A pesar de las reticencias de algunos "expertos" politólogos y de algunas encuestas de la "señorita Pepis", las previsiones del CIS se han cumplido y el PSOE ha ganado las elecciones generales de forma aplastante y, por más que enreden los especuladores mediáticos, solo hay una opción: Un gobierno socialista presidido por Pedro Sánchez.
En síntesis los resultados electorales son:
- La izquierda (PSOE, UP, Guanyen y compromis) 166 escaños.
- La derecha (PP, Cs Vox, NA+) 149 escaños.
- Los 35 diputados restantes pertenecen a partidos nacionalistas o regionalista.
Solo con los votos de la izquierda está asegurada la investidura en segunda vuelta, partiendo de la base de que los 35 diputados restantes no van a votar con la derecha y por tanto, en función de los acuerdos a que pueda llegarse, votaran a favor o se abstendrán.
El teórico acuerdo con Cs, por el que suspiran como plan B las derechas mediáticas, empresariales y sociales, debe ser descartado, porque los militantes no lo queremos y Cs por su parte, tampoco, y visto el comportamiento insultante y descalificador que ha tenido Cs, en algunas ocasiones incluso más agresivo que el PP, la sociedad tampoco lo entendería.
La votación de la investidura y la proporción de tres a uno entre los Grupos Parlamentarios de PSOE y Podemos, justifica acuerdos programáticos de legislatura, pero no necesariamente, un gobierno de coalición.
En cuanto a la mano tendida a todos los grupos, que ha expresado P. Sanchez, es una posición estratégica de buscar consensos en temas de Estado, que muchas veces necesitan acuerdos y mayorías absolutas o cualificadas. Es el día a día de un parlamento que necesita ser operativo y alejarse de la crispación continua que ha tenido en los últimos años.
Entramos en un tiempo nuevo que debe ser mucho más constructivo y mucho menos crispado, en el que hay que seguir el camino progresista trazado durante los meses anteriores de gobierno socialista.