En consecuencia, la evolución futura de la guerra depende de las operaciones militares y de la capacidad resistencia de las retaguardias occidentales y rusas a las presiones comerciales y políticas.
En previsión de que la invasión de Ucrania, que inicialmente estaba planteada como una guerra relámpago, se prolongue en el tiempo y el suministro de gas desde Rusia se recorte más o incluso de suspenda del todo, la Unión Europea ha adoptado medidas de búsqueda de otros suministradores de gas y petróleo y de ahorro energético, consistentes inicialmente en la limitación de temperaturas de aire acondicionado y calefacción en centros comerciales, de trabajo y oficinas públicas, el cierre de puertas de comercios y la supresión de la iluminación nocturna en escaparates y en la recomendación a la población de que tome medidas equivalentes en relación con los limites de temperatura.
El gobierno de España está complementando estas medidas con otras para reducir el uso del coche privado y al mismo tiempo paliar los efectos de la inflación como son la gratuidad de las cercanías y regionales de Renfe y la subvención de otras líneas y de los abonos de transporte de las CC.AA.
Lamentablemente, del mismo modo que ocurrió durante la pandemia del COVID, la extrema derecha, la derecha extrema y su hermano pequeño Ciudadanos, no han apoyado estas medidas argumentando diversas excusas de mal pagador: problemas de competencias, aspectos formales, o diversas simplezas demagógicas aprovechando que la población no está satisfecha con las limitaciones impuestas por la guerra y tiende a echar la culpa al gobierno de todo lo que sucede.
Es imperativo hacer la pedagogía necesaria para hacer comprender a la ciudadanía que hasta que no se llegue a un acuerdo de paz en Ucrania, estamos todos en guerra con Rusia y no solo por solidaridad, sino también por autodefensa nacional. En consecuencia nos corresponde asumir de la mejor manera posible las consecuencias del conflicto.
Parece ser que la guerra va a ser larga. Y va a exigir sacrificios. A los habitantes de la Unión Europea desde luego. Pero muchos más a los que viven en Rusia. Aunque ahora es impensable, es posible que a la larga la ciudadanía rusa se acabe sublevando.
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