El desembarco en Barcelona de la plana mayor del PP, encabezada por M. Rajoy, para hacer una convención política, es el último movimiento del PP en Catalunya. Como era de esperar, la convención ha ratificado en todos sus puntos las previsiones más pesimistas en cuanto a la negativa del gobierno central a abrir un período de negociaciones con Catalunya.
El choque de trenes parece estar servido pues el Govern de la Generalitat, con el apoyo de ERC, sigue empeñado en convocar un referéndum por la independencia.
Si, como parece evidente, el gobierno de Rajoy impide la consulta, es muy posible que se convoquen elecciones anticipadas con un carácter plebiscitario y, dependiendo del resultado, se definan los siguientes pasos que pueden profundizar aun más las diferencias.
Desde una visión externa a Catalunya, con el deseo de que siga formando parte de España, pero comprendiendo al mismo tiempo que es necesario que encuentre un encaje cómodo en el conjunto del Estado, es imprescindible que se inicie un dialogo y que se busquen alternativas que puedan satisfacer a las dos partes.
En este contexto, la solución federal propuesta por el PSC y el PSOE es la que ofrece más posibilidades de conseguir una estabilidad a largo plazo para Catalunya, y también para otras nacionalidades del Estado.
No es una solución sencilla, ni de implantación a corto plazo, pues requiere modificar la constitución, pero puede conseguir una estabilidad para mucho tiempo. Es un camino que merece la pena empezar a transitar cuanto antes.
En un contexto de radicalización de posturas, no es sorprendente que la posición más razonable y única que ofrece una salida factible y equilibrada, la del PSC, sea aprisionada como en un sandwich y sus defensores pierdan influencia social y electoral. Hay que esperar sin embargo que la razón se abra paso y la posición federalista empiece a ganar influencia.
Es lamentable que las contradicciones entre las dos almas del PSC, que coinciden con las dos almas de Catalunya, hayan dado lugar a divisiones en la votación y hayan propiciado que el PSC aparezca como el gran culpable y que tanto los independentistas como los centralistas hayan aprovechado para vapulear el PSC a dos bandas.
Es la segunda vez que estas discordancias en las votaciones provocan graves riesgos, hace pocas semanas en el Parlamento nacional la falta de unidad de los compañeros del PSC con el resto del grupo socialista estuvieron a a punto de provocar una ruptura entre el PSC y el PSOE, que , afortunadamente los buenos oficios de Rubalcaba y Navarro consiguieron parar. Ahora la crisis amenaza con romper el PSC por causas parecidas. Sería muy recomendable que no se tomasen medidas sin posible marcha atrás que serían muy negativas para todos los sectores del PSC y para el conjunto del socialismo en España.
Aunque las diferencias sean notorias en muchos aspectos, merece la pena recordar la crisis del Tamayazo de Madrid en el año 2003. Las causas de la crisis de Madrid no tenían el mismo carácter político que la actual del PSC y había justificaciones mucho más graves para actuar con dureza con los disidentes, pero, a pesar de todo, la falta de cintura política en la resolución de la crisis, facilitó la pérdida de la Comunidad de Madrid y diez años de gobierno de la derecha más rancia de Esperanza Aguirre y Francisco Gonzalez.
España y Catalunya necesitan con urgencia que vuelvan a gobernar los socialistas y eso implica un PSC fuerte, coordinado con el PSOE. No cometamos los mismos errores y por exceso de disciplina, no convirtamos a ,los socialistas en los paganos del conflicto que han creado los gobiernos catalán y central