Cuando España ingresó en 1985 en la todavía entonces Comunidad Económica Europea, los españoles, que acabábamos de salir del cutrerío de una larga dictadura, nos sentimos ciudadanos de pleno derecho y orgullosos de pertenecer a la entidad plurinacional más avanzada, desde el punto de vista social y moral, del mundo.
Esta sensación de orgullo se repitió cuando la Comunidad dio un paso más y se constituyó la Unión Europea en 1993, aunque se frustró en el paso siguiente, el proyecto de constitución europea que no pudo aprobarse en 2004 y fue sustituido por una versión reducida en el tratado de Lisboa firmado en diciembre de 2007.
A partir de ese momento el desarrollo de Europa se ha ralentizado y el orgullo europeo que teníamos muchos ciudadanos se ha ido reduciendo en gran medida. Las decisiones tomadas por las instituciones europeas, relativas al tratamiento de la crisis económica que se inicio en 2008, y que no fueron capaces de atajar el empobrecimiento que ha tenido Europa en estos años, ha sido parte fundamental de este desencanto.
La cumbre europea celebrada entre el 18 y el 20 de febrero, ha supuesto un elemento más en esta frustración debido a los resultados obtenidos en los dos temas tratados:
La cumbre europea celebrada entre el 18 y el 20 de febrero, ha supuesto un elemento más en esta frustración debido a los resultados obtenidos en los dos temas tratados:
- El "Brexit", salida del Reino Unido de la Unión Europea
- La crisis de los refugiados.
Para justificar el no al referendum británico de la UE y evitar el Brexit, el premier conservador británico ha conseguido una serie de concesiones, relativas a: La limitación de los derechos de los trabajadores comunitarios en el Reino Unido, facilidades para que los británicos sean menos solidarios en el apoyo a otros países europeos en momentos de crisis y a la no participación británica en los procesos de integración europea. En definitiva unas concesiones que permiten que el R.U. se limite a ser un invitado de la U.E., participando en las ventajas del mercado único pero quedandose al margen de muchas de las obligaciones asociadas a la pertenencia a la Unión.
Aunque esa situación de privilegio que han impuesto los británicos para permanecer en Europa, si lo aprueban en referendum, parece ser un escenario menos malo que el que se produciría con una desvinculación completa, no deja de ser un paso atrás muy significativo en el proceso de construcción europea.
El segundo gran tema de la cumbre, que se ha vuelto a aplazar hasta dentro de un mes, ha sido el de la acogida a los refugiados procedentes de Siria y algunos otros lugares. La actitud europea, poniendo todo tipo de dificultades a la acogida a los refugiados es otro paso atrás que pone en entredicho la filosofía que se supone tiene Europa.
No todos los países han actuado del mismo modo, unos han puesto todo tipo de dificultades en forma de fronteras y represión policial, otros la mayoría se han limitado, como España,a aceptar de palabra las medidas de acogida pero, de hecho, mirando para otro lado, algunos, los menos, han tenido acciones activas en las medidas de acogida pero se han visto desbordados por la falta de colaboración del resto. Hasta ahora las únicas medidas que parece que somos capaces de tomar en Europa son las económicas de indemnizar a Turquia y Grecia para que se hagan cargo de los campos de refugiados y nos resuelvan el problema.
La frustración ante esa actitud europea es muy grande, muchos creíamos que Europa acabaría acogiendo a los refugiados y que las dificultades estarían en los Estados miembros que tendrían dificultades en crear las condiciones necesarias, por lo que sería necesario movilizar los sentimientos solidarios de los ciudadanos. Lamentablemente nos hemos equivocado, no se sabe si nuestras capacidades nacionales de acogida son o no suficientes pues el Estado ha impedido la llegada de refugiados y los medios que se hayan podido movilizar para atenderlos están ociosos.
Hay que esperar, aunque sin mucha convicción, que en la próxima cumbre europea se tomen medidas efectivas sobre los refugiados, aunque en España con un gobierno como el de Rajoy que ha demostrado una insensibilidad muy grande, la esperanza es todavía menor. El próximo gobierno, que debería estar encabezado por P. Sánchez, debería mostrar una sensibilidad mucho mayor en este asunto.
Europa y España deben cumplir sus obligaciones solidarias con los refugiados.
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