La XII legislatura de la democracia, que acaba de terminar, se ha caracterizado por una continua crispación, salpicada de insultos y descalificaciones que los dos partidos de derechas, PP y Cs, han dedicado al gobierno y a su presidente Pedro Sanchez.
La causa predominante de esta crispación está en la aprobación de la moción de censura que obligó a Rajoy a abandonar el gobierno y dejó a Cs con la miel en los labios de un triunfo que hace nueve meses creía tener al alcance de la mano.
La aparición de Vox, con un resultado importante en las elecciones andaluzas, ha empujado hacia la derecha a PP y Cs, dejando abandonado el centro por el que supuestamente competían hace pocos meses.
La nueva convocatoria electoral ha incrementado esta crispación y la ha acentuado con la incorporación de candidatos muy de derechas en las listas de los tres partidos de la coalición trifálica.
Vox ha incorporado a auténticos ultras, antiguos miembros de Fuerza Nueva, Falange y otras formaciones similares y a una colección de generales franquistas retirados, así como a algunos otros pintorescos candidatos de parecida factura.
El PP ha recuperado a Aznar y ha rivalizado con Vox en el fichaje de otros candidatos muy de derechas, incluido Suarez Illana que en nada recuerda la figura de su padre, o la sorprendente candidata de Barcelona de un anti catalanismo galopante.
Por último Cs no se ha quedado atrás y además de descartes ya amortizados de PSOE y PP, desechos de tienta en los términos taurinos que a ellos le gustan, ha buscado algunos otros personajes como empresarios de multinacionales de supuesto éxito, especialistas en expedientes de crisis fraudulentos.
En estas circunstancias, el grado de aceptación de los socialistas no hace más que incrementarse entre los ciudadanos y así lo reflejan todos los sondeos de opinión, incluidos los publicados por los medios más reaccionarios.
Sin embargo, la pérdida de posiciones de Unidos Podemos y de IU y el desmantelamiento de algunas de sus confluencias, hace que la suma final del bloque progresista esté equilibrada con el bloque de las tres derechas. Hay que esperar a que la vuelta a la actividad de Pablo Iglesias, cuya decisión de dar prioridad absoluta a su baja por paternidad, dejando la dirección UP en las manos poco hábiles, independientes de su sexo, de I. Montero, ha sido un factor más de desgaste, impulse la remontada de esta formación. Un partido muy dependiente de su lider no puede permitirse el lujo de tenerle tres meses fuera de servicio.
Todo indica que estamos abocados a un gobierno de coalición, aunque ningún partido sensato, salvo el imprudente cordón sanitario que Cs quiere poner al PSOE, desvele sus preferencias de forma clara.
Las opciones posibles son tres:
La aparición de Vox, con un resultado importante en las elecciones andaluzas, ha empujado hacia la derecha a PP y Cs, dejando abandonado el centro por el que supuestamente competían hace pocos meses.
La nueva convocatoria electoral ha incrementado esta crispación y la ha acentuado con la incorporación de candidatos muy de derechas en las listas de los tres partidos de la coalición trifálica.
Vox ha incorporado a auténticos ultras, antiguos miembros de Fuerza Nueva, Falange y otras formaciones similares y a una colección de generales franquistas retirados, así como a algunos otros pintorescos candidatos de parecida factura.
El PP ha recuperado a Aznar y ha rivalizado con Vox en el fichaje de otros candidatos muy de derechas, incluido Suarez Illana que en nada recuerda la figura de su padre, o la sorprendente candidata de Barcelona de un anti catalanismo galopante.
Por último Cs no se ha quedado atrás y además de descartes ya amortizados de PSOE y PP, desechos de tienta en los términos taurinos que a ellos le gustan, ha buscado algunos otros personajes como empresarios de multinacionales de supuesto éxito, especialistas en expedientes de crisis fraudulentos.
En estas circunstancias, el grado de aceptación de los socialistas no hace más que incrementarse entre los ciudadanos y así lo reflejan todos los sondeos de opinión, incluidos los publicados por los medios más reaccionarios.
Sin embargo, la pérdida de posiciones de Unidos Podemos y de IU y el desmantelamiento de algunas de sus confluencias, hace que la suma final del bloque progresista esté equilibrada con el bloque de las tres derechas. Hay que esperar a que la vuelta a la actividad de Pablo Iglesias, cuya decisión de dar prioridad absoluta a su baja por paternidad, dejando la dirección UP en las manos poco hábiles, independientes de su sexo, de I. Montero, ha sido un factor más de desgaste, impulse la remontada de esta formación. Un partido muy dependiente de su lider no puede permitirse el lujo de tenerle tres meses fuera de servicio.
Todo indica que estamos abocados a un gobierno de coalición, aunque ningún partido sensato, salvo el imprudente cordón sanitario que Cs quiere poner al PSOE, desvele sus preferencias de forma clara.
Las opciones posibles son tres:
- El tripartito de derechas, inevitable si consiguen mayoría, que provoca pavor en buena parte de la población.
- Un acuerdo PSOE-Cs con el que presionan continuamente los medios de derecha, como Plan B al tripartito.
- Una coalición progresista de PSOE-UP con partidos nacionalistas, similar a la que votó la moción de censura.
Sorprende la insistencia en la coalición de centro izquierda, PSOE-Cs, a pesar del cordón sanitario que ha puesto Cs, basándose solo en la poca firmeza de las posiciones de este partido. Sorprende aún más, que el ministro Ábalos haya descolocado a buena parte de los socialistas manifestando su preferencia por esta coalición.
Si la aritmética parlamentaria lo hiciera posible, habría que intentar repetir la coalición de la moción de censura, con nacionalistas incluidos.
Los resultados del último gobierno han sido muy positivos y solo la no aprobación de los presupuestos, derivada de la crisis catalana y de su gestión por unos dirigentes tan sectarios como Puigdemont y Torra, ha impedido su continuidad.
Hay factores que llaman al optimismo de que un nuevo acuerdo de estas características puede ser posible:
- La finalización del juicio sobre el procés abre un nuevo escenario político que debe propiciar posiciones de negociación que un gobierno de este tipo podría favorecer.
- Si se confirman las encuestas, los resultados de ERC serán muy superiores a los del PDCAT y con ERC es más fácil alcanzar acuerdos.
- El final del proceso puede posibilitar la ruptura del gobierno nacionalista catalán y abrir el camino a gobiernos transversales en muchos ayuntamientos e, incluso, en la misma Generalitat
El tema catalán está ya siendo usado de forma sectaria y agresiva por el trió de derechas mientras que en el PSOE parece preferirse un perfil bajo sobre este asunto en la campaña. Pero, aunque se intente hablar poco de Cataluña, no se puede abandonar la posición de mano tendida con Cataluña.
Los socialistas queremos que Cataluña siga en España pero los catalanes deben estar convencidos pues no pueden quedarse a la fuerza. Miguel Iceta tiene razón si el número de catalanes con deseos separatistas superase el 65%, sería muy difícil evitar la independencia de este territorio. No se puede mantener Cataluña en España a golpes de articulo 155.