El Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Nuñez Feijoo, seguramente uno de los dirigentes más lucidos de la derecha española, decía en unas recientes declaraciones defendiendo un gobierno de Unidad Nacional, que esa opción no se había llevado a cabo porque "en España faltan políticos con visión de Estado y tenemos una serie de políticos adolescentes".
No estoy de acuerdo, aunque entiendo que lo defienda un dirigente de derechas, con que España necesite un gobierno de U. Nacional pero si comparto que tenemos excesivos políticos con mentalidad adolescente, y no se trata de P. Sanchez, al que seguramente hace referencia el presidente de la Xunta. Desde que Pedro accedió a la S.G. del PSOE por segunda vez y, posteriormente, a la presidencia del gobierno ha madurado mucho y muy deprisa y difícilmente se le puede calificar de político adolescente.
El calificativo de adolescente les viene como un guante a los dirigentes de otros partidos nacionales, como P. Iglesias y A. Rivera. El Presidente del PP, P. Casado, estuvo en esa lista durante toda la campaña electoral, compitiendo incluso por encabezarla, pero, justo es decirlo, después de las elecciones ha bajado el pistón y ha moderado relativamente su discurso. Esperemos que siga esa evolución porque ya tenemos bastantes dirigentes adolescentes.
Pablo M. Iglesias es uno de esos dirigentes adolescentes que se comporta más como un activista universitario que como un representante elegido por la ciudadanía. Su ambición y autoritarismo alcanzan niveles muy altos. Sus argumentos son siempre rotundos, sin margen para la duda. Su estilo es faltón y provocador. Sus colaboradores más directos nunca tiene criterio propio, se limitan a repetir como papagayos el argumentario diseñado por el lider. Sus errores de bulto, sobre todo las cuatro veces que ha votado con las derechas para impedir un gobierno progresista, le pasaran factura a corto plazo.
Pero el primero de la clase en adolescencia política, más bien pre-adolescencia e incluso infantilismo político, es el lider de Ciudadanos A. Rivera.
Su indiscutible giro a la derecha y su intención, un tanto quimérica, de ser el lider de la oposición, podrían considerarse una estrategia política, aunque no sea fácil de comprender, pero su comportamiento descalificador e insultante de forma sistemática al presidente del gobierno, sus permanentes desplantes más allá de la mínima cortesía y sus continuos cambios tácticos, lo están convirtiendo en un dirigente cada vez más irrelevante que seguramente perderá en poco tiempo el capital político acumulado en los últimos años.
Los movimientos tácticos realizados por Rivera después del primer intento de investidura son incomprensibles y totalmente oportunistas.:
En relación con Euskadi, Navarra y Cataluña sus posiciones revelan una incomprensión total de los fenómenos nacionalistas y una voluntad inquebrantable de no buscar ningún acercamiento a las realidades nacionales, considerando a vascos y catalanes no como compatriotas que tienen otros criterios, sino como enemigos a vencer.
En definitiva, los partidos emergentes y sus dirigentes han demostrado ser unos párvulos políticos muy poco útiles para España, que pueden conseguir que, en poco tiempo, se eche de menos el bipartidismo anterior, porque al menos permitía que hubiese gobiernos.
El calificativo de adolescente les viene como un guante a los dirigentes de otros partidos nacionales, como P. Iglesias y A. Rivera. El Presidente del PP, P. Casado, estuvo en esa lista durante toda la campaña electoral, compitiendo incluso por encabezarla, pero, justo es decirlo, después de las elecciones ha bajado el pistón y ha moderado relativamente su discurso. Esperemos que siga esa evolución porque ya tenemos bastantes dirigentes adolescentes.
Pablo M. Iglesias es uno de esos dirigentes adolescentes que se comporta más como un activista universitario que como un representante elegido por la ciudadanía. Su ambición y autoritarismo alcanzan niveles muy altos. Sus argumentos son siempre rotundos, sin margen para la duda. Su estilo es faltón y provocador. Sus colaboradores más directos nunca tiene criterio propio, se limitan a repetir como papagayos el argumentario diseñado por el lider. Sus errores de bulto, sobre todo las cuatro veces que ha votado con las derechas para impedir un gobierno progresista, le pasaran factura a corto plazo.
Pero el primero de la clase en adolescencia política, más bien pre-adolescencia e incluso infantilismo político, es el lider de Ciudadanos A. Rivera.
Su indiscutible giro a la derecha y su intención, un tanto quimérica, de ser el lider de la oposición, podrían considerarse una estrategia política, aunque no sea fácil de comprender, pero su comportamiento descalificador e insultante de forma sistemática al presidente del gobierno, sus permanentes desplantes más allá de la mínima cortesía y sus continuos cambios tácticos, lo están convirtiendo en un dirigente cada vez más irrelevante que seguramente perderá en poco tiempo el capital político acumulado en los últimos años.
Los movimientos tácticos realizados por Rivera después del primer intento de investidura son incomprensibles y totalmente oportunistas.:
- Primero se niega a las convocatorias que le hace el presidente del gobierno alegando que no hay nada que hablar con lo que despectivamente llama el "Sanchismo"
- Luego desaparece, junto con su coro de acólitos, durante casi dos meses.
- A última hora reaparece, intentando liderar la oposición, con una propuesta supuestamente constitucionalista que no tiene pies ni cabeza.
- Pablo Casado le escucha por cortesía pero no quiere saber nada del asunto y se quita de en medio.
- Como el PSOE no es constitucionalista, según el otorgador de certificados constitucionales Rivera, se ratifica en su desprecio a los socialistas.
- Navarra: Devolverle el gobierno a la lista más votada porque un acuerdo con Geroa Bai, Podemos e IU, no es constitucional. En Andalucía, Madrid, Castilla y León y Murcia la lista más votada era la socialista pero la derecha formó gobierno con el apoyo de Vox. No entiende que la abstención de Bildu, que argumenta como gran traición, es cosa suya en su derecho de permitir que gobierne la, para ellos, opción menos mala.
- Cataluña: No admitir posibles indultos y aplicar el articulo 155 de inmediato. Olvidan que el 155 no es aplicable en este momento, porque no hay nada que lo justifique y el Tribunal Constitucional no lo permite y la decisión sobre los indultos habrá que tomarla, si se toma, después de la sentencia.
- Fiscalidad: No subir impuestos a los autónomos ni a nadie.
En relación con Euskadi, Navarra y Cataluña sus posiciones revelan una incomprensión total de los fenómenos nacionalistas y una voluntad inquebrantable de no buscar ningún acercamiento a las realidades nacionales, considerando a vascos y catalanes no como compatriotas que tienen otros criterios, sino como enemigos a vencer.
En definitiva, los partidos emergentes y sus dirigentes han demostrado ser unos párvulos políticos muy poco útiles para España, que pueden conseguir que, en poco tiempo, se eche de menos el bipartidismo anterior, porque al menos permitía que hubiese gobiernos.
PP y PSOE echan mucho de menos el bipartidismo. Es natural. ¿Qué pasará después del 11-N? Pues, como en Israel o en Alemania, que habrá que pactar si se quiere triunfar en la investidura. Que a nadie le quepa duda que las derechas sí sabrán hacerlo.
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