Dada la violenta actuación policial, injustifcable desde cualquier punto de vista, con que se reprimió la manifestación del 25 de Septiembre, hay que reivindicar, en primer lugar y por encima de todo, el derecho de manifestación pacifica de todos los ciudadanos sea cual sea su motivación sin sufrir acoso policial.
Aunque el motivo general coincida, las dos manifestaciones, 15-S y 25-S, han sido muy diferentes.
En primer lugar los convocantes:
· Los convocantes del 15S fueron los sindicatos mayoritarios, apoyados por más de 200 asociaciones civiles.
· Los del 25S fueron dos plataformas anónimas: el 15M y En Pie, recientemente constituida para esta movilización.
En segundo lugar los objetivos de las dos manifestaciones eran formalmente distintos:
· La manifestación del 15S tenía como lemas: Para defender el futuro; No a los recortes sociales; No a la reforma laboral; Quieren arruinar el País. Sus objetivos eran el gobierno y su política económica.
· El lema central de la manifestación del 25S era Rodea el Congreso y el grito de guerra, No nos representan, con ello criticaba la actitud de todos los partidos políticos, ya fueran de derechas, de centro o de izquierdas y estuvieran en la oposición o en el gobierno. Estos planteamientos deban a esta convocatoria una cierta orientación antisistema, con independencia de los motivos de muchos asistentes que seguramente serían más amplios.
En tercer lugar el formato de la manifestación, que simboliza sus objetivos:
· La manifestación sindical tenía formato de columnas, o mareas, que partiendo de distintos puntos, acababan confluyendo en la Plaza de Colón. Las mareas, caracterizadas con camisetas de distintos colores, representaban a los sectores más afectados por la crisis: Educación, Sanidad, Servicios Sociales, Mujeres, Funcionarios y Trabajadores en general. En paralelo marchaban las columnas procedentes de las nacionalidades y regiones españolas.
· La manifestación del 25S quería rodear el edificio del Congreso, en un día de Pleno, formando un triangulo con los vértices en Sol, Cibeles y Neptuno, lo que incluía pasar por la la Carrera de S. Jerónimo, enfrente de la puerta del Congreso
El formato del 15S simboliza el rechazo de todos los sectores sociales contra la política económica del gobierno mientras que el 25S pretende ir mucho más lejos atacando frontalmente las instituciones del Estado. Es una enmienda a la totalidad del Estado democrático construido a la salida de la Dictadura.
Por último hay que considerar que las dos manifestaciones tuvieron un alto índice de asistencia. Desestimando, por ridículos, los datos de la Delegación del Gobierno, la asistencia a la manifestación convocada por los sindicatos se estima en centenares de miles de asistentes mientras que la de las plataformas fue de decenas de miles. Aunque la capacidad de convocatoria de los sindicatos sigue siendo mucho mayor, la convocatoria del 25S, hay que considerar también un éxito la asistencia a esta última, ya que lograron movilizar mucha gente de Madrid y de fuera en un día laborable, y están siendo capaces de mantener la movilización en los días siguientes, lo que indica también la potencia de las redes sociales.
La relativamente masiva asistencia a la manifestación "Rodea el Congreso" indica la creciente desconfianza de muchos ciudadanos hacia los partidos políticos y, por extensión, hacia las instituciones democráticas. Esta falta de confianza puede explicarse por las tramas de corrupción que se han desarrollado en los últimos años, por el mal gobierno de muchas instituciones y por la crisis económica, que afecta directamente a muchos ciudadanos. Basta generalizar estos conceptos y enlazarlos con una relación causa - efecto, que en todo caso solo existe de una forma marginal, y tendremos el coctel completo, que sectores interesados en reducir el nivel de democracia y unos medios de comunicación cada vez menos rigurosos y con tendencia a destacar los aspectos más escandalosos de la información, se encargan de agitar convenientemente.
No se trata de ser conspiranoico ni de echarle la culpa al mensajero, pues buena parte de la mala prensa de los partidos políticos está en su funcionamiento interno, su falta de transparencia y sus procedimientos para elegir representantes para los cargos públicos.