Una reciente encuesta de Metroscopia (El País 7 de octubre de 2013)
muestra el estado de opinión de los ciudadanos españoles en relación con la
forma de organización del Estado.
Aunque, como lamentablemente es cada vez más frecuente en
esta empresa, la encuesta tiene truco, en este caso la manipulación es tan
burda que se puede llegar a algunas conclusiones útiles.
La encuesta pregunta sobre las preferencias en la
organización del Estado y da cinco posibles respuestas, ahí esta el sesgo pues
tres opciones son variantes de una misma opción y dividiéndolas en tres se
consigue que quede como más votada la opción que ellos han elegido:
Si agrupamos las tres últimas preguntas en una sola, tendremos una
conclusión bastante más clara:
Año
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2013
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2012
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2011
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Estado sin CC.AA.
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25%
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30%
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26%
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Estado con CC.AA. (actual)
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26%
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30%
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33%
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Estado Federal (o equivalente)
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42%
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34%
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37%
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La agrupación de las respuestas se basa en que un estado con una autonomía más
profunda es, en la práctica, un Estado Federal y la posibilidad de que las
CC.AA puedan convertirse en Estados Independientes, no es más que un Estado
Federal avanzado con regulación del ejercicio del derecho de autodeterminación.
Por ideologías, la preferencia por el Estado Federal es más
patente en la izquierda, el 53% de los votantes socialistas se decantan por una
u otra variante, mientras que en la derecha, el 44% preferirían volver al
Estado centralista, mejor para muchos de ellos si también fuera franquista.
La evolución temporal también es favorable al federalismo,
que estaba en el 34% en 2012 mientras el estado autonómico y el centralista
pierden posiciones pues estaban en el 30% en ambos casos.
La encuesta no desagrega datos de Catalunya ni de Euskadi
en los que el federalismo y la independencia alcanzan previsiblemente cotas más
altas.
El avance del federalismo es una buena noticia, pues seguramente
es la única forma, desde luego no segura, de poder hacer frente al
independentismo que se abre paso en Catalunya, con un gobierno nacionalista de
CiU, apoyado por ERC y está a la expectativa en Euskadi, con un gobierno, también
nacionalista, del PNV y una amplia
representación de la izquierda abertzale en las instituciones.
La conversión de España en un Estado Federal, en el que no
necesariamente tendrían que pasar a ser Estados Federados las actuales CC.AA.,
pues hay algunas situaciones territoriales que seguramente convendría revisar,
requeriría un cambio constitucional profundo, que por otra parte también es
necesario para hacer otras modificaciones de la constitución obligadas.
En cuanto al tema del derecho a decidir, mejor llamado
derecho de autodeterminación, mantengo mis posiciones
anteriores, creo que es un derecho que hay que respetar, lo
mismo que en el divorcio la separación es cosa de uno aunque, y eso
también lo tendrían que tener en cuenta los separatistas, el matrimonio, o en
este caso la pertenencia a la Unión Europea, es cosa de todos los miembros de
la familia.
La separación de un territorio no es nada deseable por lo
que, si existiera ese derecho, sus barreras tendrían que ser muy altas. En
cualquier caso es un derecho muy impopular entre la población no nacionalista
por lo que habría que hacer todo lo posible por evitarlo, aunque fuera legal, y
para ello el federalismo es una buena solución.
Creo que algunas puntualizaciones no están fuera de lugar:
ResponderEliminar1) El Estado autonómico es ya hoy, materialmente, un Estado de tipo federal, y además con un grado de descentralización territorial efectiva del poder muy avanzado (superior incluso al de muchos otros Estados que sí son formal o nominalmente federales).
2) Coincido, por tanto, en que el desarrollo federal es la línea natural de evolución y perfeccionamiento del Estado de las autonomías.
3) Dicho esto, conviene aclarar que el modelo de desarrollo federal coherente con nuestro modelo constitucional es el de propio de un federalismo integrador, solidario y cooperativo (y básicamente multilateral, sin perjuicio de algún posible rasgo menor de bilateralidad o asimetría), esto es, un modelo de matriz muy similar a la del modelo federal alemán o austríaco, lo que implica que carece de cualquier resabio confederal. En este modelo es claro que no se admite que existan fragmentos de la nación española que gocen del derecho a la autodeterminación ("derecho a decidir"), esto es, de soberanía o, lo que es lo mismo, de poder constituyente originario, pues éste reside de forma exclusiva y excluyente en el pueblo español (art. 1.2 CE). Esta vía, aunque evolutiva (por tanto, ni inmovilista, ni regresiva), se inserta sin embargo en el vigente modelo constitucional. No es una ·tercera vía" entre el vigente modelo constitucional y la secesión.
4) Conviene también aclarar, por tanto, que la propuesta anterior (que es, básicamente, la que plantea actualmente el PSOE, y que comparto) nada tiene que ver con la transformación del Estado autonómico en un Estado que se tilda de “federal”, pero que incluye el reconocimiento del derecho de secesión (“derecho a decidir”) de los territorios o pueblos integrantes de España. Esta opción (que, sin ir más lejos, es la que defiende expresamente el PSC e incluye la posibilidad expresa de que se celebren referendos de autodeterminación en los territorios) suele inspirarse en la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Canadá sobre las condiciones a las que habría de sujetarse una eventual segregación de una de sus provincias, y en la experiencia más reciente de Escocia. Este modelo (que incorpora recurrentemente otras categorías difusas de aroma confederal, tales como "modelo bilateral y asimétrico" o "soberanía compartida"), encubre en realidad una transformación confederal del Estado. Cabe recordar lo obvio: en un modelo federal (ortodoxo) la soberanía es única y reside de forma exclusiva y excluyente en la nación federal. Por el contrario, la soberanía compartida es propia de una confederación, que es una alianza de Estados soberanos. Lo que distingue al Estado miembro de una Federación de un Estado miembro de una Confederación es que el primero ha renunciado definitivamente a su soberanía, mientras que el segundo la conserva (incluyendo, por formar parte de ella, el derecho de secesión). La Federación es un Estado en sí mismo, la Confederación no. De ahí, por cierto, que no sea correcto hablar de “Estado confederal” (la "tercera vía" de Duran Lleida, líder de Unió); eso es una contradicción en los términos.
Desde mi punto de vista se trata más de un debate político que de un debate académico. En primer lugar coincido en que tenemos un nivel de descentralización muy amplio, pero mas basado en cesiones de competencias y de impuestos que en derechos legales que sería, a mi juicio una de las aportaciones del modelo federal, las CC.AA. no estarían sujetas a la voluntad de añadir o quitar competencias del parlamento central, por ejemplo la Ley de Educación "Wert", recientemente aprobada, invade competencias autonómicas en materia de lenguas y ya veremos que dictamina el Tribunal Constitucional.
ResponderEliminarEn segundo lugar, aunque la evolución natural puede ser un federalismo ortodoxo, no se puede obviar políticamente el amplio consenso catalán ( mas del 70%) a favor de la autodeterminación y no es difícil deducir que la situación será muy parecida en Euskadi. Con mayorias nacionalistas en Catalunya y Euskadi me parece inevitable que se plantee el derecho a decidir. Ser favorable a la regulación, creo que en todo caso con condiciones muy duras, del derecho a decidir no significa lo mismo que ser separatista, y los compañeros del PSC lo están demostrando todos los días, pero creo que en ese debate las opciones entre separatismo o mantenimiento podrían ser favorables a la permanencia en España y el conflicto identitario podría quedar aparcado durante un largo tiempo.
Evidentemente con un PP muy centralista y con una sociedad española que identifica facilmente el ser partidario del derecho a decidir con ser separatista, defender el derecho a decidir en un cambio constitucional no es tarea fácil ni a corto plazo, pero si creo que se puede plantear este debate desde un punto de vista teórico. Otra cosa son las posiciones formales delos dirigentes políticos que logicamente tienen que ser más prudentes .