Con la elección Moreno Bonilla, cabeza de lista del PP como nuevo presidente de la Junta de Andalucía, termina un ciclo de más de 36 años de gobiernos socialistas. Las dudas que pudiera haber sobre el acuerdo final del tripartito de derechas, se resolvieron en la última reunión PP-Vox en la que alcanzaron un acuerdo sobre la base de difuminar, en forma de generalización, algunas de las propuestas del partido de ultraderecha, mientras se descartaban las más estrambóticas. Las continuas discrepancias públicas entre Vox y Cs no han sido suficientes para impedir la investidura.
Sin ánimo de hacer un balance global de estos 36 años, si hay que reseñar el deterioro progresivo del gobierno andaluz en los últimos años, como reflejan los resultados electorales decrecientes:
- En 2008, con Griñán como presidente, el PSOE obtiene su última mayoría absoluta con 56 escaños de 109.
- En las siguientes elecciones, también encabezadas por Griñán, el PSOE obtuvo solo 47 escaños. Aunque fueron superados por los 50 del PP, se consiguió mantener el gobierno gracias a un acuerdo con IU.
- En 2015, ya con Susana Díaz (S.D.) encabezando la candidatura socialista, Griñán dimitió en 2013 a causa de su imputación en los ERES, se mantienen los mismos resultados y se gobierna con el apoyo externo de Cs.
- En 2018 se obtienen solo 33 escaños, Cs retira su apoyo anterior, y la derecha consigue obtener mayoría absoluta, con la colaboración de Vox.
La pérdida acelerada de votos del PSOE andaluz empezó con el proceso de los ERES y se agudizó en los últimos años, bajo la dirección de S.D. En este deterioro tienen mucho que ver los ERES pero, también, el excesivo clientelismo detectado en el gobierno de la Junta, la poca eficacia de sus políticas, que no han conseguido que Andalucía deje de ser el territorio menos desarrollado de España, y el desapego, a pesar del clientelismo, de muchos sectores socialistas que no vieron con buenos ojos su participación en el "golpe de estado interno" contra P. Sanchez en 2016 y su posterior apoyo a la investidura de Mariano Rajoy.
El mal resultado que obtuvo S.D. en las primarias federales socialistas anticipaba ya el mal resultado del 2 de diciembre, aunque nadie esperaba que fuera tan pronunciado.
El mal resultado que obtuvo S.D. en las primarias federales socialistas anticipaba ya el mal resultado del 2 de diciembre, aunque nadie esperaba que fuera tan pronunciado.
Un período de 36 años seguidos en el gobierno es demasiado largo y produce situaciones de abuso que conviene que se resuelvan con un cambio de gobierno y, en ese sentido, tiene sentido la alternancia en el poder. Lamentablemente la solución alcanzada puede ser mucho peor, pues la coalición ganadora ha incluido la entrada de la ultraderecha en el área de gobierno, con unas propuestas muy regresivas que no van a favorecer en nada el desarrollo de Andalucía y son un pésimo antecedente para el resto del Estado.
La elección del nuevo presidente ha sido una mala película, con un mal guión y unos malos actores, con dos acuerdos contradictorios en muchos aspectos y con unas relaciones tensas entre Vox y Cs que parecen puedan romperse en cualquier momento.
En este período, las fuerzas de izquierdas, PSOE y Adelante Andalucía, han permanecido enrocadas sin capacidad de dar respuestas ni llegar al más mínimo acuerdo entre ellas.
Después de 36 años empieza una nueva etapa con unas perspectivas muy negras. El PSOE-A y Adelante Andalucía deberían utilizar este período para regenerar su funcionamiento y renovar a sus dirigentes, para poder volver con más fuerza en la siguiente oportunidad.