La formación de un gobierno técnico, apoyado por los cuatro partidos principales o, al menos por tres de ellos, es una salida de urgencia que, de plantearse, tendría que ser al final de un proceso de negociación que hubiese concluido sin éxito. Si se propone al principio del proceso, como ha hecho Podemos, se está renunciando a la posibilidad de formar un gobierno presidido por el líder de uno de los partidos que se han presentado a las elecciones.
Hace unos días, analizando la situación creada por las elecciones, yo mismo planteaba esta posibilidad como alternativa a repetir las elecciones, considerando las dificultades que tiene una negociación que, en todo caso, tiene que agotarse antes de buscar soluciones extraordinarias.
El PP tiene muy difícil formar un gobierno pues no cuenta más que con el apoyo tibio, en forma de abstención, de Cs. El PSOE no puede apoyar a un gobierno de estas características pues nuestros planteamientos políticos y sociales son antiteticos a los suyos y, de hacerlo, sería un suicidio político. En estas condiciones el PP difícilmente puede formar gobierno, aunque los 40 diputados de Cs pasasen de la abstención al apoyo afirmativo.
En consecuencia, una vez que el PP agote sus gestiones y tenga que renunciar a formar gobierno, llegará el momento del PSOE, que necesitaría como mínimo el voto favorable de Podemos y la abstención de Cs. Este es el planteamiento defendido por Pedro Sánchez que ha sido ratificado por el Comité Federal del día 28, que solo ha introducido matices lingüísticos sin mayor trascendencia.
Ha habido demasiado ruido mediático anunciando reuniones de barones que, cual señores feudales, iban triturar al Secretario General. Afortunadamente, el Comité Federal del PSOE no es una institución medieval sino un órgano representativo de los socialistas, que ha sabido estar en su sitio frente a alguna maniobra de carácter feudal que no parece haber llegado a ninguna parte.
Una alianza con Podemos es la única opción de izquierdas posible en la España de 2016, aunque el comportamiento erratico de este partido, sus planteamientos demagogicos y, fundamentalmente, su posición sobre el referéndum en Cataluña, hace muy complicado este acuerdo.
Podemos ha cambiado de prioridades en muchas ocasiones, y no sería demasiado extraño que lo hiciese una vez más, no obstante sería deseable que fuese dejando a un lado su infantilismo y empezase a comportarse como una fuerza política creíble, con la que poder construir un gobierno estable, progresista y transformador.
Hay algunas consideraciones más a tener en cuenta en este complejo puzzle. La primera es que Podemos no es un grupo homogéneo de 69 diputados, son 42 "Podemitas" puros y 27 mixtos, mezclados con militantes gallegos, catalanes y valencianos de distintas procedencias, que han contribuido de forma significativa a los resultados del conjunto y que algo tendrán que decir sobre los pactos, no se van a limitar a decir amen a lo que diga P. Iglesias.
El segundo tema relevante es Cataluña, la propuesta de referéndum que plantea Podemos no solo es inaceptable, que lo es, sino que también está fuera de lugar pues los partidos independentistas están ya en otra cosa. El reciente empate en la Asamblea de la CUP deja a Artur Más a los pies de los caballos. ¿Que sentido tendría entonces plantear ahora un referéndum?
La sospecha de que Podemos busca excusas para justificar unas nuevas elecciones es cada vez más fuerte, no obstante, la complejidad de este partido y sus aliados, puede todavía hacerle cambiar de posición.
Ha habido demasiado ruido mediático anunciando reuniones de barones que, cual señores feudales, iban triturar al Secretario General. Afortunadamente, el Comité Federal del PSOE no es una institución medieval sino un órgano representativo de los socialistas, que ha sabido estar en su sitio frente a alguna maniobra de carácter feudal que no parece haber llegado a ninguna parte.
Una alianza con Podemos es la única opción de izquierdas posible en la España de 2016, aunque el comportamiento erratico de este partido, sus planteamientos demagogicos y, fundamentalmente, su posición sobre el referéndum en Cataluña, hace muy complicado este acuerdo.
Podemos ha cambiado de prioridades en muchas ocasiones, y no sería demasiado extraño que lo hiciese una vez más, no obstante sería deseable que fuese dejando a un lado su infantilismo y empezase a comportarse como una fuerza política creíble, con la que poder construir un gobierno estable, progresista y transformador.
Hay algunas consideraciones más a tener en cuenta en este complejo puzzle. La primera es que Podemos no es un grupo homogéneo de 69 diputados, son 42 "Podemitas" puros y 27 mixtos, mezclados con militantes gallegos, catalanes y valencianos de distintas procedencias, que han contribuido de forma significativa a los resultados del conjunto y que algo tendrán que decir sobre los pactos, no se van a limitar a decir amen a lo que diga P. Iglesias.
El segundo tema relevante es Cataluña, la propuesta de referéndum que plantea Podemos no solo es inaceptable, que lo es, sino que también está fuera de lugar pues los partidos independentistas están ya en otra cosa. El reciente empate en la Asamblea de la CUP deja a Artur Más a los pies de los caballos. ¿Que sentido tendría entonces plantear ahora un referéndum?
La sospecha de que Podemos busca excusas para justificar unas nuevas elecciones es cada vez más fuerte, no obstante, la complejidad de este partido y sus aliados, puede todavía hacerle cambiar de posición.
Desde luego que a Pablo Iglesias le encantaría que se repitieran las elecciones.
ResponderEliminarPero le puede salir el tiro por la culata y perder diputad@s en vez de ganarlos. Y él lo sabe.
Yo creo más en un pacto a la portuguesa. PSOE+Podemos+IU+PNV reúnen los suficientes votos para investir a Pedro Sánchez. Se revocarían muchas leyes horribles que ha impuesto el PP con su mayoría absoluta y se intentaría mejorar la situación económica.