Hace pocos días, la
intervención militar en Siria de una coalición internacional liderada por
EE.UU. parecía inevitable. Obama había conseguido una declaración de apoyo en
el G20, a la que finalmente se sumó hasta Alemania que en estos temas, y más en
período electoral, suele mirar al tendido. Con los países de la Unión Europea, Turquía,
un grupo de países árabes y algunas otras adhesiones, parecía que se formaba la
masa crítica suficiente para dar apariencia de legalidad a la intervención.
Finalmente el fantasma
de la intervención empezó a alejarse, una sugerencia lanzada por el secretario
de estado J. Kerry, fue cogida al vuelo por los rusos que la hicieron suya, y
después de varios contactos, se llegó a un principio de acuerdo sobre el
desmantelamiento total del arsenal químico de Siria, si la resolución del
Consejo de Seguridad no incluía la amenaza de intervención en caso de
incumplimiento.
Con estas condiciones el
proceso de negociación avanza lentamente, pero avanza, los inspectores de
NN.UU. han entregado su informe que confirma lo que ya se sabía: En Siria se ha utilizado gas sarín.
Queda por confirmar, por parte de estos inspectores, la autoría del ataque químico,
aunque parece bastante claro que ha sido el gobierno sirio, sin perjuicio de que
las fuerzas de la oposición también hayan podido utilizar armas químicas en otras
ocasiones.
En esta crisis, el
presidente Obama ha actuado con responsabilidad y valor además de con mucha
inteligencia política.
Responsabilidad porque puede
conseguir que, de forma pacífica, se destruya el arsenal químico de Siria
haciendo así cumplir el tratado de prohibición de armas químicas.
Valor porque ha sabido
cumplir con esta obligación en un ambiente de opinión pública y publicada que, por
miedo a una intervención militar similar a la de Iraq, parece dispuesta a mirar
para otro lado y dejar sin sanción un flagrante incumplimiento de los tratados
internacionales.
Para conseguir este
objetivo ha tenido que amenazar con una intervención militar, fuera del
paraguas de Naciones Unidas, pues los derechos de veto, existentes en el
Consejo de Seguridad, hacen muy difícil sancionar legalmente a un país con
"padrinos" que le apoyen.
Dado que la única
legalidad internacional es la que marca el Consejo de Seguridad, es necesario
cada vez con más urgencia, que desaparezca el derecho de veto, que impide que
se actúe con rapidez y eficacia, y que impulsa a buscar otras vías de
apariencia más o menos legal.
Una última reflexión
sobre esta crisis. Sorprende leer comentarios negativos sobre la actitud de
Obama, preguntándose porque no se ha intervenido en ocasiones anteriores
relativas a otros países o a otras circunstancias también graves.
La comunidad
internacional ha sido capaz, a lo largo de la historia reciente, de suscribir
algunos acuerdos, como el de la prohibición de armas químicas y biológicas pero
no ha avanzado lo suficiente para condenar de forma legal todas las formas de
dictadura y opresión a los ciudadanos que existen en el mundo. El principio de
no injerencia siempre ha sido dominante y no existen herramientas de
intervención mas allá de la denuncia moral.
Por eso es importante
que los pocos tratados que protegen las vidas y los derechos de los ciudadanos
del mundo y facilitan la convivencia internacional, se cumplan y no se amparen
en la pasividad del pasado para justificar la del futuro.
Naciones Unidas debería progresivamente
ir incrementando sus capacidades de intervención con nuevos tratados para tener
herramientas para resolver con eficacia y prontitud un mayor número de
conflictos.
Por otro lado, parece
evidente que en el Consejo de Seguridad no se pueda aplicar directamente el
principio de un país un voto, pues el peso de cada Estado miembro es muy
diferente. Es pues inevitable y necesario, que la Carta de Naciones Unidas
recoja el derecho de los países más fuertes y poblados de tener más peso en las
decisiones relativas a la seguridad mundial y eso justifica la existencia de
miembros permanentes y que su voto tenga más valor, pero mantener el derecho al
veto es excesivo en estos tiempos.