Según el diccionario de la RAE, un relator/a es la persona que en un congreso o asamblea hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes.
La propuesta del gobierno de incorporar un relator a las reuniones de los partidos políticos catalanes, hace referencia a una persona de estas características que convoque, modere y resuma las reuniones que se mantengan así como realice otras funciones equivalentes que se le requieran sin entrar directamente en el fondo de los temas que se traten.
La presencia de un relator, notario, intermediario o como prefiera llamarse, no es nueva y tampoco imprescindible y pueden tenerse diferentes opiniones sobre si es útil o no. Con independencia del criterio que se pueda tener, hay una razón evidente para la presencia de este personaje: uno de los principales interlocutores, los partidos nacionalistas catalanes lo llevan pidiendo hace meses. Las razones en contra nacen de un razonamiento artificioso, basado en sucesivas hipótesis encadenadas: El relator tiene un carácter internacional y se utiliza en negociaciones entre Estados luego se está reconociendo a Cataluña como un Estado. Este complejo razonamiento da por ciertos una serie de supuestos que solo tienen una probabilidad baja de que sucedan.
Cualquier negociación, o si se prefiere dialogo, implica cesiones, que son perfectamente tolerables si no afectan a los puntos centrales de cada una de las partes. En este caso, el reconocimiento de la autodeterminación de Cataluña, punto clave de los nacionalistas, está fuera de cualquier acuerdo y el gobierno de Madrid ha dejado claro que esa línea roja no se va a traspasar.
Si el govern catalán utilizara la presencia del relator para su propaganda interna, estaría en su derecho, aunque supusiera un coste, seguramente pequeño y perfectamente asumible.
El simple anuncio, que forma parte de la propuesta del gobierno, de incluir un relator en las conversaciones que se están celebrando entre los partidos políticos catalanes, a las que la derecha no asiste para no contagiarse, ha sido recibido con una catarata de insultos y descalificaciones por algunos "cualificados", es una forma de hablar, representantes de PP y Cs.
Si las descalificaciones de las tres derechas eran esperables, aunque su virulencia ha sobrepasado todos los limites, la reacción de algunos dirigentes del socialismo prehistórico, incluidos algunos "jarrones chinos", ha sido mucho más dolorosa y es que hay compañeros que no saben envejecer. Si no son capaces de apoyar a la dirección actual del partido y del gobierno, como es su obligación moral, mejor estarían en silencio.
En una sobreactuación desmesurada, las tres derechas han convocado una super manifestación de afirmación nacional, contra el gobierno y, una vez más, contra Cataluña, a la que no ha tardado en adherirse la cuarta derecha, Falange Española, por lo que el domingo veremos también banderas españolas con aguiluchos y cangrejos.
La huida hacia adelante de todas las derechas puede interpretarse como un síntoma de debilidad pues carecen de otras alternativas y, de hecho, algunos sectores más moderados del PP (N. Feijó, Alfonso Alonso y Moreno Bonilla) y Ciudadanos (Manuel Valls), que se habían disculpado con excusas varias, van a asistir obligados por las presiones internas pues parece que van a pasar lista.
La concentración, apoyada por autobuses y bocadillos como si fuera una demostración sindical de la época franquista, pretende ser una demostración de fuerza que ya veremos en que queda.
El nacionalismo catalán, con su afán de estirar al máximo de la cuerda para intentar conseguir metas imposibles, es, de alguna manera corresponsable de esta manifestación y de las posibles elecciones anticipadas que puedan derivarse de ella.
La propuesta del gobierno de incorporar un relator a las reuniones de los partidos políticos catalanes, hace referencia a una persona de estas características que convoque, modere y resuma las reuniones que se mantengan así como realice otras funciones equivalentes que se le requieran sin entrar directamente en el fondo de los temas que se traten.
La presencia de un relator, notario, intermediario o como prefiera llamarse, no es nueva y tampoco imprescindible y pueden tenerse diferentes opiniones sobre si es útil o no. Con independencia del criterio que se pueda tener, hay una razón evidente para la presencia de este personaje: uno de los principales interlocutores, los partidos nacionalistas catalanes lo llevan pidiendo hace meses. Las razones en contra nacen de un razonamiento artificioso, basado en sucesivas hipótesis encadenadas: El relator tiene un carácter internacional y se utiliza en negociaciones entre Estados luego se está reconociendo a Cataluña como un Estado. Este complejo razonamiento da por ciertos una serie de supuestos que solo tienen una probabilidad baja de que sucedan.
Cualquier negociación, o si se prefiere dialogo, implica cesiones, que son perfectamente tolerables si no afectan a los puntos centrales de cada una de las partes. En este caso, el reconocimiento de la autodeterminación de Cataluña, punto clave de los nacionalistas, está fuera de cualquier acuerdo y el gobierno de Madrid ha dejado claro que esa línea roja no se va a traspasar.
Si el govern catalán utilizara la presencia del relator para su propaganda interna, estaría en su derecho, aunque supusiera un coste, seguramente pequeño y perfectamente asumible.
El simple anuncio, que forma parte de la propuesta del gobierno, de incluir un relator en las conversaciones que se están celebrando entre los partidos políticos catalanes, a las que la derecha no asiste para no contagiarse, ha sido recibido con una catarata de insultos y descalificaciones por algunos "cualificados", es una forma de hablar, representantes de PP y Cs.
Si las descalificaciones de las tres derechas eran esperables, aunque su virulencia ha sobrepasado todos los limites, la reacción de algunos dirigentes del socialismo prehistórico, incluidos algunos "jarrones chinos", ha sido mucho más dolorosa y es que hay compañeros que no saben envejecer. Si no son capaces de apoyar a la dirección actual del partido y del gobierno, como es su obligación moral, mejor estarían en silencio.
En una sobreactuación desmesurada, las tres derechas han convocado una super manifestación de afirmación nacional, contra el gobierno y, una vez más, contra Cataluña, a la que no ha tardado en adherirse la cuarta derecha, Falange Española, por lo que el domingo veremos también banderas españolas con aguiluchos y cangrejos.
La huida hacia adelante de todas las derechas puede interpretarse como un síntoma de debilidad pues carecen de otras alternativas y, de hecho, algunos sectores más moderados del PP (N. Feijó, Alfonso Alonso y Moreno Bonilla) y Ciudadanos (Manuel Valls), que se habían disculpado con excusas varias, van a asistir obligados por las presiones internas pues parece que van a pasar lista.
La concentración, apoyada por autobuses y bocadillos como si fuera una demostración sindical de la época franquista, pretende ser una demostración de fuerza que ya veremos en que queda.
El nacionalismo catalán, con su afán de estirar al máximo de la cuerda para intentar conseguir metas imposibles, es, de alguna manera corresponsable de esta manifestación y de las posibles elecciones anticipadas que puedan derivarse de ella.