Los comunicados simultáneos de los gobiernos cubano y norteamericano del pasado 17 de diciembre, en los que anunciaban un próximo acuerdo para el restablecimiento de relaciones diplomáticas, constituyen un acontecimiento histórico de primer orden pues suponen el principio del fin de los 53 años de bloqueo que EE.UU. impuso a Cuba en 1961.
En los últimos 23 años, desde 1992, la Asamblea General de NN.UU. ha condenado sistematicamente el bloqueo, en los 2013 y 2014 prácticamente por unanimidad, salvo por el voto en contra de EE.UU. y su aliado de cabecera Israel.
Para mi generación, que en 1959 estaba todavía en la infancia, la revolución cubana ha sido siempre un referente de la dignidad de un pueblo que ha resistido durante muchos años el bloqueo y las amenazas del país más poderoso del mundo.
Ningún pueblo se merece sufrir más de 50 años de aislamiento por defender su independencia política.
La imagen del Che Guevara, que presidía las habitaciones de muchos jóvenes de izquierdas de los años 60 y 70, fue un permanente recordatorio del prestigio que la revolución cubana tenía entre una juventud española inmersa en la dictadura franquista.
Aunque ya en aquellos años, nuestras aspiraciones eran las de socialismo y democracia, simultáneamente, a Cuba siempre se le justificaban sus limitaciones democráticas debido a su situación geoestratégica, en plena boca del lobo.
El transcurso del tiempo ha ido poniendo más en valor la necesidad de que Cuba adopte un sistema democrático, necesidad que no puede ser impuesta desde fuera sino que tiene que ser liderada por el propio pueblo cubano.
La avanzada edad de los hermanos Castro hacía temer que, después de su desaparición por razones biológicas, Cuba pudiera ser colonizada por el poderoso lobby cubano-norteamericano de Miami, los llamados gusanos, que acabarían con todos los avances conseguidos y volverían a convertir Cuba en una colonia.
El acuerdo EE.UU. -Cuba llega en un momento oportuno, pues, con una administración demócrata en su último período en EE.UU., lo que le concede una mayor libertad de acción, Raul Castro como presidente de Cuba y un entorno en sudamericana muy diferente a las viejas dictaduras militares de hace unas décadas, las posibilidades de recuperar la democracia sin servilismos, son mucho mayores.
Conviene mencionar en este proceso, la positiva intermediación del Papa de Roma, que en su doble condición de Jefe de Estado y líder religioso de una parte importante de la humanidad, ha sabido salir de los estrechos margenes de la defensa de la estrecha moral católica a que nos habían acostumbrado sus antecesores y ocuparse de contribuir a la mejora de las relaciones internacionales.
Ningún pueblo se merece sufrir más de 50 años de aislamiento por defender su independencia política.
Aunque ya en aquellos años, nuestras aspiraciones eran las de socialismo y democracia, simultáneamente, a Cuba siempre se le justificaban sus limitaciones democráticas debido a su situación geoestratégica, en plena boca del lobo.
La avanzada edad de los hermanos Castro hacía temer que, después de su desaparición por razones biológicas, Cuba pudiera ser colonizada por el poderoso lobby cubano-norteamericano de Miami, los llamados gusanos, que acabarían con todos los avances conseguidos y volverían a convertir Cuba en una colonia.
El acuerdo EE.UU. -Cuba llega en un momento oportuno, pues, con una administración demócrata en su último período en EE.UU., lo que le concede una mayor libertad de acción, Raul Castro como presidente de Cuba y un entorno en sudamericana muy diferente a las viejas dictaduras militares de hace unas décadas, las posibilidades de recuperar la democracia sin servilismos, son mucho mayores.
Conviene mencionar en este proceso, la positiva intermediación del Papa de Roma, que en su doble condición de Jefe de Estado y líder religioso de una parte importante de la humanidad, ha sabido salir de los estrechos margenes de la defensa de la estrecha moral católica a que nos habían acostumbrado sus antecesores y ocuparse de contribuir a la mejora de las relaciones internacionales.
ENCUESTA SOBRE POSIBLES PACTOS DE GOBIERNO EN EL LATERAL DERECHO
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