La decisión del Parlament catalán de declarar unilateralmente la independencia de Cataluña (DUI), ha supuesto, al mismo tiempo, el punto culminante del "procés" de independencia y su final.
A la DUI siguió, inevitablemente, la aplicación del articulo 155 de la Constitución, que, aunque se hizo de forma moderada, tuvo como consecuencia la destitución del Govern y la convocatoria de elecciones autonómicas.
Coincidiendo con la aplicación del art. 155, la justicia empezó a actuar y puso en marcha diversas querellas contra el Govern en la Audiencia Nacional y contra la mesa del Parlament ante el Tribunal Supremo. Las dos querellas tuvieron un tratamiento distinto: prisión provisional para los consejeros que no huyeron a Bruselas y puesta en libertad bajo fianza, para los miembros de la mesa, que reconocieran en su comparecencia la legalidad de aplicar el 155 y minimizaron la DUI, a la que dieron solo valor retórico.
Estas diferentes actitudes reflejan solo algunos aspectos del desconcierto que tiene el sector independentistas: Para eludir la prisión, el president y algunos consejeros han huido a Bruselas, y desde allí se dedican a desprestigiar a España con todo tipo de insultos y descalificaciones, el resto del gobierno ha ingresado en prisión sin fianza y la recurren negando que hayan cometido ningun delito y los miembros de la mesa eluden la prisión provisional aceptando las leyes que habían negado tan solo unos días antes. Es posible que todos o algunos consejeros reconozcan el articulo 155 y consigan también su puesta en libertad.
La justificación que hacen del fracaso de la DUI es también diferente: algunos responsables reconocen que Cataluña no estaba suficientemente preparada para la independencia y no tenía apoyos sociales suficientes, mientras para otros, la culpa es del gobierno de Madrid que actuó con extremada dureza y de forma no democrática, llegando a hablar de golpe de Estado contra Cataluña y alguna iluminada, dice incluso tener pruebas, que nadie ha visto, de que el gobierno de Madrid preparaba una intervención militar de consecuencias imprevisibles.
Las estrategias electorales también han ido cambiando, desde una candidatura unitaria de todos los nacionalistas, hasta presentarse en listas separadas con un programa común, construido con elementos marginales y de carácter defensivo: no aplicación del art. 155, amnistía para los supuestos presos políticos y retirada de la G. Civil; cuestiones todas ellas inaplicables y sin ningún sentido en estos momentos más allá del victimismo crónico habitual.
En estas condiciones comienza una campaña electoral que, si en principio parecía favorable al independentismo, ahora aparece estar equilibrada entre independentistas y constitucionalistas, con una extraña posición intermedia de Cataluña en Común.
El "procés" ha provocado un enorme deterioro político, económico y social en Cataluñas, la pérdida de la sede de la EMA es solo el último revés. Con ese balance parece muy difícil que un gobierno nacionalista vuelva a ser elegido, por mucha ilusión que la independencia haya provocado en la mitad del cuerpo electoral.
El resultado electoral es muy difícil de predecir, pues el constitucionalismo tampoco lo tiene fácil y la absurda posición de Cataluña en Común, con la quimera del Referéndum pactado como punto clave de su programa, hace que les sea muy difícil ejercer un papel de arbitro y es previsible que haya muchas dificultades para formar un gobierno que permita iniciar una salida positiva a la situación política catalana.
Coincidiendo con la aplicación del art. 155, la justicia empezó a actuar y puso en marcha diversas querellas contra el Govern en la Audiencia Nacional y contra la mesa del Parlament ante el Tribunal Supremo. Las dos querellas tuvieron un tratamiento distinto: prisión provisional para los consejeros que no huyeron a Bruselas y puesta en libertad bajo fianza, para los miembros de la mesa, que reconocieran en su comparecencia la legalidad de aplicar el 155 y minimizaron la DUI, a la que dieron solo valor retórico.
Estas diferentes actitudes reflejan solo algunos aspectos del desconcierto que tiene el sector independentistas: Para eludir la prisión, el president y algunos consejeros han huido a Bruselas, y desde allí se dedican a desprestigiar a España con todo tipo de insultos y descalificaciones, el resto del gobierno ha ingresado en prisión sin fianza y la recurren negando que hayan cometido ningun delito y los miembros de la mesa eluden la prisión provisional aceptando las leyes que habían negado tan solo unos días antes. Es posible que todos o algunos consejeros reconozcan el articulo 155 y consigan también su puesta en libertad.
La justificación que hacen del fracaso de la DUI es también diferente: algunos responsables reconocen que Cataluña no estaba suficientemente preparada para la independencia y no tenía apoyos sociales suficientes, mientras para otros, la culpa es del gobierno de Madrid que actuó con extremada dureza y de forma no democrática, llegando a hablar de golpe de Estado contra Cataluña y alguna iluminada, dice incluso tener pruebas, que nadie ha visto, de que el gobierno de Madrid preparaba una intervención militar de consecuencias imprevisibles.
Las estrategias electorales también han ido cambiando, desde una candidatura unitaria de todos los nacionalistas, hasta presentarse en listas separadas con un programa común, construido con elementos marginales y de carácter defensivo: no aplicación del art. 155, amnistía para los supuestos presos políticos y retirada de la G. Civil; cuestiones todas ellas inaplicables y sin ningún sentido en estos momentos más allá del victimismo crónico habitual.
En estas condiciones comienza una campaña electoral que, si en principio parecía favorable al independentismo, ahora aparece estar equilibrada entre independentistas y constitucionalistas, con una extraña posición intermedia de Cataluña en Común.
El "procés" ha provocado un enorme deterioro político, económico y social en Cataluñas, la pérdida de la sede de la EMA es solo el último revés. Con ese balance parece muy difícil que un gobierno nacionalista vuelva a ser elegido, por mucha ilusión que la independencia haya provocado en la mitad del cuerpo electoral.
El resultado electoral es muy difícil de predecir, pues el constitucionalismo tampoco lo tiene fácil y la absurda posición de Cataluña en Común, con la quimera del Referéndum pactado como punto clave de su programa, hace que les sea muy difícil ejercer un papel de arbitro y es previsible que haya muchas dificultades para formar un gobierno que permita iniciar una salida positiva a la situación política catalana.