Se ha criticado mucho, y con razón, la aprobación de una tasa de 1€ por receta primero en Catalunya y recientemente en la Comunidad de Madrid.
Comparto en términos generales las reflexiones a que ha dado lugar la puesta en marcha de este nuevo. No obstante quiero aportar alguna idea más que considero puede tener interés.
En primer lugar sobre la distribución de las competencias sanitarias: Si la subida de la aportación a la adquisición de medicamentos, del 40 al 50%, para los trabajadores activos, (hasta el 60% en algunos casos) y un 10% para los pensionistas, con algunos limites totales, la ha decidido el Ministerio de Sanidad ¿Porqué el cobro de 1 € por receta, que no deja de ser otra forma de incrementar la aportación de los ciudadanos al coste de los medicamentos, es responsabilidad de las CC.AA.? Esta descoordinación lleva a discriminar a unos ciudadanos sobre otros encareciendo los medicamentos que utilizan. Con este criterio, nada impide que otras CC.AA. recarguen las recetas con 50 cts. de Euro o con dos Euros, o con una cantidad variable dependiendo del criterio que se le ocurra al consejero de turno.
El Ministerio dice que está estudiando el asunto, ya veremos si es capaz de pararlo, de recurrirlo o, como parece más probable, acabará admitiéndolo.
El segundo elemento de reflexión es la identificación de los ciudadanos más afectados por esta medida. Una primera respuesta, dada por casi todos los críticos con la medida, es que afecta fundamentalmente a los pensionistas por ser el colectivo de menor renta y más sensible a las enfermedades. Siendo esto cierto hay otro colectivo, que sin duda incluye a muchos pensionistas, que está profundamente afectado: los enfermos crónicos.
Los enfermos crónicos necesitan, necesitamos, un tratamiento continuo para combatir una enfermedad permanente y sin curación posible. Para este tipo de enfermos la medida tiene carácter recaudatorio y no disuasorio, pues no pueden prescindir de su medicación habitual.
Un enfermo crónico consume muchos medicamentos y por tanto necesita una gran cantidad de recetas. Poniéndome a mi mismo como ejemplo, no se si significativo, necesito siete medicamentos distintos todos los días como consecuencia de mi enfermedad cardiaca, algunos de ellos con más de un comprimido diario. Mi consumo bimensual de medicamentos es de veinticinco recetas, por lo que, a partir de enero, me costará un total adicional de 150 € anuales.
Un agravante más para los crónicos es que, dado que sus medicamentos tienen un precio limitado, el impacto relativo de la “tasa de recetas” es mucho mayor. En mi caso, la media del precio por envase de los siete medicamentos que consumo habitualmente, es aproximadamente de 1€, por lo que el recetazo me dobla el gasto de los medicamentos.
Si la Seguridad Social tuviera un sistema de contabilidad de recetas distinto de la “cuenta de la vieja”, y utilizara, como todo el mundo, el sistema decimal para contabilizar envases, podría haber recetas que prescribiesen varios envases, caso de los crónicos, y mis veinticinco recetas se convertirían en siete. Pero la S.S. hace las cuentas por el sistema de contar palotes, o recetas, por lo que el nuevo impuesto dispara los precios y acaba costando más el collar que el perro.
El recetazo es un sistema abusivo, injusto y además absurdo e irracional, gestionado por procedimientos medievales.
Una pregunta surge en el siglo XXI, en el que supuestamente está hasta la Seguridad Social y su sistema de control de recetas ¿Van a seguir con el mismo control de papelitos, cuando se ponga en marcha la receta electrónica?
Esperemos que alguien, aunque sea el gobierno central, ponga un poco de orden y tire abajo este injusto absurdo y anticuado procedimiento recaudatorio