En su intervención en el Congreso de los Diputados del pasado 1 de agosto, para dar “su versión” de las cuentas del caso
Bárcenas, el Presidente del Gobierno hizo algunas afirmaciones bastante sorprendentes.
La
primera fue deja caer, como si fuera normal, que la administración de las
cuentas del PP es cosa exclusiva de su tesorero que, abusando de la confianza
en él depositada, hizo de su capa un sayo con ellas y las gestionó a su favor.
En cualquier partido político o en cualquier otro tipo de
organización, la administración de las cuentas las hace el tesorero o figura
equivalente, pero el presidente o el secretario general en su caso, ejerce un
control directo sobre ellas y el órgano de dirección tiene conocimiento puntual
de las mismas. Las cuentas nunca son responsabilidad exclusiva de un tesorero
Ninguna
operación económica importante puede hacerse en ninguna organización, desde la
simple Agrupación de base hasta los órganos de dirección, con la sola firma del
tesorero, siempre existe un mecanismo de seguridad que garantiza la validez de
la operación.
Sorprende
que esta práctica tan elemental no se utilice en el Partido Popular, pues la
falta de control de las cuentas, si fuera cierta, sería también de una
irresponsabilidad política monumental.
Quizá
mi sorpresa sea excesiva pues esta forma de llevar las cuentas no parece ser
exclusiva del PP. Coincidiendo en el tiempo, por lo que ha pasado bastante
desapercibido, el presidente de CDC, Artur Mas, ha justificado de forma parecida
sus problemas de falta de claridad en las cuentas: exceso de confianza en el
tesorero, esa coincidencia puede explicar también la sorprendente benevolencia que
tuvo Duran Lleida con el Presidente del Gobierno en el debate parlamentario del
1 de Agosto.
Es
posible que los socialistas seamos unos antiguos y todavía controlemos las
cuentas, desde la última Agrupación de base, con procedimientos sencillos pero
eficaces, por ejemplo la doble firma, que ponen fuertes trabas a las
consecuencias de los “excesos de confianza” que puedan tener los tesoreros.
Relacionado
con el punto anterior, hay un segundo elemento también sorprendente, el
Presidente del Gobierno y del PP, desconoce cual es la situación financiera de
su partido y no parece disponer de ninguna información sobre la forma en que su
tesorero ha podido acumular más de 48 millones de Euros, equivalentes a
8.000.000.000 de las antiguas pesetas, procedentes presuntamente de las arcas
del Partido Popular.
Se
podría admitir que cualquier tesorero, y más uno con tan amplios poderes como
parecía tener Luis Bárcenas, podría tener ocasión, siempre que fuera
suficientemente golfo para ello, de desviar una parte de los fondos que
gestiona hacia su propio patrimonio, se supone que con el suficiente cuidado
para que semejante operación pasase inadvertida.
Si
consideramos la hipótesis de que los fondos descubiertos en Suiza son realmente
capital privado de Luis Bárcenas, producto de las “sisas” que le hizo a su
partido durante veinte años.
¿Qué
dimensión tiene que tener el patrimonio del PP para que el escamoteo de 48 M€
haya podido pasar inadvertido durante mucho tiempo?
¿Dónde
se oculta entonces el grueso de este patrimonio?
La
segunda hipótesis, seguramente la más probable, es que los fondos descubiertos
en Suiza a nombre de Barcenas o sociedades patrimoniales suyas, sean de hecho
la Caja B, o parte de ella, del PP.
Todo parece indicar que el modo de operar del “tesorero
independiente” consistía en recoger las donaciones de los empresarios
favorecidos por los concursos públicos, blanquear una parte mediante
fraccionamientos o cualquier otro procedimiento, pagar en negro las facturas y
sobresueldos que considerase conveniente e ingresar el resto del dinero negro
en alguna de sus cuentas suizas o de cualquier otro paraíso fiscal.
¿Podía confesar Rajoy algo parecido en su comparecencia
sin tener que dimitir a continuación? Seguramente no, por eso se ha limitado a
reconocer algunos de los hechos “menos graves”, como su ingenuidad al confiar
tanto tiempo en él, me he equivocado dijo parafraseando al Rey, aunque este
reconocimiento le haga parecer un tanto bobo.
El segundo reconocimiento fue la admisión del cobro de
sobresueldos por altos dirigentes del PP, como si esto fuera una práctica
normal en los partidos políticos y obviando especificar si los pagos eran en
blanco o en negro, dejándolo a la voluntad de la declaración fiscal a cada receptor, obviando
que la obligación del pagador, en este caso el PP, es efectuar la retención
fiscal correspondiente.
En los partidos de izquierdas los cargos públicos no cobran sobresueldos, pagan habitualmente una cuota adicional a la ordinaria.
Es prácticamente imposible que el asunto Bárcenas haya
quedado cerrado con esta comparecencia y a la vuelta de vacaciones, si no
antes, volverá de nuevo a aparecer en el escenario político.
Después de esta comparecencia se ratifica mucho más la
debilidad de Rajoy y las dificultades que va a tener para acabar la legislatura
como Presidente del Gobierno.
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