Formar parte de una generación afortunada y, seguramente, en vías de extinción, que ha tenido la posibilidad de llegar a la jubilación con una situación económica suficiente para poder realizar algún viaje turístico-cultural de vez en cuando, me ha permitido pasar unos días en Jordania.
Jordania es un país que merece la pena visitar por sus atractivos naturales y culturales como Petra, el mar muerto, el desierto de Wadi Rum o el golfo de Aqaba. Pero no se trata aquí de hacer una crónica de viajes, sino de comentar algunas observaciones de carácter socio político realizadas durante este viaje que están más de acuerdo con la vocación de este blog.
En medio del avispero de Oriente Medio, rodeada por países que tienen o han tenido recientemente grandes conflictos sociales como Siria, Líbano, Iraq o Egipto o están en tensión permanente, como Palestina e Israel, Jordania es un país pacifico, habitado por un pueblo amable, que intenta mantener, y parece que casi siempre lo consigue, las mejores relaciones posibles con todos los países de su entorno, aunque no ocultan su relación de hermandad con el pueblo palestino, al que consideran como parte de si mismos
Desde el punto de vista económico, es un país orientado a los servicios, en los que trabaja el 80% de la población. Su renta per capita de 4.670 $, puede considerarse considerada media alta. Su indice de desempleo es relativamente bajo, 12,2%, aunque para las mujeres alcanza casi el 20%. De hecho los trabajos de menor cualificación y peor pagados son realizados por inmigrantes sirios o egipcios.
La población jordana trata a sus visitantes con mucha cortesía y es muy comunicativa. El espíritu comercial de Oriente Medio se nota también en Jordania. Aunque los comerciantes no acosen de forma agobiante a los visitantes, como pasa en Egipto o Marruecos, si estos se interesan por alguna cosa, es muy difícil que se vayan sin comprar.
Uno de los indicadores más visibles del nivel de desarrollo social de un país es la posición que ocupa la mujer en la sociedad.
La percepción del visitante es que el grado de incorporación de la mujer al mundo laboral es bajo, pues no se ven mujeres trabajando en hoteles, restaurantes y otros establecimientos visitados por los turistas. Esta apreciación se puede corroborar con los datos publicados por el Banco Mundial que indican que tan solo un 18 % de las mujeres jordanas trabajan fuera del hogar, teniendo educación superior el 57% de las que lo hacen. Sin embargo, los guías afirman que no hay ninguna limitación ni social, ni religiosa ni familiar, para la incorporación de la mujer al mundo laboral y si no trabajan más mujeres es porque no lo necesitan.
En cuanto a la forma de vestir, la inmensa mayoría de las mujeres llevan ropas largas, y se cubren la cabeza con el tradicional hiyab. Esta "uniformidad" supone, desde mi punto de vista, un cierto atraso social, aunque los guías afirman de forma insistente, que no es una imposición machista ni religiosa, sino una elección voluntaria de las mujeres.
La baja incorporación al trabajo de la mujer y la generalización del uso del vestido tradicional, mientras muchos hombres visten al estilo occidental, hace pensar que la mujer tiene todavía mucho que avanzar en Jordania.
Como dato significativo nos sorprendimos de que en Aqaba nos sugirieran ir a una playa privada cuando hay una espléndida playa pública, la razón estaba en que el uso de bañadores "occidentales" podría ser embarazoso pues los hombres jordanos se bañan, niños incluidos, con pantalón largo y camiseta mientras que las mujeres no lo hacen o si se meten en el agua para acompañar a sus hijos más pequeños lo hacen vestidas por completo
La playa pública de Aqaba parecía una playa española de antes de la guerra civil, lo que indica en este aspecto, un retraso de casi 100 años.
Desde el punto de vista económico, es un país orientado a los servicios, en los que trabaja el 80% de la población. Su renta per capita de 4.670 $, puede considerarse considerada media alta. Su indice de desempleo es relativamente bajo, 12,2%, aunque para las mujeres alcanza casi el 20%. De hecho los trabajos de menor cualificación y peor pagados son realizados por inmigrantes sirios o egipcios.
La población jordana trata a sus visitantes con mucha cortesía y es muy comunicativa. El espíritu comercial de Oriente Medio se nota también en Jordania. Aunque los comerciantes no acosen de forma agobiante a los visitantes, como pasa en Egipto o Marruecos, si estos se interesan por alguna cosa, es muy difícil que se vayan sin comprar.
Uno de los indicadores más visibles del nivel de desarrollo social de un país es la posición que ocupa la mujer en la sociedad.
La percepción del visitante es que el grado de incorporación de la mujer al mundo laboral es bajo, pues no se ven mujeres trabajando en hoteles, restaurantes y otros establecimientos visitados por los turistas. Esta apreciación se puede corroborar con los datos publicados por el Banco Mundial que indican que tan solo un 18 % de las mujeres jordanas trabajan fuera del hogar, teniendo educación superior el 57% de las que lo hacen. Sin embargo, los guías afirman que no hay ninguna limitación ni social, ni religiosa ni familiar, para la incorporación de la mujer al mundo laboral y si no trabajan más mujeres es porque no lo necesitan.
En cuanto a la forma de vestir, la inmensa mayoría de las mujeres llevan ropas largas, y se cubren la cabeza con el tradicional hiyab. Esta "uniformidad" supone, desde mi punto de vista, un cierto atraso social, aunque los guías afirman de forma insistente, que no es una imposición machista ni religiosa, sino una elección voluntaria de las mujeres.
La baja incorporación al trabajo de la mujer y la generalización del uso del vestido tradicional, mientras muchos hombres visten al estilo occidental, hace pensar que la mujer tiene todavía mucho que avanzar en Jordania.
Como dato significativo nos sorprendimos de que en Aqaba nos sugirieran ir a una playa privada cuando hay una espléndida playa pública, la razón estaba en que el uso de bañadores "occidentales" podría ser embarazoso pues los hombres jordanos se bañan, niños incluidos, con pantalón largo y camiseta mientras que las mujeres no lo hacen o si se meten en el agua para acompañar a sus hijos más pequeños lo hacen vestidas por completo
La playa pública de Aqaba parecía una playa española de antes de la guerra civil, lo que indica en este aspecto, un retraso de casi 100 años.
Otro dato interesante socialmente es que desde 1951 la educación acoge a niños y niñas desde loa seis a los dieciseis años.
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