El tiempo transcurrido ha servido para demostrar que el Partido Popular
no solo no gestiona mejor la crisis, sino que ni siquiera ha tenido ninguna
intención de hacerlo, y la ha utilizado como pretexto para desmontar a marchas
forzadas el Estado de Bienestar tan trabajosamente construido en los últimos 35
años, entre todos pero, fundamentalmente, por los gobiernos socialistas
Las críticas descalificadoras no se han limitado a los adversarios y competidores políticos sino que, en el río revuelto, también han intentado pescar algunos compañeros del propio partido, que han aprovechado la situación para reabrir las eternas batallas internas de las que no somos capaces de desembarazarnos.
Afortunadamente ya empiezan a vislumbrarse algunos "brotes verdes políticos" en el sentido de que en algunas encuestas el PSOE iguala al PP, todavía en niveles bajos, y Rubalcaba empieza a superar la valoración de M. Rajoy.
Otro indicador, a mi juicio significativo, es la evolución que empieza a darse en Catalunya, en uno de los temas políticos más delicados que tenemos ahora en España, el derecho a decidir. El previsible choque de trenes que se producirá si el gobierno catalán mantiene rígidamente sus posiciones independentistas y el PP sigue en su inmovilismo habitual, puede dejar pequeño al que se produjo con el Plan Ibarretxe.
En estas condiciones la opción federalista empieza a vislumbrarse como la única opción que pueda conciliar las pretensiones del pueblo catalán con las posibilidades reales de llegar a un acuerdo con el Estado. Posiciones de búsqueda de tercera vía como la de Durán Lleida, resoluciones abiertas a interpretación pactadas en el parlamento catalán, acercamientos entre el PSC y el PP de Catalunya e incluso, "butades" como la Oriol Buhigas admitiendo dobles nacionalidades o la de Artur Mas hablando de un estado catalán sin fronteras con España, hacen ver un punto de luz, desde luego no a corto plazo, en tan complejo tema.
Sorprende que en este contexto se defiendan posiciones un tanto estrambóticas, últimamente he escuchado propuestas formuladas por algunos dirigentes locales en el sentido de ocultar el partido, detrás de indefinidas plataformas ciudadanas porque "la marca PSOE está desprestigiada". Estos mismos compañeros defienden, esta vez en presencia de algún dirigente político madrileño de primer nivel, que dio la callada por respuesta, la necesidad de llevar la transparencia y la participación hasta limites de equiparar en un Ayuntamiento, el papel de los representantes ciudadanos, no elegidos por nadie, con el de los concejales elegidos por los ciudadanos, en una especie de pleno paralelo totalmente contrario a los principios representativos y desde luego a nuestro concepto de la democracia. Los ciudadanos tienen todo el derecho a participar, ser informados, a hacer propuestas y críticas y las instituciones deberían facilitar más medios y herramientas para hacerlo posible, pero sustituir, o equiparar ciudadanos no elegidos por nadie a los representantes elegidos por los ciudadanos es ir demasiado lejos, y tiene un carácter muy poco democrático.
Espero que estas ocurrencias sean el fruto de la impaciencia que tienen algunos compañeros porque los ciudadanos vuelvan a apoyarnos, creo que necesitamos un poco más de paciencia y seguir trabajando con continuidad, no hay soluciones mágicas y los errores cometidos han sido de mucha entidad para que puedan perdonarse en poco tiempo.
En dos años, la educación se ha masificado, aumentando la ratio de alumnos
por aula, la universidad se ha encarecido, hay menos becas y menos profesores,
la sanidad está en proceso de privatización, si los jueces no lo remedian, el
apoyo a la dependencia sigue bajo mínimos, mientras los salarios siguen
congelados, el empleo público disminuye, el paro sigue en tasas del 26%, y,
finalmente se cambia el calculo de las pensiones, último baluarte que quedaba,
para que de hecho, pierdan valor adquisitivo sistemáticamente en el futuro.
No se trata por tanto de medidas adoptadas para superar la crisis, se trata
de un cambio de modelo que nos empobrece a casi todos al que el gobierno del
partido Popular se está dedicando con todo su interés.
Sigue por otro lado la política de imagen y propaganda calificando como de
presupuestos de crecimiento, los presentados para 2014, que son más de lo mismo
y no hacen sino profundizar en la "cultura de la miseria" que tanto
parece gustar a este gobierno..
Durante estos dos años los socialistas hemos vivido una travesía
del desierto pues la ciudadanía no nos ha perdonado nuestras
contradicciones y nuestros errores en el principio de la crisis, y nos han
calificado igual o peor que al PP a pesar de las tropelías que han cometido y
que siguen cometiendo.
Nuestro Secretario
General, Alfredo P.Rubalcaba, ha sido objeto de críticas inmisericordes, que
van mucho más allá de limitarse a los errores que haya podido cometer en su
gestión, que, por otro lado, han sido mínimos. Si hace una oposición dura a
determinados planteamientos de la derecha, enseguida se le crítica por no
haberlo hecho cuando estaba en el gobierno, si ofrece una mano al gobierno en
temas de Estado, como los de carácter europeo, se le llama colaboracionista.
Rubalcaba ha sabido equilibrar, en general de forma acertada, la crítica, muy
dura a veces, con la actitud constructiva que corresponde a un partido de
gobierno, que no puede ni debe permitirse el lujo de caer en la demagogia
permanente de otros grupos minoritarios, sean por la derecha, UPyD, o por los
que se consideran a sí mismos la "autentica y verdadera izquierda",
IU.
Las críticas descalificadoras no se han limitado a los adversarios y competidores políticos sino que, en el río revuelto, también han intentado pescar algunos compañeros del propio partido, que han aprovechado la situación para reabrir las eternas batallas internas de las que no somos capaces de desembarazarnos.
Afortunadamente ya empiezan a vislumbrarse algunos "brotes verdes políticos" en el sentido de que en algunas encuestas el PSOE iguala al PP, todavía en niveles bajos, y Rubalcaba empieza a superar la valoración de M. Rajoy.
Otro indicador, a mi juicio significativo, es la evolución que empieza a darse en Catalunya, en uno de los temas políticos más delicados que tenemos ahora en España, el derecho a decidir. El previsible choque de trenes que se producirá si el gobierno catalán mantiene rígidamente sus posiciones independentistas y el PP sigue en su inmovilismo habitual, puede dejar pequeño al que se produjo con el Plan Ibarretxe.
Afortunadamente algo se mueve que puede abrir camino a las posiciones
federalistas del PSC y del PSOE, por un lado la Comisión Europea toma
distancias con los dirigentes catalanes y hace saber que la incorporación a la
Unión no es automática, por otro, destacados políticos y economistas hacen ver
el error político y económico que supondría la separación.
En estas condiciones la opción federalista empieza a vislumbrarse como la única opción que pueda conciliar las pretensiones del pueblo catalán con las posibilidades reales de llegar a un acuerdo con el Estado. Posiciones de búsqueda de tercera vía como la de Durán Lleida, resoluciones abiertas a interpretación pactadas en el parlamento catalán, acercamientos entre el PSC y el PP de Catalunya e incluso, "butades" como la Oriol Buhigas admitiendo dobles nacionalidades o la de Artur Mas hablando de un estado catalán sin fronteras con España, hacen ver un punto de luz, desde luego no a corto plazo, en tan complejo tema.
Todos estos indicadores empiezan anunciar que el momento del PSOE puede
estar próximo y por tanto toca desplegar toda nuestra política y toda nuestra
historia y reconocer también todos nuestros errores, pero eso hay que hacerlo
desplegando nuestros símbolos y nuestras banderas. La Conferencia política del
próximo noviembre puede y debe ser el momento adecuado para lanzar de forma
activa estas políticas.
Sorprende que en este contexto se defiendan posiciones un tanto estrambóticas, últimamente he escuchado propuestas formuladas por algunos dirigentes locales en el sentido de ocultar el partido, detrás de indefinidas plataformas ciudadanas porque "la marca PSOE está desprestigiada". Estos mismos compañeros defienden, esta vez en presencia de algún dirigente político madrileño de primer nivel, que dio la callada por respuesta, la necesidad de llevar la transparencia y la participación hasta limites de equiparar en un Ayuntamiento, el papel de los representantes ciudadanos, no elegidos por nadie, con el de los concejales elegidos por los ciudadanos, en una especie de pleno paralelo totalmente contrario a los principios representativos y desde luego a nuestro concepto de la democracia. Los ciudadanos tienen todo el derecho a participar, ser informados, a hacer propuestas y críticas y las instituciones deberían facilitar más medios y herramientas para hacerlo posible, pero sustituir, o equiparar ciudadanos no elegidos por nadie a los representantes elegidos por los ciudadanos es ir demasiado lejos, y tiene un carácter muy poco democrático.
Espero que estas ocurrencias sean el fruto de la impaciencia que tienen algunos compañeros porque los ciudadanos vuelvan a apoyarnos, creo que necesitamos un poco más de paciencia y seguir trabajando con continuidad, no hay soluciones mágicas y los errores cometidos han sido de mucha entidad para que puedan perdonarse en poco tiempo.