En Junio de 2018, después de ganar por primera vez en España una moción de censura, Pedro Sanchez accedió a la presidencia del gobierno. El gobierno que nombró estuvo formado también por primera vez, por más mujeres que hombres, once de veinte.
El segundo gobierno, recientemente formado, tiene también once mujeres en su seno, tres de ellas con el titulo de vicepresidentas. Además algunas de las carteras de las que son titulares mujeres: Defensa, Industria, Economía o Hacienda son de las que, en terminos coloquiales, podrían considerarse Departamentos masculinos. Por tanto en los gobiernos de Pedro Sánchez existe un alto porcentaje de mujeres y ninguna de ellas puede considerarse como "ministras florero", que solo se ocupan de asuntos menores.
Los gobiernos de P. Sanchez están haciendo mucho más por las políticas de igualdad, en el campo de la asunción de altas responsabilidades, que cualquier otra medida de discriminación positiva.
A pesar del avance que supone este gobierno para impulsar la igualdad de la mujer, no hay que bajar la guardia en medidas de discriminación positiva pues existen muchos otros sectores en que la igualdad está todavía muy lejos de alcanzarse. En términos de responsabilidad política de gobierno, es relativamente más fácil encontrar mujeres con perfiles para ser ministras que rellenar una lista electoral cremallera en muchos municipios, no necesariamente muy pequeños, pues el colectivo en el que hay que elegir es mucho más reducido, tanto en cantidad como en disponibilidad. En todo caso, si convendría rebajar la excesiva obsesión que a veces existe en encontrar mujeres adecuadas para encabezar listas electorales.
La existencia de mujeres con mérito y capacidad suficiente para ocupar puestos de responsabilidad no debería limitarse a la izquierda, en la derecha también pueden existir mujeres de alta capacidad como pudo verse en el último gobierno de M. Rajoy en el que la materia gris más potente de su gobierno pertenecía a la vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría.
A pesar de contar con candidatos como Soraya, el PP prefirió elegir en su congreso a un candidato mediocre como Pablo Casado que, en el área de seleccionar mujeres para puestos de alta responsabilidad, se decidió para el puesto de portavoz parlamentario, por la marquesa de Casa Fuerte, aristócrata altiva, radical, sectaria y provocadora y para presidir la Comunidad de Madrid, por Isabel Díaz Ayuso, no tan aristócrata pero especializada en meter la pata cada vez que abre la boca.
Las otras dos derechas tampoco tiene grandes figuras femeninas de las que presumir, Inés Arrimadas de Ciudadanos, es tan provocadora y faltona como la marquesa Cayetana y la portavoz de Vox en Madrid, la arquitecta que ha ejercido sin titulo durante muchos años, Rocío Monasterio, no tiene nada que envidiar a sus compañeras ideológicas.
La derecha tenía que revisar su casting a la hora de seleccionar mujeres, no vaya a ser que echemos de menos a Esperanza Aguirre o a Ana Botella.
El segundo gobierno, recientemente formado, tiene también once mujeres en su seno, tres de ellas con el titulo de vicepresidentas. Además algunas de las carteras de las que son titulares mujeres: Defensa, Industria, Economía o Hacienda son de las que, en terminos coloquiales, podrían considerarse Departamentos masculinos. Por tanto en los gobiernos de Pedro Sánchez existe un alto porcentaje de mujeres y ninguna de ellas puede considerarse como "ministras florero", que solo se ocupan de asuntos menores.
Los gobiernos de P. Sanchez están haciendo mucho más por las políticas de igualdad, en el campo de la asunción de altas responsabilidades, que cualquier otra medida de discriminación positiva.
A pesar del avance que supone este gobierno para impulsar la igualdad de la mujer, no hay que bajar la guardia en medidas de discriminación positiva pues existen muchos otros sectores en que la igualdad está todavía muy lejos de alcanzarse. En términos de responsabilidad política de gobierno, es relativamente más fácil encontrar mujeres con perfiles para ser ministras que rellenar una lista electoral cremallera en muchos municipios, no necesariamente muy pequeños, pues el colectivo en el que hay que elegir es mucho más reducido, tanto en cantidad como en disponibilidad. En todo caso, si convendría rebajar la excesiva obsesión que a veces existe en encontrar mujeres adecuadas para encabezar listas electorales.
La existencia de mujeres con mérito y capacidad suficiente para ocupar puestos de responsabilidad no debería limitarse a la izquierda, en la derecha también pueden existir mujeres de alta capacidad como pudo verse en el último gobierno de M. Rajoy en el que la materia gris más potente de su gobierno pertenecía a la vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría.
A pesar de contar con candidatos como Soraya, el PP prefirió elegir en su congreso a un candidato mediocre como Pablo Casado que, en el área de seleccionar mujeres para puestos de alta responsabilidad, se decidió para el puesto de portavoz parlamentario, por la marquesa de Casa Fuerte, aristócrata altiva, radical, sectaria y provocadora y para presidir la Comunidad de Madrid, por Isabel Díaz Ayuso, no tan aristócrata pero especializada en meter la pata cada vez que abre la boca.
Las otras dos derechas tampoco tiene grandes figuras femeninas de las que presumir, Inés Arrimadas de Ciudadanos, es tan provocadora y faltona como la marquesa Cayetana y la portavoz de Vox en Madrid, la arquitecta que ha ejercido sin titulo durante muchos años, Rocío Monasterio, no tiene nada que envidiar a sus compañeras ideológicas.
La derecha tenía que revisar su casting a la hora de seleccionar mujeres, no vaya a ser que echemos de menos a Esperanza Aguirre o a Ana Botella.
