La presentación de una candidatura de Unidad Popular es el mantra permanente de los partidos supuestamente situados a la izquierda del PSOE.
La teoría que sostienen es que el enemigo a derrotar es el bipartidismo, lo que no deja de ser una leyenda urbana que no se sostiene más que desde la demagogia, pues, por muchas criticas que se puedan hacer al PSOE, sus diferencias con el PP son evidentes.
El éxito que tuvieron en las principales ciudades españolas las candidaturas municipales de U.P, parece ser el modelo a seguir. Esta estrategia tiene algunas peculiaridades difícilmente trasladables a unas elecciones generales:
La obsesión de IU por la Unidad Popular y el miedo que tienen algunos de sus dirigentes más significativos a quedarse reducidos a la insignificancia política, nos ha ofrecido el lamentable espectáculo de la humillación progresiva de su candidato, aceptando casi cualquier acuerdo con el todopoderoso dirigente de Podemos, P. Iglesias, que solo tiene interés en reforzar sus listas incluyendo como independientes a referentes conocidos de la izquierda, como A. Garzón.
La última vuelta de tuerca, consistente en no comprometerse a ningún acuerdo escrito, lo que significaba negarle a IU el acceso a las subvenciones económicas electorales, ha sido determinante para que IU renunciase a tan draconiano pacto.
La teoría que sostienen es que el enemigo a derrotar es el bipartidismo, lo que no deja de ser una leyenda urbana que no se sostiene más que desde la demagogia, pues, por muchas criticas que se puedan hacer al PSOE, sus diferencias con el PP son evidentes.
El éxito que tuvieron en las principales ciudades españolas las candidaturas municipales de U.P, parece ser el modelo a seguir. Esta estrategia tiene algunas peculiaridades difícilmente trasladables a unas elecciones generales:
- Su carácter local y urbano, ya que se limita a grandes ciudades.
- Su concepción relativamente apartidista, pues los partidos políticos quedan en segundo plano.
- El papel protagonista de lideres sociales acreditados, no específicamente dirigentes de partidos políticos, como Ada Colau en Barcelona o Manuela Carmena en Madrid.
La obsesión de IU por la Unidad Popular y el miedo que tienen algunos de sus dirigentes más significativos a quedarse reducidos a la insignificancia política, nos ha ofrecido el lamentable espectáculo de la humillación progresiva de su candidato, aceptando casi cualquier acuerdo con el todopoderoso dirigente de Podemos, P. Iglesias, que solo tiene interés en reforzar sus listas incluyendo como independientes a referentes conocidos de la izquierda, como A. Garzón.
La última vuelta de tuerca, consistente en no comprometerse a ningún acuerdo escrito, lo que significaba negarle a IU el acceso a las subvenciones económicas electorales, ha sido determinante para que IU renunciase a tan draconiano pacto.
Podemos se parece cada vez más a la clase de practicas del departamento de ciencias políticas de la U. Complutense, cuna de sus principales dirigentes. Su ambigüedad ideológica y sus tácticas cambiantes son enormes. Ni siquiera se definen de izquierdas sino como el "partido de la gente" que quiere ocupar el "centro del tablero", ambigüedades que no dicen nada concreto, pero pueden sugerir lo que cada uno quiera entender, siempre que mantengan su fe en ellos, fe, que según las últimas encuestas, parece que va disminuyendo.
Su hoja de ruta si está clara: mantener sus señas de identidad "sin sopa de siglas" y obtener un grupo parlamentario homogéneo, en el que este ubicado todo su núcleo duro, pues para eso hicieran unas "primarias plancha". Si a cambio de incrementar sus votos, tienen que incluir algunos parlamentarios no controlados, procedentes de otras organizaciones, puede ser rentable desde un punto de vista político.
Su hoja de ruta si está clara: mantener sus señas de identidad "sin sopa de siglas" y obtener un grupo parlamentario homogéneo, en el que este ubicado todo su núcleo duro, pues para eso hicieran unas "primarias plancha". Si a cambio de incrementar sus votos, tienen que incluir algunos parlamentarios no controlados, procedentes de otras organizaciones, puede ser rentable desde un punto de vista político.
Fracasada la operación con Podemos, los mismos dirigentes de IU que han hecho tamaño ridículo insisten en la unidad popular, aunque sea mucho más reducida, y se han inventado una entelequia bautizada como Ahora en Común, en la que solo están ellos y muy poco más, pues han conseguido que se vayan hasta sus promotores originales.
Otros colectivos de izquierda, que no comparten esta estrategia entreguista, están impulsando otro movimiento de confluencia para defender posiciones más netamente de izquierdas.
Forman parte de este movimiento militantes de IU y de Podemos y de diferentes movimientos sociales y partidos como Izquierda Abierta, Somos Izquierda y Decide en Común, además de personas de indiscutible trayectoria de izquierda como Cristina Almeida o Baltasar Garzón.
Si este movimiento de confluencia acaba presentando una candidatura, cosa nada fácil pues el tiempo es escaso y el proceso parece estar todavía muy verde, nos podemos encontrar con una Unidad Popular fragmentada en tres formaciones:
Forman parte de este movimiento militantes de IU y de Podemos y de diferentes movimientos sociales y partidos como Izquierda Abierta, Somos Izquierda y Decide en Común, además de personas de indiscutible trayectoria de izquierda como Cristina Almeida o Baltasar Garzón.
Si este movimiento de confluencia acaba presentando una candidatura, cosa nada fácil pues el tiempo es escaso y el proceso parece estar todavía muy verde, nos podemos encontrar con una Unidad Popular fragmentada en tres formaciones:
- Podemos, seguramente con Equo y con alguna otra formación regional.
- Ahora en Comun, que parece que será poco más que una segunda marca de la IU de A. Garzón.
- La Confluencia de la Izquierda, liderada por Izquierda Abierta y en la que se integraran seguramente los partidos encabezados por antiguos militantes socialistas, IU - Madrid y el apoyo de algunas personalidades y movimientos sociales.
La necesidad de una izquierda radical, situada a la izquierda del PSOE, con fuerza política suficiente para compensar junto con el PSOE, desde el gobierno o desde la oposición, la potencia creciente de las dos formaciones de derechas, PP y C´s, que tenemos en España, es incuestionable.
Es un error un tanto oportunista, considerar al bipartidismo como el adversario de la izquierda, en vez de a la derecha en cualquiera de sus manifestaciones. El PSOE, aunque no les guste, es un aliado potencial con el que tendrán que colaborar para acabar con el gobierno del PP.
En este panorama, parece que el 20D la única fuerza de izquierda radical que tendremos será Podemos, tal vez acompañadas de alguna pequeña representación de estos otros grupos alternativos.