El gesto del gobierno socialista de ofrecer el puerto de Valencia para recoger a los 629 migrantes rechazados por las autoridades italianas, representa un giro importante en la política migratoria que contrasta con las posiciones antisolidaria del anterior gobierno del PP y de algunos otros gobiernos europeos.
Al gesto de recibir al Aquarius, se suma los anuncios de retirar las concertinas de las fronteras de Ceuta y Melilla y el de devolver la tarjeta sanitaria que retiró el gobierno de Rajoy, a todos los "sin papeles" que hay en España.
Este primer gesto ha tenido ya algunas consecuencias positivas, Francia ha hecho una oferta al gobierno español para acoger una parte de los migrantes e incluso Italia, a pesar de su actitud negativa, ha cedido dos barcos para ayudar a transportar a las personas rescatadas.
Sin embargo, la situación general de los emigrantes y refugiados ha llegado a un punto totalmente inadmisible para una Europa que presume de sociedad avanzada. Es impresentable que el modelo de inmigración de los migrantes africanos o los refugiados de las guerras de oriente medio sea, llegar como puedan con sus propios medios a las costas de Turquia y del norte de Africa , en ese punto contratar el embarque a precio abusivo en una patera para cruzar el mediterráneo, e intentar llegar a las costas europeas, siendo antes rescatados, si tienen suerte, por los barcos fletados por algunas ONGs, los de Salvamento Marítimo o los guardacostas que los trasladan a algunos puertos donde son acogidos con medios muy limitados.
En España, si son inmigrantes se los interna en los CIES y al cabo de unas semanas se les libera con una orden de expulsión, que habitualmente no se puede ejecutar. A partir de ese momento los emigrantes deambulan por nuestras ciudades sin trabajo y sin medios, siendo atendidos, con recursos escasos, por algunas ONGs solidarias. Subsisten dedicándose a la venta de mercancías falsificadas, ayudando en los supermercados empujando carros de la compra, o en otras tareas parecidas a cambio de una propina.
Estos inmigrantes deben ser considerados como ciudadanos con todos los derechos, para ello es necesario que se creen las condiciones necesarias para que la vida en sus países de origen no sea necesariamente de autoritarismo y miseria, y en consecuencia, la emigración a Europa no sea la única salida que les quede.
Este proceso, que incluso la derecha propone, no es posible ni a corto ni a medio plazo, podría serlo a muy largo plazo si Europa se lo propusiera, pero Europa no parece estar por la labor.
Sin embargo hay otras cosas que se pueden empezar a hacer, aunque tampoco sean fáciles.
Se que es un planteamiento utópico pero, si no se trabaja en este sentido, la operación de rescate del Aquarius puede quedar en un bonito gesto aislado. Hay que utilizar el impulso del Aquarius para avanzar en la puesta en valor de la solidaridad europea, a la que muchos ciudadanos estaríamos dispuestos.
Este primer gesto ha tenido ya algunas consecuencias positivas, Francia ha hecho una oferta al gobierno español para acoger una parte de los migrantes e incluso Italia, a pesar de su actitud negativa, ha cedido dos barcos para ayudar a transportar a las personas rescatadas.
Sin embargo, la situación general de los emigrantes y refugiados ha llegado a un punto totalmente inadmisible para una Europa que presume de sociedad avanzada. Es impresentable que el modelo de inmigración de los migrantes africanos o los refugiados de las guerras de oriente medio sea, llegar como puedan con sus propios medios a las costas de Turquia y del norte de Africa , en ese punto contratar el embarque a precio abusivo en una patera para cruzar el mediterráneo, e intentar llegar a las costas europeas, siendo antes rescatados, si tienen suerte, por los barcos fletados por algunas ONGs, los de Salvamento Marítimo o los guardacostas que los trasladan a algunos puertos donde son acogidos con medios muy limitados.
En España, si son inmigrantes se los interna en los CIES y al cabo de unas semanas se les libera con una orden de expulsión, que habitualmente no se puede ejecutar. A partir de ese momento los emigrantes deambulan por nuestras ciudades sin trabajo y sin medios, siendo atendidos, con recursos escasos, por algunas ONGs solidarias. Subsisten dedicándose a la venta de mercancías falsificadas, ayudando en los supermercados empujando carros de la compra, o en otras tareas parecidas a cambio de una propina.
Estos inmigrantes deben ser considerados como ciudadanos con todos los derechos, para ello es necesario que se creen las condiciones necesarias para que la vida en sus países de origen no sea necesariamente de autoritarismo y miseria, y en consecuencia, la emigración a Europa no sea la única salida que les quede.
Este proceso, que incluso la derecha propone, no es posible ni a corto ni a medio plazo, podría serlo a muy largo plazo si Europa se lo propusiera, pero Europa no parece estar por la labor.
Sin embargo hay otras cosas que se pueden empezar a hacer, aunque tampoco sean fáciles.
- Con los inmigrantes que ya están en Europa, darles derechos de ciudadanía que incluyen sanidad, educación y permiso de trabajo y residencia.
- Para los que pretendan venir a Europa, en vez de esperarlos en el mediterráneo, la UE debería abrir oficinas de inmigración en los países de origen y pactar cuotas de inmigración, entre todos los países del continente que se acogieran al acuerdo. Los que no quisieran recibir inmigrantes deberían pagar una buena parte de la factura del proyecto.
Se que es un planteamiento utópico pero, si no se trabaja en este sentido, la operación de rescate del Aquarius puede quedar en un bonito gesto aislado. Hay que utilizar el impulso del Aquarius para avanzar en la puesta en valor de la solidaridad europea, a la que muchos ciudadanos estaríamos dispuestos.