La última, de momento, ocurrencia de Pablo Iglesias (PI) es pedirle al Rey que interceda con Pedro Sanchez (PS) en su posición de gobierno de coalición por fascículos.
Esa ocurrencia indica, en primer lugar, su desconocimiento sobre el papel constitucional de nuestro Jefe de Estado. El Rey de España no tiene las capacidades de, por ejemplo, el presidente de Italia, que, como hemos pedido ver recientemente, ha tenido un papel muy activo en la formación del nuevo gobierno italiano. Nuestro rey tiene, para bien o para mal, una posición de arbitraje mucho más limitada y el intentar pedirle que asuma las posiciones de un partido, supone una ignorancia increíble en un dirigente político. Tal vez PI preferiría un rey más activo pero las cosas son como son y no se pueden ajustar a sus deseos.
Un segunda derivada de este lamentable intento es mostrar la debilidad argumental de su tesis de gobierno de coalición.
La posición de UP al comienzo de la investidura de Julio tenía mucha lógica y consiguió finalmente romper la resistencia socialista, que acabó ofreciendo un gobierno de coalición a pesar de la poca confianza que ha tenido siempre con esta coalición. El desprecio a la oferta, calificada de decorativa por PI y su núcleo más próximo, seguramente porque no tenía la capacidad suficiente para convertir su participación en un sub-gobierno dentro del gobierno, en un modelo parecido al que ha conseguido Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, fue un error de bulto del dirigente de Podemos que desbarató toda su estrategia.
Después del rechazo de la oferta de gobierno de coalición empiezan a producirse los desvaríos. Primero en el pleno de investidura de Julio intentó salvar los muebles con una propuesta in voce en la que aceptaba, el gobierno de coalición con el añadido de unas competencias en empleo que en su mayoría, están transferidas a las CC.AA.
En las negociaciones mantenidas en Septiembre han mantenido de forma rígida y ya fuera de la realidad su posición de gobierno de coalición, ignorando las ofertas hechas por el gobierno. Finalmente hace un movimiento extraño, de gobierno de coalición revisable, que no tiene pies ni cabeza pues el presidente del gobierno puede hacer una crísis de gobierno cuando lo considere oportuno, aunque esta modalidad de crísis programada es una ocurrencia nueva.
PI se está cerrando todas las salidas y prácticamente solo le queda para salvar su posición, y contentar minimamente a sus aliados, un apoyo gratis a la investidura sin ningún compromiso que abriría un escenario de negociaciones continuas que, con suerte, podría derivar en un acuerdo programático posterior. La posibilidad de un gobierno de coalición en la segunda parte de la legislatura, como piden algunos dirigentes socialistas, siempre permanecería abierta aunque su materialización dependería de la evolución de los acontecimientos, porque no es posible que se pueda programar de forma anticipada.
El clavo ardiendo al que se pueden agarrar para evitar las elecciones, está cada vez más caliente.
Las estrategias políticas, por llamarlas de alguna manera, de PI, se parecen cada vez más a las obsesiones de Albert Rivera, que no es capaz de ver más allá del terrorismo, el independentismo y la aplicación del articulo 155, venga o no a cuento.
Los nuevos lideres que, supuestamente, iban a regenerar nuestra vida política están resultando un auténtico fiasco.
Pablo Iglesias quedaría como Dios permitiendo un Gobierno en solitario de Pedro Sánchez. Pero me temo que no lo va a hacer. Y las elecciones las carga el diablo. Puede pasar cualquier cosa. A Pedro Sánchez le puede pasar como a Mateo Renzi.
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