El rechazo por una amplia mayoría (198 votos) de las enmiendas a la totalidad del proyecto de PGE 2021, anticipan casi con total seguridad que no habrá una tercera prorroga y se aprobaran unos nuevos presupuestos para 2021.
Los 198 votos que aprobaron la tramitación de los PGE corresponden, además de a los miembros del gobierno PSOE y Unidas Podemos, a otros partidos tan contradictorios entre sí como Ciudadanos por un lado y ERC y Bildu por otro, que han declarado reiteradamente la imposibilidad de votar conjuntamente los mismos presupuestos.
La postura a adoptar sobre los PGE, especialmente en una situación tan crítica como la actual, debería depender principalmente de sus contenidos y no de quien los apoya, pues las causas de unos y otros pueden ser muy diferentes. Sin embargo, tanto los dos partidos nacionalistas de izquierdas como Cs se han mostrado incompatibles entre sí mediante un argumento aparentemente infantil del tipo "yo con ese niño no juego".
Aunque el argumento en si mismo es muy débil, esconde una estrategia a largo plazo sobre los apoyos que puede esperar el gobierno durante el resto de legislatura.
Los tres partidos implicados en esta polémica tienen una circunstancia en común: vienen de una posición política marginal y parecen decididos a integrarse en "la normalidad democrática", cada uno a su ritmo y con sus contradicciones.
BILDU lleva diez años de peregrinación desde que ETA decidió dejar la violencia y disolverse y poco a poco va buscando un equilibrio para compatibilizar su independentismo con una actuación política positiva.
ERC, después del fracaso del procés, busca otro camino para desarrollar su política sin renunciar por ello a la independencia de Cataluña.
En definitiva, aunque Bildu y ERC mantienen la reivindicación independentista de ambos territorios, que es legítima, se están orientando hacia vías democráticas compatibles con la participación activa en las instituciones del Estado.
Cs por su parte tiene una situación formalmente similar. Después del estrepitoso fracaso de A. Rivera en su intento de ser el lider de la derecha española, Cs pretende salirse del trio de Colón y vuelve a reivindicar el centro liberal.
Aunque U. Podemos no ha ocultado su preferencia por evitar la participación de Cs, el gobierno ha estado intentando la cuadratura del circulo de pretender conseguir simultáneamente el apoyo de la izquierda independentista y el del "centro liberal",
Finalmente, Bildu culmina la operación dando un apoyo total a los presupuestos con una declaración de Otegui, refrendada por el 90% de sus militantes, que fue seguida inmediatamente después por una declaración similar de ERC y obligó al PNV a hacer lo mismo.
Cs que había arrancado alguna pequeña concesión del gobierno, que en su exageración habitual intentó vender como "grandes líneas naranjas presupuestarias", no pudo aguantar el envite y anuncio su rechazo a los presupuestos por incompatibilidad ideológica.
La aritmética parlamentaria ha jugado un papel importante en este proceso. Si el gobierno se hubiera decidido por un pacto con Cs habría perdido 18 votos de la izquierda y puesto en riesgo algunos otros de Más País, Compromis o Nueva Canarias, y hubiera dejado la mayoría en solo 180 votos, de los que los 10 de Cs tendrían un valor determinante, un riesgo inasumible para el gobierno.
No ha sido suficiente para alcanzar un acuerdo con la derecha el apoyo mediático, de la patronal, de algunos barones socialistas y de algunos lideres del socialismo (pre)histórico.
Afortunadamente estamos en otra época en la que hay que esperar que Bildu y ERC sigan con su evolución positiva y Cs siga con su camino hacia el centro liberal y evite volver al bunquer del trifachito. La apuesta que ha hecho Cs en esta ocasión ha sido demasiado ambiciosa y aunque la hubiesen defendido con más inteligencia, era muy difícil que prosperara.