Aunque en las elecciones de EE.UU. los que no somos ciudadanos norteamericanos no tenemos derecho a voto, su resultado final nos afecta igualmente, por ello, su seguimiento es obligado para cualquier ciudadano comprometido con lo que pasa en el mundo.
No es lo mismo que EE.UU. este gobernado por presidentes demócratas como Obama o Clinton, que por republicanos profundamente reaccionarios y dominados por los grupos de presión financieros, militares o industriales, como cualquiera de los dos Bush.
A primeros de año, una vez proclamados los candidatos, parecía que Obama, que en cuatro años ha dado la vuelta a la política norteamericana después del período negro de Bush II, iba a ganar con facilidad, pues las propuestas del candidato republicano, muy cercano a la extrema derecha norteamericana del Tea Party, eran inaceptable incluso para una sociedad tan profundamente conservadora como la estadounidense
Si hiciéramos caso a algunos comentaristas españoles, supuestamente expertos, que se supone nos ilustran sobre el desarrollo de la campaña, después del primer debate celebrado en Denver, el candidato republicano Mitt Romney habría dejado fuera de combate al presidente Barack Obama.
¿Como es posible que en un solo debate desapareciera la sólida ventaja que Obama parecía haber obtenido en los meses anteriores?
¿Que argumentos dio el candidato republicano para que la situación cambiara de esta manera?
Las crónicas del primer debate publicadas en España, especialmente las radiofónicas y televisivas, fueron de una insustancialidad digna de preocupación, supuestamente Obama perdió el debate por razones de lo que llamaría "el envoltorio": La forma de mirar a la cámara, de mover las manos, el tono de voz o la corbata que llevaba. Las ideas que defendieron uno y otro candidato no parecen tener la menor importancia.
El segundo debate, entre los candidatos a vicepresidente, tuvo un resultado inverso no porque el candidato republicano tuviera una ideología de carácter ultraderechista, sino porque, al parecer, Joe Biden estuvo más contundente en su forma de expresarse.
Las crónicas del segundo debate entre los candidatos, celebrado en Nueva York, aunque entran algo más en contenidos políticos, también ponen el foco en la mejora de las formas de Obama para darle como vencedor del debate.
Esta trivialización del debate político, considerándolo casi como si un encuentro deportivo se tratara y poniendo el énfasis en los aspectos formales más marginales, o, si hay ocasión, en los aspectos escandalosos que puedan darse en los mismos, se está convirtiendo en una lamentable costumbre de muchos medios de comunicación que contribuye a crear la mala imagen que lamentablemente tienen los políticos. Estos medios suelen ser los primeros en criticar esta mala imagen.
Aunque la presentación y las formas de una campaña electoral tienen su importancia, el programa político, el curriculum del candidato, sus actuaciones anteriores y su comportamiento y honestidad personal deben ser las claves de la campaña. El culto excesivo a la imagen y las formas, que no son más que un envoltorio, se está convirtiendo en los últimos tiempos en un factor determinante, al menos para comentaristas y supuestos expertos. Esperemos que los ciudadanos, tanto norteamericano como del resto del mundo, valoren mucho más los contenidos que las parafernalias diseñadas por los asesores de imagen.
En ese sentido la presidencia de Barack Obama ha sido una bocanada de aire fresco en un momento de retroceso de Europa, dominada últimamente por el dúo Sarkozy- Merkel, que afortunadamente, se ha quedado solo con Angela Merkel, que esperemos pueda ser remplazada en poco tiempo.
Una presidencia de un republicano como Romney sería muy negativa para el mundo y seguramente también para la mayoría de los ciudadanos de los EE.UU.
Esperemos que finalmente, Barack Obama renueve su mandato por otros cuatro años y contribuya de forma decisiva a la pacificación de las zonas conflictivas del mundo y a la consecución de los objetivos del milenio de Naciones Unidas.