La propuesta de
resolución de los partidos nacionalistas catalanes y de Izquierda Plural, en
favor de pedir al gobierno un referéndum para plantear el derecho de libre determinación
de Catalunya, ha vuelto a enfrentar a los dos partidos socialistas
españoles PSC y PSOE.
La polémica alimentada,
como era previsible, por el animo catastrofista de los medios de comunicación
que aprovechan cualquier oportunidad para disparar contra los partidos y para,
lejos de hacer un análisis de una cierta profundidad, limitarse a la demagogia fácil
y a los lugares comunes, y, lo que es más graves a no distinguir unas cosas de
otras y, al grito de en todas partes cuecen habas, no tener empacho en comparar
la crisis
política del PP, debida al cobro de comisiones ilegales y su reparto entre los
máximos dirigentes del partido, con lo que no es más que
una discusión política, que refleja los diferentes sentimientos que sobre
el independentismo tienen muchos catalanes frente a una postura muy diferente
que, en términos globales, existe en otras partes del Estado Español. Estas
diferencias se reflejan inevitablemente en las posiciones políticas del
PSC y del PSOE.
Las posiciones políticas
de fondo entre el PSC y el PSOE son plenamente coincidentes en el sentido de
que ambos partidos proponen que Catalunya forme parte del Estado Español
en el marco de un Estado Federal.
Otra coincidencia
importante es que cualquier acción que se pueda tomar tiene que ser en el
marco de la Ley, no saltándosela ni haciendo interpretaciones
retorcidas.
Las diferencias están en
los procedimientos, el PSC defiende lo que se ha dado en llamar derecho de
decisión, en la práctica, un eufemismo del derecho de autodeterminación, mientras que el PSOE considera que, de acuerdo con la actual Constitución Española,
el
derecho de decisión corresponde a todo el pueblo español, no solo a una parte
del mismo.
En situaciones como esta
cada organización toma sus posiciones muy condicionada por su entorno social,
que es muy diferente para cada una de ellas.
En Catalunya hay un
fuerte movimiento, probablemente no mayoritario, en favor de la independencia y
los partidos, que apoyan al gobierno de la Generalitat, CiU y ERC han
emprendido una huida hacia adelante en favor de un referéndum de
autodeterminación. Ello obliga a todas las fuerzas políticas catalanas
a tomar posición al menos a favor del referéndum.
En la mayor parte de
España, el entorno social es más favorable a la unidad y muy contraria al separatismo
nacionalista, con un PP que azuza fuertemente el nacionalismo patriótico.
La síntesis puede estar
en poner el énfasis más en lo que nos une, la concepción de Catalunya como
parte del Estado Español, que en lo que nos separa, la oportunidad de
convocar un referéndum de autodeterminación en el 2014.
El argumento de que el
derecho de autodeterminación no está incluido en la constitución, es un
argumento jurídicamente potente pero políticamente débil, pues las
leyes, Constitución incluida, se pueden cambiar, no son La Biblia.
De hecho el PSOE ha
propuesto cambiar la Constitución para darle una orientación federal.
¿No cabe en una
Constitución Federal la regulación del derecho de Autodeterminación?
Sin duda es coherente
regular este derecho como parte de la propuesta de cambio constitucional que el
PSOE está elaborando y puede ser totalmente compatible con la protección de la
unidad de España, considerándola como un valor de especial protección, poniendo para ello barreras
altas a la ejecución de este derecho, que garanticen que al menos el
50% de los electores, NO de los votantes, quieren explícitamente la
independencia de un territorio.
No sería suficiente un
referéndum como el planteado en la propuesta de Ley recientemente presentada
por el Grupo Mixto del Congreso, en el que bastaba una participación de un 50%
y mayoría simple, es decir un 25% del censo podría decidir la segregación de un
territorio.
La iniciativa de recomponer
las relaciones políticas, modificando los acuerdos de forma que se
regule la forma como los diputados del PSC, o de otras nacionalidades, pueden
discrepar, en momentos y circunstancias puntuales, de la posición acordada por
el grupo socialista, es la única posible, de hecho y existen experiencias en este
sentido, por ejemplo en el Senado, donde los senadores del PSC están
integrados con senadores de otros grupos progresistas catalanes en una,
candidatura unitaria, la Entesa pel progrés de Catalunya.
La peor opción, tanto para el PSOE como
para el PSC, es la separación y sería muy conveniente que algunos
barones socialistas se callaran un poco y dejasen actuar a Rubalcaba y a Pere
Navarro que seguramente encontraran la formula adecuada.