Blog de Alfredo20032

Comentarios, desde la izquierda, de la actualidad política y social, con referencias esporádicas a otros temas más o menos relacionados.




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04 enero 2022

La triple cara de la monarquía

Desde que  el rey J. Carlos I asumió la jefatura del Estado, en España hemos tenido tres modos distintos de entender la monarquía.

El primer modo es el de la transición y la proclamación de la constitución en 1978. En los primeros años de su reinado, Juan Carlos I tuvo una participación muy activa en la política española que contribuyó de forma decisiva a la implantación de la democracia en nuestro país después de 40 años de dictadura  franquista, 

En el intento de golpe de estado del 23F, el rey también participó activamente, aunque con una actuación contradictoria y confusa. Después del 23F J. Carlos I adquirió un perfil mas bajo y se fue convirtiendo progresivamente en un elemento decorativo de la democracia hasta llegar a serlo casi totalmente desde que Felipe VI ocupa el trono.

El papel de ser simple figura decorativa, es la segunda cara de la monarquía española y supone que el rey solo es protagonista en algunos actos marcados en el calendario, como el mensaje de Navidad, el desfile de las FF.AA, la pascua militar o los premios princesa de Asturias y en la entrega de galardones y títulos a algunos colectivos civiles y militares. En la vida política cotidiana se limita, aparentemente, a tener un papel de espectador de primera fila.

La tercera cara de la monarquía española actual es la continuación de una tradición de los Borbones desde, al menos, la época de Isabel II: su afición a utilizar sus privilegios como monarcas para su beneficio económico personal.

Desde el comienzo de su reinado se conocía esta faceta del rey Juan Carlos que finalmente, junto con su otra afición a meterse en camas ajenas, le llevó a la abdicación. Investigaciones periodistas, declaraciones de espías y policías corruptos y las investigaciones de las fiscalías suiza, británica y española, han revelado la enorme dimensión de han llegado a alcanzar los negocios privados del rey emérito.

Afortunadamente para él, la constitución del 78 le ha proporcionado un blindaje inexpugnable que ha  podido parar las actuaciones de las tres fiscalías, además, todos los gobiernos democráticos han protegido al ex monarca para evitar poner en peligro el sistema democrático apoyado en la monarquía.

Para distanciarse socialmente del escándalo,  J. Carlos I se exilio voluntariamente en  agosto de 2020  en Abu Dhabi, capital de una monarquía autoritaria en la que ha estado protegido de cualquier interferencia pública.

Una vez que los diligencias de las fiscalías se han archivado, o están a punto de hacerlo, el emérito  ha manifestado su deseo de volver a España, aparentemente como si nada hubiera pasado. Este deseo del ex rey plantea importantes problemas a la institución monárquica en un momento que debido a sus negocios y a los de su yerno Urdangarin, su grado de aceptación ha perdido muchos puntos.

La Casa Real tiene que dar muchas explicaciones a la ciudadanía sobre las actividades del anterior Jefe de Estado y sobre el papel  que va a tener en el futuro, más allá de la suspensión de "empleo y sueldo" que le aplicó el pasado año.

Además de explicaciones, la Casa Real  tendría que buscar un procedimiento para devolver al patrimonio del Estado los bienes obtenidos de forma irregular por el rey emérito.

El futuro de la monarquía en España depende en primer lugar de estas explicaciones y, en segundo término, de que se realicen cambios constitucionales que rebajen sustancialmente el fuero del Rey de forma que no sea inviolable legalmente por actividades ajenas a su función de gobierno. Una ley de la corona, que delimite con claridad las funciones y derechos del rey, también es necesaria para el mantenimiento futuro de la monarquía.
 
De cara al futuro sería conveniente avanzar hacia un modelo de monarquía próximo al de "Republica Coronada" en la que, además de tener limitado su fuero, el rey tuviera las funciones de arbitrajes propias de un presidente de republica parlamentaria.

03 marzo 2021

El Rey emérito se blanquea

El último movimiento del Rey  Emérito de declarar a hacienda mas de ocho millones de euros en concepto de retribuciones en especie, gastados en viajes privados después de su abdicación, indica una intención de blanquear su figura desde el punto de vista fiscal, para poder regresar a España con cierta tranquilidad.

Esta regularización fiscal, añadida a la  reciente declaración de más de 600.000€ en concepto de donaciones por las tarjetas black utilizadas por el emérito y sus familiares, familia real excluida, hace un total de mas de 5M € que el Rey Juan Carlos ha ingresado en hacienda.

Aunque esté exento de responsabilidad legal por el blindaje constitucional, es lógico inferir que durante los años de su reinado, el Rey Juan Carlos haya acumulado un enorme patrimonio en dinero negro, una parte del cual, habrá sido seguramente utilizado para alimentar la fundación de su primo Álvaro de Orleans y para compensar las transferencias que su amigo mejicano hizo a las tarjetas de crédito familiares.

Es posible, aunque poco probable, que haya otras regularizaciones y con todas ellas se regularizarían  formal y fiscalmente  sus cuentas hasta el año 2019, el ejercicio fisca del 2020 está todavía sin liquidar para J. Carlos I y para todos los contribuyentes españoles.

Para alcanzar esta situación han sido necesarias, algunas  "miradas hacia otra parte" del gobierno, que  también ha tenido que tragarse varias sapos como  bloquear la comisión parlamentaria de investigación o consentir muchas maniobras dilatorias de la fiscalía y de la agencia tributaria que han conseguido, o están cerca de conseguir si queda alguna regularización más, que el Rey emérito quede limpio con el coste moral personal de reconocer su delito y el coste económico de, por el momento, 5 M€., con todo ello el Rey se libra de la investigación judicial.

Si estas hipótesis se confirmasen, J.Carlos I podría volver a España, buscarse una residencia privada y discreta, esperar a que amainase la tormenta y vivir de las "rentas blancas" que pudiera justificar, provenientes de donaciones de la Fundación Zagatka o de cualquier otra herramienta de blanqueo que sus abogados pudieran haber diseñado.

Un final blando de estas características sería la mejor salida para la Casa Real, el gobierno y también para la sociedad española, dado que no parece factible procesar al ex-rey pues la constitución no lo permite, y la opción de crear una comisión de investigación parlamentaria  que están pidiendo algunos partidos de izquierdas y nacionalistas, corre el riesgo de convertirse un linchamiento de J.Carlos y de la monarquía que introduciría mucho mas ruido y  división en la sociedad sin ningún resultado práctico.  El gobierno no tiene otra opción que frenar esta iniciativa.   

Como el blindaje del titulo I de la Constitución hace imposible su reforma para limitar los privilegios que actualmente tiene el monarca, solo queda promulgar una Ley de la Corona que regule, en la medida de lo posible, el funcionamiento de la institución monárquica.  

En cualquier caso, los costes políticos son ya cuantiosos: el Rey emérito paga una importante cantidad de dinero y pierde buena parte del prestigio ganado en la transición y el 23 F y la institución monárquica queda tocada pues una vez más, como en épocas anteriores,  un Borbón acaba su reinado como culpable de corrupción.

El Rey Felipe VI tiene mucho trabajo por delante para restaurar la imagen de la monarquía y convencer a la ciudadanía de que la tradición borbónica de abusar de los privilegios se ha terminado con J. Carlos I.




  

10 agosto 2020

Jaque a la monarquía

El 18 de Junio del año 2014, el Rey Juan Carlos I abdicó del trono de España.

La abdicación fue consecuencia de un largo proceso que comenzó en 2008 con el caso Urdangarín, siguió en 2008 con la cacería y el accidente de Botsuana y siguió con el deterioro físico del Rey como consecuencia de complicaciones en sus operaciones de cadera y que se manifestó con mucha rotundidad en su penosa actuación en el discurso de la Pascua Militar de enero de 2014. Podría afirmarse que con su actitud D. Juan Carlos I se dio jaque mate a si mismo.

La crísis derivada de la difusión del asunto comisiones del AVE-regalos de los reyes del golfo pérsico, se está convirtiendo en otro órdago aunque esta vez no va solo contra el rey sino contra la monarquía como institución.

El presidente del gobierno y A.G. del PSOE ha afirmado en una carta a los militantes, que las responsabilidades penales por los actos cometidos son personales y no de las instituciones. Siendo totalmente correcta, en términos generales, esta afirmación, no se puede obviar que la institución monárquica está firmemente unida a la persona del rey y a la familia real y, en ese sentido, el Rey Felipe esta afectado por los actos del Rey emérito.

Si el Jefe del Estado fuera presidente de la República, no tendría ninguna responsabilidad por los posibles delitos que hubiera podido cometer su antecesor, pero,  al ser la monarquía hereditaria, la situación es muy diferente.

No hay razones directas para censurar a Felipe VI, durante sus seis años de reinado, el Rey ha cumplido a la perfección el papel de guinda del pastel que le otorga la constitución: Ha paseado por toda España, ha sonreído a todo el mundo, ha hecho discursos genéricos sobre lo que ha hecho falta, ha evitado, en general, meterse en conflictos, en los procesos post-electorales se ha limitado a tomar nota de las posiciones de todos los portavoces sin, al menos oficialmente, aportar ninguna iniciativa propia. En fin un Rey florero que cumple perfectamente su función constitucional.

La constitución, que blindó las responsabilidades penales del Rey, blindó también al gobierno para evitar los "borboneos" de sus antepasados anteriores a la II República y lo convirtió en un adorno cuya principal función era no interferir o hacerlo lo menos posible, aunque hay que admitir que el rey J.Carlos asumió un papel activo positivo en situaciones tan críticas como el 23F, utilizando su condición de comandante en jefe de las FF.AA.

Si fuera posible, aspiraría a un modelo de Estado del tipo República parlamentaria que tuviera un presidente elegido que hiciera, con mayor profesionalidad y mayores competencias, un papel de arbitro activo y no de mero observador privilegiado como el que tiene ahora Felipe VI.

El actual jaque al rey no es un jaque mate como el de 2014 sino simplemente un jaque intermedio de media partida cuyo valor depende de como  se desarrolle el juego a continuación. Hay otra importante diferencia sobre el ataque de 2014: En aquella ocasión el rey emérito se ahorcó el solo pero en esta, todos los partidos republicanos, excepto el PSOE, están utilizando el tema de la corrupción de J. Carlos I para lanzar una ofensiva contra la monarquía.

Creo que los socialistas, salvo alguna excepción, somos republicanos, aunque por razones pragmáticas, aceptamos en el 78 la monarquía parlamentaria y ahora, más de 40 años más tarde, no parece oportuno cuestionarla en medio de una pandemia y la correspondiente crísis social y económica asociada a ella.

Siempre va a ser complicado encontrar un momento oportuno para plantear una reforma constitucional con referéndum incluido de estas características, sobre todo mientras las derechas consideren la monarquía como un derecho divino que no se puede cuestionar.

Tampoco sería positivo que el resultado de ese referéndum, caso de celebrarse, fuera muy ajustado en uno u otro sentido, por lo que no queda otra que esperar que el conjunto de la población vaya cambiando su sentimiento hacia la monarquía, lo que da una oportunidad a la cas real para recuperar el prestigio perdido. 

21 julio 2020

El avispero de la monarquía española

La constitución de 1978 se hizo con un difícil consenso y con la espada de Damocles de la dictadura amenazando una vuelta atrás,  el resultado fue un modelo de estado que ratificaba la monarquía impuesta por Franco  y la dotaba de un fuerte blindaje que la hacía intocable apoyado por un complicado y difícil proceso de modificación: mayoría reforzada seguida de referéndum y nueva convocatoria electoral.

En aquellos años, muchos ciudadanos de ideas democráticas y republicanas, nos convertirnos en "Juancarlistas" reconociendo el positivo papel del Rey en  la transición.

El papel jugado por el Rey Juan Carlos en el golpe de Estado de 1982 reforzó su imagen positiva.

Más de cuarenta años después  sale  a plena luz, impulsado por la justicia suiza y con todo lujo de detalles, lo que era un secreto a voces en la sociedad: El Rey Juan Carlos cobraba cuantiosas comisiones y recibía esplendidos regalos de monarcas árabes enriquecidos por el petroleo. El Rey que había contribuido tan positivamente en la transición, se había convertido en un  personaje corrupto .

Lo fiscalía del TS debate ahora si el superblindaje del ex-Rey le sigue cubriendo de la misma forma después de su abdicación en 2014. Si la respuesta fuera positiva, se le podría acusar de algún delito desde 2014, probablemente un delito fiscal o de movimiento ilegal de capitales a paraísos fiscales, si fuera negativa  el emérito quedaría impune antes y después de la abdicación. 

Si finalmente el ex Rey fuera procesable, el modelo a aplicar podría ser similar al uilizado con Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, incluyendo la condena a titulo de beneficiario al Rey Felipe y al resto de la famila real, si se llegase a demostrar que  una parte de los ingresos fraudulentos obtenidos se utilizaron, como se ha declarado en Suiza, en beneficio de su familia.

El segundo  paso, independiente del primero, depende de la Casa Real, con acuerdo del gobierno, y consiste en la retirada del titulo de Rey Emérito del mismo modo que se retiró el de Duques de Palma.

Con esta medida, el ex Rey dejaría de ser, al menos de facto, miembro de la familia real. Si Juan Carlos acepta sin protestas esta situación la salida de la situación será notablemente más fácil.

La solución al  problema de fondo: limitar el superaforamiento real, quedará seguramente para otro momento, pues requiere la modificación del título primero de la constitución. Cualquier  propuesta de modificar el titulo primero llevaría inevitablemente incorporado que algunos partidos pidieran la supresión de la monarquía pues por mucho que se quiera argumentar, la corrupción del  Rey J. Carlos no puede desligarse de la institución monárquica, que quedaría inevitablemente tocada.

Parece probable una salida blanda, que suponga la salida del Emérito del escenario público español con, posible autoexlio incluído

Al actual  monarca le queda un  largo camino  para  recuperar su  imagen  perdida que ya ha iniciado con  el tour nacional que esta realizando  actualmente.