Las murallas son un sistema de defensa de las ciudades utilizado en la edades antigua y media que parecía no tener sentido en pleno siglo XXI, sin embargo, el nuevo presidente norteamericano pretende volver al pasado intentando amurallar su país con un muro de 14 metros de altura y 3.200Km. de longitud que le separe de Mexico.
Para hacernos una idea de lo que significa ese muro, nos podemos apoyar en algunos datos nacionales. En la península Ibérica, la distancia entre Santander y Tarifa es de 1.028 Km. y entre Lisboa y Valencia de 882 Km., en consecuencia si levantásemos dos muros que dividiesen en cuatro de norte a sur y de Este a Oeste nuestro país, "solo" tendríamos que construir 1.910 Km. de muro, 1.290 Km. menos que el muro de Trump.
Aunque 3.200 km. sea una longitud enorme, todavía no es comparable con la muralla China, cuya longitud, según las, últimas medidas, supera los 21.000 km.
Tampoco es el único ejemplo de muralla de los últimos tiempos. En 1961, en Alemania oriental se levantó el que finalmente se conoció como el muro de la vergüenza, que con "solo" 45 km. (+ una valla de otros 115 km. fuera de Berlin), separó desde 1961 y durante 19 años la capital alemana.
En 1980 Marruecos construyó el muro del Sáhara Occidental que con 2.720 km., tiene una longitud comparable al de Trump aunque su altura de 2,5m. es muy inferior a los 14 del norteamericano. Otro muro, todavía en construcción, es el que los israelíes están construyendo en Cisjordania para impedir el paso a los palestinos y defender sus colonias. Comparado con el de Trump es poca cosa pues "solo" mide 72 km. con sólo 8 m. de altura.
El gobierno español también ha contribuido a esta cultura del muro con las vallas de Ceuta, 8 km.y Melilla 12 ,ambas de 6 m. de altura y rematadas por peligrosas concertinas.
Todos los muros tienen la misma función: impedir la libre circulación de ciudadanos, para que no puedan entrar o salir de determinadas zonas, son, en definitiva, una limitación de las libertades y una muestra del fracaso de la política, incapaz de resolver problemas de convivencia entre ciudadanos de diferentes características.
Aunque el muro sea elemento más visible y el mayor símbolo del neo-aislacionismo de Trump, no es ni mucho menos el único; viene acompañado de la prohibición de entrada en EE.UU. de ciudadanos musulmanes procedentes de determinados países y de refugiados, incluidos aquellos que tienen allí su residencia desde hace muchos años; y de fuertes subidas de aranceles a los productos procedentes de México y de otros países. Esta posición autárquica, que nos recuerda al franquismo de los años cuarenta y cincuenta, aunque en aquel caso fuera más forzosa que voluntaria, va a suponer una fuerte traba a la libertad de comercio de la que la principal víctima será con toda probabilidad, los propios EE.UU.
Afortunadamente, la sociedad americana está reaccionando con fuerza, las manifestaciones de protesta se están generalizando y ya han intervenido algunos jueces es permitiendo la entrada de ciudadanos que tenían todos sus documentos en regla, y hay que esperar que los políticos, republicanos incluidos, empiecen a tomar posiciones.
EE.UU. se enfrenta a un largo período de resistencia a su propio presidente que pondrá a prueba la fortaleza de sus instituciones y la decisión de sus ciudadanos.
Aunque 3.200 km. sea una longitud enorme, todavía no es comparable con la muralla China, cuya longitud, según las, últimas medidas, supera los 21.000 km.
Tampoco es el único ejemplo de muralla de los últimos tiempos. En 1961, en Alemania oriental se levantó el que finalmente se conoció como el muro de la vergüenza, que con "solo" 45 km. (+ una valla de otros 115 km. fuera de Berlin), separó desde 1961 y durante 19 años la capital alemana.
En 1980 Marruecos construyó el muro del Sáhara Occidental que con 2.720 km., tiene una longitud comparable al de Trump aunque su altura de 2,5m. es muy inferior a los 14 del norteamericano. Otro muro, todavía en construcción, es el que los israelíes están construyendo en Cisjordania para impedir el paso a los palestinos y defender sus colonias. Comparado con el de Trump es poca cosa pues "solo" mide 72 km. con sólo 8 m. de altura.
El gobierno español también ha contribuido a esta cultura del muro con las vallas de Ceuta, 8 km.y Melilla 12 ,ambas de 6 m. de altura y rematadas por peligrosas concertinas.
Todos los muros tienen la misma función: impedir la libre circulación de ciudadanos, para que no puedan entrar o salir de determinadas zonas, son, en definitiva, una limitación de las libertades y una muestra del fracaso de la política, incapaz de resolver problemas de convivencia entre ciudadanos de diferentes características.
Aunque el muro sea elemento más visible y el mayor símbolo del neo-aislacionismo de Trump, no es ni mucho menos el único; viene acompañado de la prohibición de entrada en EE.UU. de ciudadanos musulmanes procedentes de determinados países y de refugiados, incluidos aquellos que tienen allí su residencia desde hace muchos años; y de fuertes subidas de aranceles a los productos procedentes de México y de otros países. Esta posición autárquica, que nos recuerda al franquismo de los años cuarenta y cincuenta, aunque en aquel caso fuera más forzosa que voluntaria, va a suponer una fuerte traba a la libertad de comercio de la que la principal víctima será con toda probabilidad, los propios EE.UU.
Afortunadamente, la sociedad americana está reaccionando con fuerza, las manifestaciones de protesta se están generalizando y ya han intervenido algunos jueces es permitiendo la entrada de ciudadanos que tenían todos sus documentos en regla, y hay que esperar que los políticos, republicanos incluidos, empiecen a tomar posiciones.
EE.UU. se enfrenta a un largo período de resistencia a su propio presidente que pondrá a prueba la fortaleza de sus instituciones y la decisión de sus ciudadanos.