El procés catalán empezó en 2012 con el pacto de gobernabilidad firmado por Artur Mas y Oriol Junqueras en el que se comprometían a la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Las iniciativas políticas y judiciales a que han dado lugar el procés, combinado con la llegada a la presidencia catalana del president Puigdemont, uno de los peores dirigentes que ha tenido Cataluña, solo superado por su sucesor Quim Torra, cuando huyó a Bélgica para evitar ser procesado. Q. Torra ha alcanzado tales cotas de incapacidad que ha conseguido hacer retroceder a Cataluña tanto desde el punto de vista económico como del social, hasta un nivel impensable hace poco tiempo .
Cataluña necesita un cambio político profundo que requiere, en primer lugar, sustituir a los presidentes incompetentes que ha tenido en estos últimos años; en segundo lugar superar el sectarismo separatista, incomprensible en el siglo XXI en el marco de una sociedad avanzada como la española, que ha orientado su acción política de los últimos años; y en tercer lugar, en el contexto post COVID 19, Cataluña tiene que tener un gobierno que le permita ofrecer sus grandes capacidades con sus mejores esfuerzos para su recuperación económica y política, en colaboración con el gobierno de España y La Unión Europea.
Salvador Illa es la solución adecuada en este momento. Su moderación y su talante negociador complementa la estrategia política del partido socialista que respetando profundamente los sentimientos catalanistas de la población, los compatibiliza con la defensa del Estado español dentro de la Unión Europea. El conjunto de estos elementos constituyen un inmenso capital político que puede y debe contribuir de forma decisiva a la recuperación política, social y económica de Cataluña. Frente al independentismo unilateral, los socialistas defendemos una organización del Estado de corte federal que respeta las características de todos los territorios que lo componen. No es tarea fácil pero hay que empezar a transitar esa vía.
El escenario político preelectoral en Cataluña está muy abierto y posibilita distintas alternativas. Las encuestas anteriores a la proclamación de S. Illa como candidato, dan como favorito a ERC, un descenso pronunciado de JxCat, el hundimiento relativo de Ciudadanos y un notable ascenso del PSC. La posible aritmética post electoral, combinada con la coincidencia programática, puede tener como resultado un gobierno encabezado por ERC en alianza con el resto de partidos independentistas o, y esta es la diferencia, un gobierno transversal también encabezado por ERC, pero apoyado por el PSC y Cataluña en Común.
La irrupción del candidato socialista debe potenciar la segunda alternativa que cuenta además con la opción de que sea el PSC quien presida el futuro gobierno, si el electorado apoya suficientemente la candidatura de S. Illa.
Como antecedente al procés de Cataluña hay que recordar al Plan Ibarretxe, propuesta de reforma del estatuto vasco, aprobada por el parlamento vasco en diciembre de 2004.
El plan Ibarretxe, aunque tramitado formalmente como reforma del estatuto de autonomía, incluía entre otras prescripciones, la configuración de Euskadi como Estado Libre Asociado, en un esquema confederal con el Estado Español y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. El plan Ibarretxe fue rechazado por amplia mayoría en el congreso de los diputados en febrero de 2005.
Posteriormente, en las elecciones autonómicas vascas de 2009, que el PNV perdió, se constituyó el gobierno socialista de Patxi López con apoyo externo del PP, que enterró definitivamente el plan y, junto con la disolución de ETA, contribuyó a abrir un nuevo camino para Euskadi.
No es previsible una solución PSC-PP para Cataluña en 2021 pues las circunstancias son muy diferentes: El PP no es el único representante de la derecha y la predisposición de los populares en 2021 en Cataluña no es la misma que la que tuvieron en 2009 en Euskadi, pero la aritmética parlamentaria podría poner en valor la posibilidad de que tanto PP como Cs apoyasen directamente o indirectamente un posible gobierno del PSC- Cataluña en Común en el que no estuviera ningun partido independentista. Es una posible alternativa a un tripartito, difícil, pues necesita que los partidos independentistas no sumen mayoría absoluta, pero no imposible.
Sea cual sea el resultado final de las elecciones, el PSC con S. Illa a la cabeza, debe tener un papel fundamental.