La constitución del 78 limitó al máximo los poderes del Rey, dejándole solamente funciones protocolarias y de carácter representativo.
Las razones de esta limitación están en la intención del constituyente de evitar la tendencia al "borboneo" político de sus reales antecesores, que ponían y quitaban ministros a su antojo.
Lamentablemente, el otro borboneo, el económico, no se ha conseguido cortar y el rey emérito ha acabado en el exilio, como sus antecesores, por aprovecharse de su posición pivilegiada para enriquecerse.
Una de las pocas funciones no simbólicas que tiene el monarca es hacer la propuesta del candidato a presidente del gobierno tras unas elecciones generales, previa consulta a los lideres de todos los partidos políticos que concurrieron al proceso electoral. En la mayoría de las ocasiones el resultado de estas consultas ha sido claro y el Rey no ha tenido ninguna dificultad en hacer su propuesta, pero, tras las elecciones de 23J, la situación es algo mas compleja pues han aparecido dos dirigentes, Nuñez Feijoo y Pedro Sanchez, con argumentos suficientes para ser propuestos candidatos y eso ha preocupado a algunos de los todólogos habituales que consideran que el Rey se va a ver metido en un problema que puede poner en peligro su neutralidad.
Seguramente hubiera sido mas operativo que, a semejanza de otros Jefes de Estado como el presidente de la Republica Italiana, el Rey tuviera capacidad de mediación en casos de posible crísis institucional como la actual y poder proponer soluciones, pero la constitución no le da esas atribuciones.
Pero, aun con pocas competencias, el Rey tiene que cumplir con su trabajo y si el primer candidato que propone no obtiene la investidura, la responsabilidad será del candidato, no del Rey. No hay que proteger al monarca como si fuera tonto.
Aunque aparentemente Feijóo no tiene ninguna posibilidad de ser elegido, tiene todo el derecho a intentarlo y en ese caso, sus resultados justificarían que fuera el primero que lo intentara.
La valoración estratégica de si es mejor presentarse o no postularse no le corresponde al Rey sino al propio Feijóo y al PP.