La renovación generacional forma parte de la naturaleza de las cosas. Las generaciones nacen, maduran, se agotan y son finalmente sustituidas por las generaciones siguientes, que pueden ser mejores o peores.
Cuando se trata de renovar puestos de la máxima responsabilidad política, hay que acertar con el momento justo, para no prolongar más de la cuenta el mandato de dirigentes que ya no están en las mejores condiciones para ocupar el puesto, con independencia de la brillantez que hayan tenido anteriormente, ni sustituirlos antes de tiempo, muchas veces por "jovencitos" ambiciosos e impacientes por meterse en "los zapatos de su padre".
En las últimos meses, en España ha habido una fuerte renovación de dirigentes políticos. Estos relevos se han asociado con un cambio político, necesario según algunos analistas para renovar las "viejas guardias" y por el desgaste e incluso la degradación, del sistema democrático nacido con la transición de 1975.
No comparto este análisis porque, aunque la constitución del 78 necesite una actualización, los avances conseguidos en ella no han dejado de ser válidos en lo sustancial.
La desconfianza actual se deriva de la crisis económica europea, que los últimos gobiernos españoles y europeos no han sido capaces de resolver, agravada por algunos lamentables episodios de corrupción y malas prácticas que se ha tardado mucho en detectar y empezar a erradicar, pero que el sistema vigente, con los mecanismos políticos y judiciales vigentes, está atajando con bastante eficacia, aunque también con mucha lentitud.
En cualquier caso, no es posible aplicar a todas las renovaciones de liderazgo que se han producido, el mismo patrón, cada una de ellas tiene sus propias características.
La abdicación del Rey J. Carlos, es el relevo que más se aproxima a las circunstancias naturales: un rey mayor y aquejado de múltiples dolencias que, además, en los últimos tiempos había protagonizado algún escándalo personal y sufrido las imputaciones de su hija por el caso Noos, tomó la decisión de dejar el trono. El Rey J. Carlos ha tenido un papel muy relevante en la reciente historia de España: la transición y sus actuación positiva el 23F le avalan. El nuevo Rey está por descubrir, cumplió razonablemente durante su etapa de heredero sin que haya todavía tenido ocasión de mostrar ninguna actuación notable.
La renovación en la S.G. del PSOE ha sido debida a la asumpción de responsabilidades políticas del anterior S.G., que pagó con su retirada los malos resultados electorales de las elecciones europeas.
La trayectoria política de A. P. Rubalcaba ha sido impecable y hay que lamentar que haya tenido que dimitir. Hubiera sido un excelente presidente del gobierno si hubiera podido seguir, pues se ha retirado en plena madurez política.
Su sustituto P. Sanchez tiene todavía una trayectoria política muy corta y en los pocos meses que lleva de S.G., ha dado una de cal y otra de arena. Su intervención en el último debate del Estado de la nación (DEN) fue, en mi opinión, muy acertada.
La última renovación se ha producido en IU, donde A. Garzón ha sido nombrado candidato a la presidencia del gobierno. El anterior líder, Cayo Lara, ha sido un dirigente de perfil más bien bajo que no ha mejorado la gestión política de su predecesor G. Llamazares.
Alberto Garzón ha empezado con mal pie su liderazgo, interviniendo la organización de Madrid y dejándola profundamente dividida. Su apoyo casi incondicional a Tania Sanchez lo ha hecho aparecer como un submarino de Podemos. El discurso duro y demagógico que ofreció en el DEN fue también más propio de Podemos que de IU.
En la misma línea de lideres de última generación aparecen los de los dos nuevos partidos emergentes en el escenario español: Pablo Iglesias de Podemos y Albert Ribera de Ciudadanos (C´s).
Pablo Iglesias, máximo dirigente de Podemos, es un hábil orador con tintes populistas que ha conseguido el apoyo de una buena parte de la sociedad española a base de decirle de forma clara y con lenguaje llano lo mal que están las cosas aunque, luego solo sea capaz de dar soluciones voluntaristas y demagógicas de casi imposible aplicación. Después del excelente resultado que obtuvieron en las elecciones europeas, han ido adaptando el discurso a la realidad aun manteniendo el estilo populista.
Por último Albert Rivera, que ha proyectado C´s desde Catalunya, aparece como un político atractivo, racional y sensato que recuerda a algunos dirigentes de la antigua UCD de los años 70. Puede jugar un papel importante en los próximos años.
En contradicción con la moda de los dirigentes jóvenes, el PSOE e IU de Madrid han decidido apostar en las elecciones autonómicas por dirigentes menos juveniles, pero más sólidos y solventes con un fuerte bagaje intelectual, se trata de los catedráticos de ética, Angel Gabilondo y de literatura, Luis García Montero. Esta apuesta inversa a la renovación generacional, ha tenido una gran aceptación entre las bases de los dos partidos de izquierdas lo que, de alguna manera, demuestra que la veteranía sigue siendo un grado.
Con la incorporación de estos dos candidatos, y si el P.P. pone algo de su parte, habremos conseguido, al menos, que los debates en el parlamento madrileño tengan un nivel intelectual más alto que la bronca y el insulto permanente que impusieron T. Gómez y I. Gonzalez.
ENCUESTA SOBRE POSIBLES PACTOS DE GOBIERNO EN EL LATERAL DERECHO DEL BLOG.
No comparto este análisis porque, aunque la constitución del 78 necesite una actualización, los avances conseguidos en ella no han dejado de ser válidos en lo sustancial.
La desconfianza actual se deriva de la crisis económica europea, que los últimos gobiernos españoles y europeos no han sido capaces de resolver, agravada por algunos lamentables episodios de corrupción y malas prácticas que se ha tardado mucho en detectar y empezar a erradicar, pero que el sistema vigente, con los mecanismos políticos y judiciales vigentes, está atajando con bastante eficacia, aunque también con mucha lentitud.
En cualquier caso, no es posible aplicar a todas las renovaciones de liderazgo que se han producido, el mismo patrón, cada una de ellas tiene sus propias características.
La abdicación del Rey J. Carlos, es el relevo que más se aproxima a las circunstancias naturales: un rey mayor y aquejado de múltiples dolencias que, además, en los últimos tiempos había protagonizado algún escándalo personal y sufrido las imputaciones de su hija por el caso Noos, tomó la decisión de dejar el trono. El Rey J. Carlos ha tenido un papel muy relevante en la reciente historia de España: la transición y sus actuación positiva el 23F le avalan. El nuevo Rey está por descubrir, cumplió razonablemente durante su etapa de heredero sin que haya todavía tenido ocasión de mostrar ninguna actuación notable.
La renovación en la S.G. del PSOE ha sido debida a la asumpción de responsabilidades políticas del anterior S.G., que pagó con su retirada los malos resultados electorales de las elecciones europeas.
La trayectoria política de A. P. Rubalcaba ha sido impecable y hay que lamentar que haya tenido que dimitir. Hubiera sido un excelente presidente del gobierno si hubiera podido seguir, pues se ha retirado en plena madurez política.
Su sustituto P. Sanchez tiene todavía una trayectoria política muy corta y en los pocos meses que lleva de S.G., ha dado una de cal y otra de arena. Su intervención en el último debate del Estado de la nación (DEN) fue, en mi opinión, muy acertada.
La última renovación se ha producido en IU, donde A. Garzón ha sido nombrado candidato a la presidencia del gobierno. El anterior líder, Cayo Lara, ha sido un dirigente de perfil más bien bajo que no ha mejorado la gestión política de su predecesor G. Llamazares.
Alberto Garzón ha empezado con mal pie su liderazgo, interviniendo la organización de Madrid y dejándola profundamente dividida. Su apoyo casi incondicional a Tania Sanchez lo ha hecho aparecer como un submarino de Podemos. El discurso duro y demagógico que ofreció en el DEN fue también más propio de Podemos que de IU.
En la misma línea de lideres de última generación aparecen los de los dos nuevos partidos emergentes en el escenario español: Pablo Iglesias de Podemos y Albert Ribera de Ciudadanos (C´s).
Pablo Iglesias, máximo dirigente de Podemos, es un hábil orador con tintes populistas que ha conseguido el apoyo de una buena parte de la sociedad española a base de decirle de forma clara y con lenguaje llano lo mal que están las cosas aunque, luego solo sea capaz de dar soluciones voluntaristas y demagógicas de casi imposible aplicación. Después del excelente resultado que obtuvieron en las elecciones europeas, han ido adaptando el discurso a la realidad aun manteniendo el estilo populista.
Por último Albert Rivera, que ha proyectado C´s desde Catalunya, aparece como un político atractivo, racional y sensato que recuerda a algunos dirigentes de la antigua UCD de los años 70. Puede jugar un papel importante en los próximos años.
En contradicción con la moda de los dirigentes jóvenes, el PSOE e IU de Madrid han decidido apostar en las elecciones autonómicas por dirigentes menos juveniles, pero más sólidos y solventes con un fuerte bagaje intelectual, se trata de los catedráticos de ética, Angel Gabilondo y de literatura, Luis García Montero. Esta apuesta inversa a la renovación generacional, ha tenido una gran aceptación entre las bases de los dos partidos de izquierdas lo que, de alguna manera, demuestra que la veteranía sigue siendo un grado.
Con la incorporación de estos dos candidatos, y si el P.P. pone algo de su parte, habremos conseguido, al menos, que los debates en el parlamento madrileño tengan un nivel intelectual más alto que la bronca y el insulto permanente que impusieron T. Gómez y I. Gonzalez.
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