Se han cumplido 300 años desde el 11 de Abril de 1713, fecha de la firma del tratado de Utrecht. Por este tratado, Gibraltar, junto con la isla de Menorca, pasaban a formar parte de la Corona Británica como consecuencia del fin de la guerra de sucesión española provocada por la muerte sin descendencia del último rey de la casa de Austria, Carlos II.
La guerra de sucesión empezó enfrentando a los Borbones franceses, partidarios de Felipe V con los Hagsburgo alemanes, que apoyaban al archiduque Carlos, y acabó implicando también a media Europa, incluyendo específicamente a Inglaterra y a los Países Bajos.
El interés de Gibraltar en aquellos tiempos era estrictamente estratégico desde el punto de vista militar por el dominio que tiene el peñón sobre la entrada del Mediterráneo. Con el paso del tiempo ese valor, sin que haya llegado a desaparecer, se ha ido diluyendo por la evolución de los sistemas de armamento y Gibraltar, ha pasado de ser una base militar, a convertirse en una colonia de 6,8 Km2, y 30.000 habitantes sin viabilidad económica alguna salvo que parasite, como de hecho está haciendo, a los territorios circundantes.
El parasitismo gibraltareño se ha ido incrementando progresivamente, primero expandiendo al máximo su territorio con la ocupación de la “tierra de nadie”, que utilizó para construir su aeropuerto, después con la expansión marítima apropiándose de parte de las aguas circundantes, últimamente con su conversión en paraíso fiscal y centro de contrabando.
Gibraltar tiene una de las rentas per capita mayores del mundo que en 2013 alcanzará los 63.000 $, 2,7 veces superior a los 17.000 € de Andalucía, además, la renta andaluza y la española están bajando en los últimos años, mientras la gibraltareña se sigue incrementando.
Esta renta no se deriva de los beneficios que pueda obtener del turismo o los que pueda generar la base militar, se debe fundamentalmente a dos actividades poco decentes.
La primera es su posición como paraíso fiscal, con más de 84.000 empresas de no residentes registradas, que tienen unas cargas fiscales mínimas. En 2004 había “solo” 28.000 sociedades registradas y en menos de una década se han multiplicado por tres.
Las previsiones de que, por imperativo de la Unión Europea, en enero de 2014 el gobierno del Peñón regularice esta situación y homogenice el tratamiento fiscal de las empresas de los no residentes con las locales, puede producir un cierto alivio, aunque, en cualquier caso, parece que la fiscalidad va a seguir siendo baja.
Gibraltar no es el único paraíso fiscal que tenemos en Europa, aunque sea el que más nos afecta y supuestamente, la Comisión Europea ya está tomando cartas en el asunto, aunque con la lentitud habitual que tiene Europa en abordar y resolver los problemas.
La segunda actividad poco licita es el contrabando, especialmente de tabaco. Debido a la baja fiscalidad, el precio del tabaco es en Gibraltar aproximadamente la mitad que en España lo que provoca un desmedido flujo de contrabando hacia nuestro País.
En el primer trimestre de 2013, entraron en Gibraltar 68,5 millones de cajetillas lo que supone casi 13 cajetillas por habitante y día, no fumadores y niños incluidos.
Los 300 años que acaban de cumplirse no han sido precisamente de buena vecindad. Durante el siglo XVIII se hicieron varios intentos de recuperar la colonia por métodos militares, todos ellos fracasados. En el siglo XX no ha habido una cronología bélica pero también ha sido conflictiva. Durante la dictadura franquista, Gibraltar fue utilizado en numerosas ocasiones como pretexto para la propaganda del Régimen.
En 1967, Gran Bretaña convocó un referéndum sobre el futuro de Gibraltar y como consecuencia, en mayo de 1969 entró en vigor la “Constitución Lansdowne” y el Estatuto de Autonomía.
El gobierno español de la época reaccionó con el cierre de la verja en el mismo año 1969, cierre que duró hasta que en 1985, coincidiendo con la entrada de España en la CEC, el gobierno socialista de Felipe González procedió a la apertura de la verja.
En el año 2001, con el PP de J.M. Aznar en el gobierno, hubo un preacuerdo de co-soberanía “a la andorrana”, entre los gobiernos español y británico. Este preacuerdo fue rechazado prácticamente por unanimidad en un referendum celebrado en Gibraltar en el año 2002.
El siguiente hito positivo ocurrió en 2006 con la iniciativa del ministro socialista Moratinos de constituir un Foro tripartito, España, Reino Unido y Gran Bretaña, para abordar los problemas del día a día. Este foro no fue considerado adecuado por el PP que prefirió la teoría clásica de no incorporar a Gibraltar para evitar su reconocimiento de facto.
El futuro de las relaciones de España y Gibraltar tiene que basarse en el acuerdo y la cooperación, ya que:
- La recuperación de Gibraltar por la fuerza, sea militar o de cualquier otro tipo, no es posible en el siglo XXI.
- España y el Reino Unido son países aliados, miembros de la Unión Europea y de la OTAN por lo que no se puede pensar en un conflicto entre ellos.
- Es necesario una solución pacifica y negociada que incluya también a Gibraltar, pues no se pueden marginar a los 30.000 ciudadanos más afectados.
- Para que los ciudadanos gibraltareños puedan plantearse las ventajas de un acuerdo con España, es necesario que pierdan los privilegios fiscales que ahora tienen y que les convierte en un territorio auténticamente parasitario. En ese sentido la perdida de la condición de paraíso fiscal puede ser un paso importante que tendría que completarse con una homogenización de los impuestos especiales, alcohol y tabaco, que evite de hecho las prácticas del contrabando.
- España tiene que evitar también la utilización del tema de Gibraltar como espantajo, como se hizo de forma reiterada durante el Franquismo, para ocultar otras situaciones políticas.
El contencioso actual con Gibraltar se debe a la operación que está realizando su gobierno de arrojar bloques de hormigón, erizados de hierros, para construir un arrecife artificial, según ellos con fines ecológicos, aunque también puede tener otros fines como, una vez más, ganar terreno al mar. Estos bloques de hormigón dificultan la pesca pues destrozan las artes de los pescadores, que casualmente, son andaluces.
España ha reaccionado apoyando y protegiendo a los pescadores con patrulleras de la Guardia Civil, lo que aunque puede dar lugar a algún incidente, es prácticamente obligado.
Sin embargo el endureciendo los controles aduaneros para reducir el contrabando y la amenaza de poner una tasa de 50 € de entrada y salida a la colonia, son medidas que elevan el nivel del conflicto de forma innecesaria y nada eficaz.
La última ocurrencia de exteriores de ligar la reivindicación de Gibraltar a la de las Malvinas Argentinas es una forma de “agitar el espantajo”, pues ni los problemas son los mismos, ni nos favorece ligar nuestra suerte a la de un asunto que ya costó una guerra hace pocos años
Por otro lado se ha recuperado la tesis de co-soberanía, y a pesar de las furibundas críticas de los medios de derechas, que siempre lo han considerado como una forma de entreguismo, se ha planteado la vuelta al Foro Tripartito mediante la creación de una comisión de trabajo de carácter cuatripartito, que incorporaría también al gobierno de Andalucía.
En definitiva en la crisis actual el gobierno popular está dando una de cal y otra de arena, con medidas contradictorias de presión y negociación.
Si acaba imponiéndose la prudencia y la negociación frente a la balandronada de la tasa y a la competencia modelo “desafío entre orangutanes”, como decía gráficamente Gaspar Llamazares, habremos dado un paso adelante o, al menos, se habrá evitado un retroceso de décadas.
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