El PP presume desde hace unos meses de ser un partido sin complejos, lo que en la práctica, supone que no tienen remilgos en considerar a Vox un partido constitucionalista y pactar con él cuando sea necesario. A Cs todavía debe quedarle algún complejo y solo pacta con Vox de forma indirecta y por debajo de la mesa.
Esta falta de complejos del PP contrasta con la excesiva prudencia del PSOE a plantear algunos pactos en algunos territorios en los que los resultados electorales permiten buscar acuerdos de gobierno con otras fuerzas.
El excesivo temor a que nos consideren demasiado cercanos a populistas y nacionalistas y las tradicionales presiones de los sectores más retardatarios del partido, siempre proclives a acuerdos con Cs y otras fuerzas conservadoras y a evitar compromisos con partdos nacionalistas, son seguramente las causas de este exceso de prudencia.
Si consideramos que el PSOE ha ganado con mucha solvencia las elecciones generales, las europeas, las municipales y las autonómicas, salvo en Madrid, y que las encuestas posteriores consideran que seguimos gozando del apoyo ciudadano, no tiene sentido andarnos con tantos remilgos.
Por otro lado Cs, el deseado partenaire de algunos compañeros, ha manifestado sus preferencias en llegar a acuerdos con el PP, sin especificar la forma con la que va a tragarse el sapo de VOx.
El PSOE por su parte tiene como socio preferente a U. Podemos, con el que solo está pendiente la concreción de su partipación en el futuro gobierno, asunto puede tener solución seleccionando adecuadamete los temas en los que U.P puede aportar algún valor añadido, uno de ellos podría ser vivienda. Se les podría ofrecer, por ejemplo, la Secretaría de Estado de vivienda o, incluso, convertirla en Ministerio como se hizo en otras legislaturas.
Estas consideraciones vienen a cuento por los pactos de gobierno que hay que realizar tanto en el Estado como en los territorios.
Para el pacto prioritario, el de investidura de Pedro Sanchez, hay que contar con seguridad casi absoluta con U. Podemos y con los dos diputados cantabro y valenciano en total 167 votos, incluyendo el grupo socialista. Para completar la mayoría es necesario contar con el apoyo de grupos nacionalistas o regionalistas.
Mientras no se resuelva el proceso de la declaración de independencia catalana, no es nada fiable contar con el apoyo de los nacionalistas catalanes, tal vez en el futuro, según evolucionen el procés, sea posible buscar acuerdos con ERC. pero actualmente no es prudente llegar a ningún acuerdo con ellos.
El apoyo de los nacionalistas vascos (6 del PNV y 4 de Bildu) daría mayoría absoluta en la investidura. Con el PNV no parece haber ningún problema, pero Bildu sigue sometido a un cordón sanitario que probablemente sea el momento de revisar. El 20 de octubre de 2011, ETA anunció el fin de la lucha armada y hace poco más de un año su disolución definitiva, en estas condiciones, por mucho que las derechas agiten el espantajo del terrorismo, no se puede considerar que Bildu sea el brazo politico de ninguna organización armada y merece que se le de una oportunidad. En 2011 Zapateroo, Rubalcaba y Eguiguren, tuvieron la valentía de abrir un proceso de negociación con Otegi que terminó fructificando, es el momento de dar un paso adelante siguiendo los pasos del anterior gobierno socialista. Se puede considerar a Bildu como un partido similar a ERC, sin la hipoteca del procés de autodeterminación.
Frente a esta opción se está planteando lo que a mi juicio sería una "investidura Frankestein", chalaneando los apoyos de partidos de dereha como Coalición Canaria o de extrema derecha como UPN que nos ofrecen abstenciones en la segunda vuelta a cambio de que les regalemos los gobiernos de Canarias y Navarra, en las que nos hemos ganado el derecho a gobernar.
El apoyo de Bildu en la investidura y en Navarra puede tener como contrapartida el apoyo socialista a los nacionalistas en el Ayuntamiento de Pamplona. No parece haber mayor inconveniente en negociar con Bildu esa alcaldía, teniendo en cuenta que las competencias de un alcalde no van más alládel ámbito local y que bildu ya ha ocupado alcaldías como la de S.Sebastian sin que haya pasado nada.
Con Cs podría haber un acuerdo susbsidiario en Madrid, Castilla y León o Murcia si su supuesta negativa a tener acuerdos con Vox se mantiene y es algo más que un postureo. Las contradicciones de Cs en este tema son cada vez más evidentes pero nada garantiza que no vayan a tragarse el sapo como en Andalucía.
Queda por último como plaza importante el Ayuntamiento de Barcelona en el que no es admisible apoyar a Maragall que quiere utilizar el Ayuntamiento como bandera nacionalista. En Barcelona quien tiene que resolver sus contrdicciones es Ada Colau.