En los años 70, en la época de la guerra fría, la Unión Soviética era un país de muy difícil acceso, con muy poca información disponible sobre si misma, especialmente en los temas de política interior.
Para compensar esa falta de información, unos "expertos" trataban de deducir por medio de indicadores indirectos, los cambios que se habían producido. Uno de sus métodos de trabajo más comunes era el análisis de las fotos de los grandes actos públicos a los que asistía toda la jerarquía, para tratar de deducir la importancia de cada dirigente por su presencia o no en la tribuna y por la posición que ocupaba en ella. Los cambios detectados sobre la foto equivalente del año anterior, daban lugar a sesudos análisis políticos que, seguramente, no servían para casi nada.
En la sociedad de la información y la transparencia las técnicas de la "kemlinología" deberían estar tan arrinconadas como la regla de cálculo, que tanto tuvimos que utilizar en la universidad hace 40 años, pero no es así, sorprendentemente está resurgiendo, aunque debería cambiar su nombre por "Rajoyología" o procedimientos de adivinación de lo que piensa hacer Rajoy en base a lo que no dice, pero sugiere, con algún gesto o monosílabo.
Los tertulianos que nos visitan todos los días desde los medios audiovisuales, dedican una buena parte de su tiempo a hacer crónicas sobre lo que todavía no ha sucedido en vez de esperar a que pasen los acontecimientos antes de analizarlos. Este método periodístico de intentar adivinar el futuro, alcanza sus mayores cotas cuando el protagonista de la futura noticia es un gallego profesional como nuestro presidente del gobierno.
Nada más conocerse el resultado de las elecciones municipales se empezó a especular sobre si Rajoy iba a hacer cambios en el partido y/o en el gobierno. Rajoy empezó con su tradicional bacile a la prensa primero dijo que no, luego que si, después que ya veremos, luego que antes del verano y los periodistas detrás de él y de sus colaboradores intentando sacarle algo para después especular largamente en sus tertulias sobre lo que no había dicho.
¿Hasta cuando van a seguir los medios especulando sobre adivinanzas? ¿No sería más profesional dejar que Rajoy, o quien corresponda en cada caso, adopte las decisiones que tenga que adoptar, para después analizarlas?
Rajoy, como cualquier otro dirigente, tiene derecho a manejar sus tiempos como a él le parezca y resulta cansino, agobiante y hasta una falta de respeto andar todo el día detrás de él poniéndole la alcachofa en la boca.
A veces parece que no haya otros temas de actualidad que los cambios que vaya a hacer Rajoy.
En la sociedad de la información y la transparencia las técnicas de la "kemlinología" deberían estar tan arrinconadas como la regla de cálculo, que tanto tuvimos que utilizar en la universidad hace 40 años, pero no es así, sorprendentemente está resurgiendo, aunque debería cambiar su nombre por "Rajoyología" o procedimientos de adivinación de lo que piensa hacer Rajoy en base a lo que no dice, pero sugiere, con algún gesto o monosílabo.
Los tertulianos que nos visitan todos los días desde los medios audiovisuales, dedican una buena parte de su tiempo a hacer crónicas sobre lo que todavía no ha sucedido en vez de esperar a que pasen los acontecimientos antes de analizarlos. Este método periodístico de intentar adivinar el futuro, alcanza sus mayores cotas cuando el protagonista de la futura noticia es un gallego profesional como nuestro presidente del gobierno.
¿Hasta cuando van a seguir los medios especulando sobre adivinanzas? ¿No sería más profesional dejar que Rajoy, o quien corresponda en cada caso, adopte las decisiones que tenga que adoptar, para después analizarlas?
Rajoy, como cualquier otro dirigente, tiene derecho a manejar sus tiempos como a él le parezca y resulta cansino, agobiante y hasta una falta de respeto andar todo el día detrás de él poniéndole la alcachofa en la boca.
A veces parece que no haya otros temas de actualidad que los cambios que vaya a hacer Rajoy.
Pues eso precisamente es lo que quiere Rajoy, que no se hable de otras cosas: los jueces amigos para la Gürtel, las cajas B, los sobres voladores... Y, como la mayoría de los periodistas son "la voz de su amo"...
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