Las elecciones autonómicas de Euskadi y Galicia están condicionando todas las gestiones para buscar acuerdos de investidura en el gobierno de España.
Además de que los resultados autonómicos siempre tienen una lectura adicional en clave nacional, hay otros condicionantes que hacen que estas elecciones sean muy significativas.
Durante las campañas electorales los partidos exponen sus posiciones en forma directa, sin los condicionantes asociados a la firma de un pacto político. Después de celebradas las elecciones es necesario firmar pactos y las posiciones tienen que relativizarse. La coincidencia entre la campaña electoral autonómica y las gestiones para formar gobierno en el Estado, hacen que esta contradicción se ponga más de manifiesto.
En el caso de los posibles pactos nacionales de izquierdas, la clave fundamental está en encontrar un punto de encuentro a las diferentes posiciones que existen en relación con lo que se ha llamado derecho a decidir, tema especialmente sensible en las dos comunidades históricas que celebran elecciones, especialmente en Euskadi.
Podemos es partidario teórico del derecho a decidir, mientras que el PSOE considera que la autonomía de los futuros estados federados no debe llegar hasta ese punto, pues la unidad de España es un bien a preservar y el derecho a decidir, no es mas que una forma distinta de llamar al derecho de autodeterminación que la ONU defiende solo para situaciones coloniales.
No se trata ahora de argumentar en favor de una u otra posición, sino de buscar ese punto de encuentro que permita el pacto, mientras que, al mismo tiempo, cada parte mantiene su criterio.
Teóricamente no parece demasiado difícil, bastaría con aplazar a corto plazo el debate territorial, para retomarlo cuando se discuta la reforma constitucional que tanto Podemos como el PSOE propugnan y en ese momento, cada uno defendería sus planteamientos.
Los resultados autonómicos pueden favorecer también el acuerdo nacional. Si en Galicia ganase la izquierda y se formase un gobierno tripartito, ese acuerdo favorecería el pacto en el Estado.
En Euskadi la situación es diferente. El PNV necesitará, casi con seguridad, el apoyo socialista para formar gobierno, frente a un hipotético acuerdo Bildu- Podemos y dado que en el PNV la cuestión soberanista se enfoca de una forma más flexible, sería posible buscar también un punto de encuentro.
La última pata del pacto tiene más dificultades, los nacionalistas catalanes no solo tienen una posición teórica del derecho a decidir, han emprendido un camino de difícil retorno, que no es fácil que rectifiquen a corto plazo, por lo que su entrada en un acuerdo de gobierno es muy dificl.
Queda por último Cs como posible socio en España. Cs es más bien irrelevante en Galicia y Euskadi pues tiene muy pocas posibilidades de obtener representación, sin amargo hay otros factores que permiten concebir alguna esperanza:
Dentro del PSOE tenemos la posición reviscosa de los barones territoriales y la vieja guardia, que tiran, cada vez con menos tapujos, contra el S.G. Si se produjesen estos acuerdos, y la militancia como parece probable, los aprobase, es muy posible que no llegue la sangre al río y barones y vieja guardia se retiren a sus cuarteles de invierno.
No es nada fácil un acuerdo de estas características pero lo que es imposible, por más pragmático que parezca, es una abstención que permita gobernar al PP. Su actitud de caracter mafioso en sus últimas miserias, Soria y Barberá, indican que no han cambiado nada ni tienen ninguna intención de hacerlo.
No se trata ahora de argumentar en favor de una u otra posición, sino de buscar ese punto de encuentro que permita el pacto, mientras que, al mismo tiempo, cada parte mantiene su criterio.
Teóricamente no parece demasiado difícil, bastaría con aplazar a corto plazo el debate territorial, para retomarlo cuando se discuta la reforma constitucional que tanto Podemos como el PSOE propugnan y en ese momento, cada uno defendería sus planteamientos.
Los resultados autonómicos pueden favorecer también el acuerdo nacional. Si en Galicia ganase la izquierda y se formase un gobierno tripartito, ese acuerdo favorecería el pacto en el Estado.
En Euskadi la situación es diferente. El PNV necesitará, casi con seguridad, el apoyo socialista para formar gobierno, frente a un hipotético acuerdo Bildu- Podemos y dado que en el PNV la cuestión soberanista se enfoca de una forma más flexible, sería posible buscar también un punto de encuentro.
La última pata del pacto tiene más dificultades, los nacionalistas catalanes no solo tienen una posición teórica del derecho a decidir, han emprendido un camino de difícil retorno, que no es fácil que rectifiquen a corto plazo, por lo que su entrada en un acuerdo de gobierno es muy dificl.
Queda por último Cs como posible socio en España. Cs es más bien irrelevante en Galicia y Euskadi pues tiene muy pocas posibilidades de obtener representación, sin amargo hay otros factores que permiten concebir alguna esperanza:
- Su creciente distanciamiento con el PP,
- El acuerdo firmado en Marzo con el PSOE,
- Su tantas veces proclamado compromiso con la gobernabilidad de España y
- El riesgo, si hubiera acuerdo entre Podemos y PSOE, de aparecer como máximo responsable de las terceras elecciones,
Dentro del PSOE tenemos la posición reviscosa de los barones territoriales y la vieja guardia, que tiran, cada vez con menos tapujos, contra el S.G. Si se produjesen estos acuerdos, y la militancia como parece probable, los aprobase, es muy posible que no llegue la sangre al río y barones y vieja guardia se retiren a sus cuarteles de invierno.
No es nada fácil un acuerdo de estas características pero lo que es imposible, por más pragmático que parezca, es una abstención que permita gobernar al PP. Su actitud de caracter mafioso en sus últimas miserias, Soria y Barberá, indican que no han cambiado nada ni tienen ninguna intención de hacerlo.